Capítulo 11
¿Quién podría tener las suficientes agallas como para desafiar de forma tan descarada al Director de Inteligencia de un país, supeditándolo a que accediese a unas demandas, bajo apercibimiento de lastimar a su amante? Como sea, eso había logrado lo que ni siquiera estando en un interrogatorio bajo tortura podría lograr. Que Wilson se pusiere furioso.
¿Cómo se atrevían a hacer esto?
Lance lo miraba a su vez, casi sin saber qué decir. Jin era como una hermana pequeña para él y ahora venía a enterarse de que la habían secuestrado para quitarle algo a su amante que detentaba un cargo de poder. Lance estaba enfadado, aunque tampoco iba a perderle a Wilson el respeto por su rango, porque sabía que ese hombre había estado buscando a Jin, lo que le decía que quizá podría no tener interés en dañarla y sería el más interesado en recuperarla.
Wilson recuperó la compostura.
—Manejaremos esto de forma extraoficial, agente —ordenó finalmente Wilson.
Lance lo miró, pero de alguna manera convino.
—Pero pasado el tiempo reglamentario lo reportaré oficialmente —fue la respuesta.
Ese modo de hablar tan familiar había resultado de haber pasado toda la madrugada intentando rastrear el mensaje que el director recibió por la noche cuando ambos hurgaban en el departamento de Jin por el mismo motivo. Al final, la delicada cuestión había unido a ambos hombres. Wilson movió todos sus contactos y todo el poder que podía llegar a tener en ciertos sectores para ver si alguien sabía algo del secuestro. Lance dedicó en rastrear el mensaje, pero todas las pistas lo conducían a un punto muerto.
Finalmente, ya llegada la mañana, los dos hombres se reportaron a la base, visiblemente cansados por la falta de descanso. Fue ahí que Wilson le mencionó que lo ideal sería mantener la extra-oficialidad del asunto y Lance concordó que lo haría al menos hasta pasado el tiempo reglamentario para reportar una desaparición. Finalmente Lance se marchó a seguir indagando, en tanto Wilson se quedó en la oficina intentando usar los recursos que tenía allí, para intentar conseguir datos.
Llamó a Danvers de forma urgente. Necesitaba más ayuda, el asunto era grave siendo que él y otro agente no fueron capaces de dar con el paradero de Jin.
—Director, estoy haciendo como cien reportes, creo que usted más que nadie sabe mi agenda —rezongó el hombre de particular peinado, que emulaba a una escoba. Técnicamente era su día libre, solo tenía trabajo administrativo, por eso se extrañó sobremanera al recibir la orden de presentarse ante el Director.
Wilson estaba de espaldas a él, así que cuando volteó, Danvers no solo quedó petrificado por la orden que le dio, sino también al ver el rostro ojeroso y cansado del hombre. El agente no recordaba haberle visto ese aspecto jamás.
—Al diablo con eso. Su nueva orden es esta: rastrear como sea a la agente Jin Carter. No escatime en usar los medios para producir información acerca de su paradero.
Danvers, quien, seguía con la boca abierta, se tragó las ganas de preguntar acerca de aquel drástico cambio en su agenda.
—La misión es de extrema confidencialidad. Solo tiene órdenes de reportar esto ante mí. No puedes hacerlo ante ningún otro agente —fueron las palabras de fogueo de Wilson.
El rubio y perspicaz agente secreto quiso replicar algo, pero luego recordó su propia posición, y que su único deber era la de acatar órdenes, aunque estas no le dejasen de parecer extrañas.
—Ni una palabra de esto a otro que no sea yo mismo o el agente Lance —acotó Wilson como final.
Danvers dejó de lado la sonrisa y se limitó a cuadrarse.
Sólo cuando hubo salido del rango de vista del director, se secó el sudor de la frente. Con Wilson lo más seguro era permanecer callado, y en cuanto a la misión que le habían encomendado, pues lo mejor era recurrir a lo mejor que sabía hacer y que era recolectar información. Si el director tenía ese aspecto, es porque él no había tenido éxito, así que eso doblaba la dificultad del trabajo. Prefirió no seguir pensando en las extrañas implicaciones que esto tenía. Aunque las mismas tuvieran un tinte romántico, a él le daban igual.
Su trabajo era la de obedecer y listo.
¿La mafia china? ¿Algún rezagado del esquema corrupto de los fiscales asesinados?
¿Los malditos misileros rusos? ¿Quién podría estar detrás de todo esto?
La lista de gente que pudiere odiarlo a nivel personal era larga, pero existía una regla dentro de esto y es que nunca se tomaban represalias a nivel personal para alcanzar algo. A Wilson siempre le pareció un juego sucio. El que sea que estuviera amenazándolo así, era alguien de cierto poder, porque pudo burlar todos sus intentos de rastreo y las del mismo agente Lance.
Pero sin duda que él y su accionar lo molestaba, ya que el último mensaje había sido categórico en establecer como requisito para la liberación de la rehén, que el director renunciase a su cargo. El problema era él y el secuestrador de Jin se lo daba a saber.
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Editado: 23.11.2021