Capítulo 10
Wilson despertó al sentir el ruido y se levantó de la cama, y aunque no intuyó peligro, igual se incorporó para ir a revisar que había ocurrido, más al notar que Jin no estaba a su lado.
—¿Estás ahí? ¿Se te cayó algo? —preguntó Wilson caminando hacia la cocina.
Pero lo que vio lo paralizó aún más que haber visto a un sicario venir hacia él.
Jin estaba estática, echando lágrimas desde sus enormes ojos verdes abiertos en par en par y en el suelo, la tableta personal del director. Wilson no era estúpido, solo tuvo que hilar un poco para darse cuenta de lo que pasaba. ¡Ella descubrió los archivos que Scott le había mandado!
Pero lo que más le dolió fue la mirada feroz que ella le dirigió apenas lo vio parado en la puerta, con su cabello revuelto y portando solo sus calzoncillos. Ella ya no pudo contener la profunda indignación que parecía iba a matarla y que estallaría dentro de su cuerpo.
—¡Cómo pudiste hacerme esto! —fue su primer grito, uno que le salió del alma, con fiereza y dolor, tanto que la profunda aflicción que generaba pudo ser percibida por el hombre.
Ella se le acercó y empezó a golpearlo con los puños en el pecho. Obviamente no podía causarle ningún daño, ya que él era mucho más fuerte y resistente, así como tampoco él la detuvo. Otrora se lo consideraba como un hombre que podía decir y desdecir. Esgrimir argumentos o refutarlos, pero ahora no le salían las palabras para contener el doloroso reclamo de Jin. Sentía como el desconsuelo e ira de la joven se trasladada a él mismo como una profunda culpa, y más ahora, cuando su frío corazón al fin le había traído a colación los verdaderos sentimientos que esa muchacha le inspiraba.
Era cierto que al comienzo se acercó como un modo de aprovecharse de ella y sus sentimientos, pero que después esto había mutado. Lo acababa de descubrir, porque acababa de darse cuenta, pero ¿cómo explicárselo?
—¡Eres un desgraciado! Yo sabía que tú no tenías corazón ni el mínimo afecto por nada, pero en el fondo de mi alma quería creer que yo te causaba algo, que significaba algo para ti ¡Pero no! Jamás significó nada… sólo me usaste, te aprovechaste de mi —fue ahí que Jin ya no pudo evitarlo y se puso a sollozar ante el horror de Wilson, que a esas alturas ya no sabía qué hacer.
—Escúchame, Jin… no es tanto, así como crees… —alcanzó a decirle él en voz baja, realmente atosigado por el dolor de ella.
—¡Cierra la boca! No quiero oír tus mentiras ni juegos. Sólo quiero que me digas una cosa ¡¿Por qué no puedes quererme, aunque sea un poco?! ¿Qué tengo de malo? No eres capaz de sentir, aunque sea pena por mí ¡Eres un cerdo miserable! —volvió a gritarle Jin.
Wilson se llevó una mano a la cabeza.
—Si me dieras una maldita oportunidad para explicarlo… —el hombre se sentía realmente fuera de lugar. Nunca en su vida se había sentido en la obligación de explicarse ante nadie y ahora estaba perdido.
—¡No te atrevas a decir una sola palabra! No contento con llenarme de falsas ideas, también te reías con tu amigo de mí, burlándote de lo que yo era. O sea que ni siquiera podré ocultar la vergüenza ante el mismísimo secretario del consejo de seguridad —chilló Jin caminando unos pasos.
Wilson quiso detenerla y fue hacia ella, pero Jin echó una pataleta, y le tiró algo que le dolió aún más que la propia fuerza de la palabra.
—¡No te atrevas a tocarme! Si tanto te preocupa que abra la boca con respecto a que me mandaste matar al Fiscal, no voy a decir nada —y fue ahí que se volteó a mirarlo con los ojos aguados —. No hacía falta que armaras todo este numerito, solo tenías que habérmelo pedido, y yo lo hubiese hecho por ti. No hacía falta que me torturases de esta forma. ¡Tú sabias lo que yo sentía por ti! Así que, por favor, al menos por ello, hazme el favor de soltarme, quiero salir de aquí —cercenó ella, acompañada de la mirada más afligida que Wilson había visto en su vida.
Ni su descomunal fuerza pudo hacerle frente a semejante petición y Wilson acabó soltándola, resignado e incapaz de seguir negándole nada, porque ella tenía razón. Wilson, el hombre todo poderoso, que hizo caer gobiernos enteros y era capaz de matar sin titubear y sin que le temblase el pulso para hacerlo, la vio salir sin moverse siquiera. Sólo cuando percibió que ella ya estaba lejos de su edificio, fue que pareció espabilarse un poco y acabar de comprender la verdadera implicancia y significancia que esto suponía.
Acababan de tocarle algo a Wilson, que nadie sabía que tenía. Ni siquiera él mismo.
Un corazón.
Jin no fue a su departamento esa noche, temerosa de que Wilson fuera por ella. No quería verlo, no quería olerlo, no deseaba sentirlo de forma alguna.
Y ella estaba segura de que la seguiría sólo para poder asegurarse de que ella nunca abriría la boca. ¿Qué otro interés tendría? No supo si él la siguió, porque hizo uso de toda su capacidad de sigilo para esconderse y ni siquiera él, con su ojo ultra entrenado, podría alcanzarla.
¿Dónde iría?
Jamás junto a Ethan. Su cara cubierta de lágrimas e hinchada de tanto llorar no era algo que quisiera mostrarle a su hermano, además que la avergonzaba que él supiera lo que ella había estado haciendo. El correcto y formal Ethan nunca aceptaría que su hermana pequeña hubiese estado como amante del director. Jin, por su parte, no podría responder por las acciones del jefe de los Ninjetti en caso de que se enterase de lo que pasó entre ella y Wilson.
#20992 en Novela romántica
#2610 en Novela contemporánea
amor, amor amistad sexo mentiras engaos, amor romance dudas odio misterio
Editado: 23.11.2021