La bruja y el fantasma.

6: Los vecinos.

A pesar que por un momento sentí que iba a ser acosada por aquel Elde, en dos horas respiré a gusto al saber que no se encontraba, también por el hecho de que mi amuleto, que le hice un orificio para usar una cadenilla que colocaré en el cuello. Bien, ahora tengo otro collar que hará compañía a la cruz de mi abuela.

Me sentí segura con el amuleto alrededor de mi cuello, le mandé mensaje a mi hermano, avisándole que ya lo terminé de hacer, que seguí todo al pie de la letra e incluso tomé una fotografía de mi nuevo collar.

No sé cómo serán las cosas en Fireflage, pero en Verona, es una tradición saludar a tus nuevos vecinos con panecillos. Mi casa ya está muy bien acomodada e hice panecillos para regalarle a mis nuevos vecinos, tal vez me encuentre con Ovi en el camino, parece ser alguien que camina por estos lados.

Me puse un vestido blanco con puntos amarillos, unas botas blancas, para que mis vecinos no vieran la marca que me ha puesto el Elde. Cuando salí de la casa y bajé la colina, al principio me angustié en estar lejos de mi propiedad.

Se estaba oscureciendo un poco, pero los niños que juegan por los alrededores parecen no querer meterse a sus casas, al contrario del pueblo de Verona, donde a esta hora todo niño se mete a sus casas y salen los adolescentes a estas horas.

Me acerqué a los vecinos más cercanos y mostré mis respetos como toda bruja tiene qué hacer, una pequeña reverencia antes de ofrecer panecillos. Por suerte, los vecinos son muy encantadores.

―Me alegra saber que tenemos un nuevo habitante en este pueblo ―saludó una señora―. No hubo un nuevo habitante hace décadas.

Sí, después de todo, Fireflage es un lugar en la que gente ha vivido allí durante toda su vida y es muy complicado encontrar una casa en venta.

―Bueno, me gusta saber que me mudé a un pueblo tan bonito como este ―acomodé mi cabello por impulso.

―¿Estudiarás en la Gran Academia?

―Sí, la universidad se pondrá en contacto conmigo mañana, me dijeron que me iban a mandar la información necesaria sobre mis horarios.

―Qué casualidad, mi hija también recibirá esa carta mañana junto a mi sobrina, el envío postal estará un poco ocupado, sobre todo al saber que también tendrán que enviar cartas a Eraz, me dijeron que últimamente hay fuertes vientos y lluvias en ese pueblo.

―Ah, sí, también escuché sobre eso. Por cierto, ¿hay alguna familia de Kaián por estos lados?

―Ah, te refieres a los Wonderwood, ellos viven al otro extremo del pueblo.

¿Wonderwood?

―¿No hay ninguna familia que tenga el apellido Forepelt? ―inquirí.

Mi vecina arqueó una ceja y dijo:

―Aquí todos nos conocemos, y que yo sepa, no existe ninguna familia o persona que viva aquí que posea ese apellido, a menos de que se haya mudado otra persona sin haberme dado cuenta; si quieres saber más, tendrías que preguntarle a Makena, ella conoce a todo el mundo.

―¿Y en dónde vive ella?

―No hay necesidad de saber eso, ella tiene la costumbre de saludar a todo el mundo en cada quincena, tal vez mañana toque la puerta de tu casa si le aviso que hay alguien nuevo en el pueblo.

―Muchas gracias, señora Roldy.

La señora Roldy es bastante agradable, es una bruja de ojos verdes muy brillantes. Saludé a un mago que vive cerca, estaba regando su jardín, se presentó como Hoss.

―Es muy raro ver brujas de ojos amarillos por aquí ―comentó con una sonrisa.

―¿De verdad?

―Sí, no he visto ninguna por aquí, así que supongo que tu ha de ser la primera en el pueblo, si mis hijos te hacen preguntas incómodas sobre eso, no les prestes atención, son muy curiosos.

―No se preocupe, señor Hoss, no me molestan las preguntas de los niños.

―Pero si la ofenden de alguna manera, puede decírmelo a mí o a mi esposa.

Apenas la nombró y la mujer salió con una bandeja con dos vasos llenos de jugo, uno para su marido y otro para mí, le agradecí, lo cual ella me sonrió y preguntó:

―Querida, ¿eres estudiante?

―Ah, sí, soy estudiante.

―Es bueno tener a una persona joven por estos lugares, el viejo lobo hizo bien en vender su casa.

―¿El viejo lobo?

―Sí, así le apodamos al señor Ford ―me explicó el señor Hoss―. No quiso mezclarse con nosotros, se la pasaba encerrado, pocas veces salía y era un cascarrabias.

«De eso no hay duda».

―¿Y por qué era así?

―Su esposa fue asesinada por personas de Kaián hace treinta años, tal vez no nos agrade, pero no le dijimos nada, sé que perder a un ser querido es difícil, no la recuerdo bien, yo solo era un niño, solo sé que ella amaba su jardín ―relató de forma un poco somera.

Eso podría explicar el por qué aquel hombre se enojó tanto cuando le dije que le iba a hacer un cambio al jardín, no sabía que era algo importante.

―Mi madre me dijo que ella trabajaba en remodelación y decoración de interiores ―informó―, era muy buena en lo que hacía.

 

[…]

 

Me quedé sin panecillos muy pronto, sin olvidar que el sol ya no se asomaba, me alivia que las calles de Fireflage estén tan iluminadas, tengo más seguridad en irme a mi casa, es cierto que el porcentaje de crímenes y asesinatos en cada pueblo son en raras ocasiones; o sea, de cada mil brujas, diez eran asesinadas por humanos en la frontera de sus pueblos.

Con mi cesta que tiene la compañía de mi pañuelo amarillo, empecé a subir por el sendero de la colina, pude ver a alguien caminando despacio para cruzar el amplio sendero, supe de inmediato de quién se trataba.

―¿Ovi Forepelt? ―un poco más y sin querer lo grito.

Él volteó casi alarmado, como si mi llamado le tomó desprevenido, se quedó quieto, casi inmóvil como una estatua, subí la colina y me acerqué a él.

―Parece que sí frecuenta en caminar por estos lados.

―Supongo que sí lo hago.

«Qué hombre de tan pocas palabras».



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En el texto hay: fantasmas, romance, brujas

Editado: 24.07.2021

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