Capítulo 8
La puerta tras de Jin se cerró automáticamente. Era un portal munido de seguridad alta, y era obvio que no se abría con picaportes. La sede donde se reunía el Consejo de Seguridad estaba en el piso más alto del edificio del servicio de inteligencia donde Wilson era el director.
Nunca antes había venido a este sitio, así que tuvo que aprenderse un nuevo protocolo para llegar y dejar sus armas reglamentarias, así como pasar por un control de retina y huellas dactilares, para entrar. El llamado tenía nivel de seguridad A, lo que implicaba que Jin, como agente, no podía hablar con nadie al respecto, ni si algún superior jerárquico a ella se lo ordenase.
Cuando entró a la reunión, estaba con miedo, no podía negar aquello, por su propia implicación y la de Wilson. Por ello suspiró con tranquilidad cuando la misma acabó.
El consejo solo le había comunicado acerca de la apertura de un protocolo de investigación, ya que, según las pesquisas entregadas, y un análisis de las mismas, habían arrojado que el accidente en casa del Fiscal no podía ser tal. O era un caso fortuito o fue preparado por alguien con consumada experiencia en tareas de espionaje e infiltración.
El consejo no había descartado ninguna teoría, pero pretendía reunirse con todos los agentes más calificados de la Agencia e interpelarlos por separado. El motivo por el cual no habían adherido al Director era porque pretendían hacer una investigación independiente, y el Consejo consideraba que, si Wilson sabía que la mayoría de los agentes iban a ser interpelados, quizás era capaz de sumariar a todos, y el Consejo pretendía que todo siguiese su curso normal. Jin estaba un poco aturdida. Si bien había tenido un alivio al saber que el Consejo no tenía sospechas sobre el Director, lo que en verdad le causó cierta aprehensión es el recordar su propia participación en aquel suceso y su propia culpa ante el incumplimiento ante su deber ante el Consejo.
Había mentido para proteger a su amante. Y eso no estaba bien. Además, sumada a su propia culpa, por haber matado gente que ella ni conocía. Obviamente la situación no le cayó nada bien.
Ya para esas horas había olvidado esos besos que Wilson le dio la noche anterior, y que tanto la habían enloquecido. Ahora su mente de vuelta estaba atrapada en el saberse responsable del derramamiento de sangre, en el cual participó, quizá sin saber, pero que ahora estaba encubriendo.
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Wilson estaba en su oficina, validando algunos documentos y leyendo reportes de agentes que habían dejado en su oficina. El único que estaba con él en ese momento era el agente Danvers, que lo ayudaba con un soporte digital de fotografías de una infiltración.
—Tengo algo que decirte... —dijo de repente el agente, luego de cierta duda
—¿Por qué tanto parafraseo? No creo que lo tengas que contarme sea un secreto de estado, así que suéltalo ya, cabeza de escoba —masculló Wilson, al tiempo que sostenía de mala gana un reporte y burlándose de paso, del particular peinado de uno de sus agentes favoritos.
—Hoy estuve de audiencia muy temprano en el Consejo…
Wilson dejó su carpeta sobre la mesa y le prestó más atención. Si esos idiotas convocaban a sus agentes sin que él lo supiera, algo estaba pasando.
—¿Qué querían? —increpó Wilson
—Hablaron acerca de la apertura de una investigación por el caso del atentado a la casa del Fiscal. Creo que sospechan de alguno de nosotros.
Se suponía que el llamado era información secreta, pero Danvers sentía que le debía todo al director, así que no le importaba violar esas reglas de confidencialidad.
—Ya veo, entonces interpelaron a todos los agentes hoy. Con razón la mayoría hizo sus marcaciones un poco más tarde, eso lo explica todo —concluyó Wilson, aunque ya su mente había empezado a maquinar cientos de ideas.
De pronto se levantó y enfiló hacia la puerta.
—¿Dónde vas? —preguntó Danvers, sorprendido ante el arranque del director
—Voy a poner en claro algo, tu quédate aquí y acaba esos reportes. De hecho, vuélvelos a empezar, si no lo haces para cuando regrese, te juro que te enviaré al departamento de tránsito a cobrar multas callejeras —amenazó el director y salió del lugar.
El cabeza de escoba bufó, pero sin enfado. Sabia como era él y tenía su confianza.
Wilson ya no oyó cuando Danvers le rezongó. Su mente ya estaba en otra cosa mientras caminaba por los pasillos para subir al ascensor rumbo al último piso.
Si convocaron a todos los agentes, ¿Por qué Jin no le había dicho nada?
De alguna manera él esperaba que ella fuera la primera en revelarle eso, y no Danvers. De él no se extrañaba, Danvers era su marioneta, pero Jin se suponía que también debía serle fiel. Justamente había entrado a esos juegos de amante con ella, para tenerla entre sus manos.
Pero por el otro también se daba cuenta de que el Consejo no tenía ninguna información y que Jin tampoco le habría revelado la verdad, porque si hubiese ocurrido esto último, ya lo hubiesen hecho arrestar, pero esto no ocurrió.
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Editado: 23.11.2021