La bruja y el fantasma.

2: Alana va a Fireflage.

―¡Marshall, no hales mi cabello! ―alegué.

―Yo no fui ―me contestó casi riendo.

Tengo ganas de golpearlo, si no fuera porque Tedhore está conmigo. Escuché el sonido característico de una bofetada, miré hacia atrás, y me encontré a Marshall quejándose, con la mejilla roja y adolorida.

―¿Quién de ustedes manejó mi mano para abofetearme?

―Ya sabes la respuesta, Marshall, no tienes qué hacer drama ―le respondió Ajshalon.

Mi hermano mayor es capaz de manipular partes del cuerpo ajenas, algo que no he llegado a dominar, supongo que eso ocurre cuando él se junta con brujos de mayor experiencia.

―¿Por qué lo hiciste? ―inquirió con furia.

―Estás siendo muy inquieto, además, mamá me dio permiso de golpearte cuando te portes mal, tienes dieciséis, imbécil, pareces un niño de primaria.

―Eso es injusto ―, se cruzó de brazos―. Cuando sea mayor de edad, cumpliré mi venganza.

―Como tú digas, enano.

Tedhore mueve su naricita, en cambio, yo estoy enfocada en el paisaje de la carretera, hay muy pocos vehículos, y desde ese sendero, podemos visualizar una ciudad que las personas de Kaián están construyendo, a este paso, el pueblo de Verona corre el riesgo de ser descubierta por aquellas personas que buscan exterminarnos.

¿Cuál sería la diferencia entre brujas y humanos?, eso es muy fácil: mi especie posee los ojos tan brillantes que podrían brillar en la oscuridad, puede ser de color azul ―como es común―, verdes, plata y amarillos como los de mi familia; los lentes de contacto pueden servir para ocultar nuestros ojos de día, pero por la noche sería inútil, ya que igualmente brillarían bajo el lente.

―Tengo hambre ―dijo Marshall.

―Yo igual, pero hay que aguantar, solo falta una hora para llegar ―dije viendo la hora de mi celular―. Cuando lleguemos, haremos un desastre en la cocina…

―Digno de los Hallowedroot ―completó Ajshalon. Suspiró―. Vamos a convertir tu nueva casa en un desastre apenas lleguemos.

―No es de extrañar.

―¿Esa edificación es nueva? ―preguntó Marshall apuntando un edificio en plena construcción.

―Sí, aunque sería un problema ―dijo mi hermano mayor―. Si lo terminan de construir, es muy probable que vean el espacio vacío más adelante, es un riesgo para Verona, tendríamos que mudarnos de pueblo o trasladarlo entre todos.

­―¿Por qué no le piden al viejo K que haga un hechizo de camuflaje? ―inquirí.

―Sería buena idea, pero no creo que dure por mucho tiempo, las personas de Kaián son destructivas, podrían quemar el bosque o intentar talarlo para beneficio propio.

Las brujas tenemos una ventaja que los humanos comunes no poseen: la habilidad de regenerar ecosistemas, si talamos un árbol para hacer papel, con ayuda de dos brujas, podemos restaurar la madera hasta que el árbol esté crecido por completo.

―¿Ya casi llegamos?

―Cállate, Marshall.

Desvié la mirada hacia al lado de la carretera, y tuve una rara sensación de haber visto una figura de ojos rojos saludando, entré en pánico y les dije a mis hermanos:

―Creo que vi un Elde.

Ajshalon apagó la radio que casi no prestamos atención y le hizo una seña a Marshall para que se mantuviera en silencio, manejó despacio para no hacer mucho ruido. Los Eldes son sensibles a los sonidos, lo más ruidoso suele llamar su atención y abalanzarse contra ellos, algunos viejos brujos creen que los Eldes son demonios que se deben evitar a toda costa, si te encontrabas a uno, intenta no hacer ruido.

―¿Estás segura de que lo viste? ―me susurró sin apartar la mirada del camino.

―Te lo juro, incluso parecía saludarme.

―Espero que hayas visto mal.

Se tiene la creencia, que, si un Elde te saluda, iban a pasar cosas extrañas en tu vida, tal vez no perjudiciales, pero sí extrañas.

Miré a la ventada de la puerta y abrí los ojos de horror al ver el rostro del Elde muy pegado al cristal, me quedé congelada al ver esos ojos rojos tan brillantes que parecen perforar más allá de mis pensamientos, su piel pálida y su sonrisa poblada de seis colmillos filosos.

Mi hermano mayor toca mi hombro y pedir a través de gestos que lo mire a él y no al Elde que está en la ventana, el cual, la toca con sus dedos índices. Si el Elde aparece en la ventana de adelante, tendremos problemas. Miré hacia abajo para sentirme más segura, Tedhore se encuentra inquieto, dando vueltas en su jaula, debe estar percibiendo mi miedo. Marshall me ofreció su mano, algo muy atento de su parte.

No sé por cuánto tiempo estuve así, pero dejé de mirar abajo cuando Ajshalon nos avisó que el Elde se había marchado. Pude respirar tranquila.

―¿Por qué un Elde te estaba mirando? ―preguntó Marshall―. Incluso cuando bajaste la mirada, no te dejaba de mirar.

A pesar de que sé que no está, todavía siento cómo se me eriza la piel con solo evocar la imagen de esa mirada.

―Los Eldes son buenos para poner maldiciones, solo se fijan en personas que les pondrán una ―explicó Ajshalon―. Pero por suerte, eso solo ocurre con las personas comunes, los brujos y brujas no podemos ser maldecidos por esas criaturas.

―Mi maestro me dijo que, si un Elde se fija en ti, es porque ve que algo extraño pasará en tu futuro.

―Cállense y ya no me asusten más con sus datos de Eldes, quiero pensar que mi futuro en Fireflage será normal, no quiero que un estúpido Elde me ponga nerviosa.

―Tendrás que usar la cruz que tienes en el pecho y hacer la oración que siempre hacía la abuela antes de que nos fuéramos al bosque de Verona ―sugirió Ajshalon.

―¿La abuela hacía una oración?

―Tu estabas muy pequeño para eso, Marshall.

En pocos minutos, un gran letrero que decía: Bienvenidos a Fireflage; parece que hemos cruzado su barrera. Me sentí aliviada al entrar al pueblo de Fireflage, lleno de casas pintadas con tonos pastel, una alta vegetación espléndida, un parque grande y muchos niños jugando sin peligrar. Ajshalon manejó con calma, a pesar de que no hay vehículos en movimientos, tal vez porque muchas personas no suelen usarlos con frecuencia.



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En el texto hay: fantasmas, romance, brujas

Editado: 24.07.2021

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