Nunca antes había escuchado la voz de un Elde, siempre se presentaban como criaturas que no hablan, a menos de que te digan tu tragedia. Yo me encuentro temblando, sosteniendo el amuleto de mi cuello y haciendo una oración en un murmullo, incluso me aferré a la cruz de mi pecho. Me quedé sin habla, tampoco me pude mover, su presencia congeló mis acciones.
―¿Qué esperas? ―preguntó con brazos cruzados―. ¿No vas a entrar? ―señaló el espacio hacia la entrada de mi casa.
―¿Cómo sabes mi nombre?
―¿No lo dices siempre cuando te presentas? Mi sentido auditivo puede ser sensible como la de un perro, te has presentado tantas veces que me sé tu nombre, aunque el sello tiene algo que ver. ―Miró su pálida mano por un segundo, abrió por completo su palma y se alargaron sus uñas.
Temblé al ver esas garras mortales.
―¿Por qué no dejas de seguirme? ―lo dije tan bajo que una persona normal no me escucharía.
Él ladeó una sonrisa antes de mirarme con esos intensos ojos rojos, la toga negra que no cubre su pecho, se movió por el fuerte viento.
―Yo vago por estos lugares, así que se puede decirse que Fireflage es un territorio en el que estoy continuamente, los que viven por aquí me conocen, incluso los que no viven.
Ese énfasis me dio escalofríos.
―No respondiste a mi pregunta. Además, el propietario anterior me dijo que este pueblo era muy seguro, que incluso aseguraría mi protección ―le dije con un temblor en mi voz.
Me miró nuevamente con esos ojos rojos tan brillantes que igualaría el brillo de una bruja, sonrió con burla antes de decir:
―Nunca te dijo con quién te aseguraría tu protección, si tuviese ganas de lastimarte, ya lo habría hecho ahora, ya que, ese amuleto que cuelga de tu cuello no sirve. ―Reprimió una risa por mi expresión.
Yo no me lo podía creer, ¿el amuleto no funciona?, ¿o solo está jugando conmigo?, repasé los pasos en mi cabeza, hasta que algo me alertó «¡olvidé administrarle la mitad de mi energía!», él tiene razón, mi amuleto es inútil contra él, algo que me horrorizaba más de lo que sentí.
―Cálmate, niña, ya te dije que no te voy hacer nada, entra a tu casa, no te voy a impedir eso, en mi contrato me prohíben restringir el paso del propietario, ya sea de entrada o salida.
―¿Contrato?, ¿qué contrato?
Solo bastó unos movimientos de su mano para que apareciera frente a mí un contrato en la que hay dos firmas, una en la que supongo es la del Elde, y una muy similar a la del anterior propietario; por lo que leo, en el contrato, este Elde de nombre Moswen, tiene el derecho a estar a los alrededores de la casa, meterse al invernadero, marcar al propietario como medio de protección, entre otras cosas.
―Pero tu contrato es con el anterior dueño de esta casa, no conmigo ―hablé intentando ser firme.
―Este contrato fue firmado y sellado como un acuerdo de protección temporal, lo de temporal te lo explico después, en fin, en el contrato de propiedad que firmaste, hay una pregunta fundamental que queda a lo último del contrato, ¿no lo recuerdas? ―inquirió con malicia―. La pregunta: «¿El nuevo propietario acepta los términos del contrato, incluida la validación de protección temporal?», tú aceptaste sin dudar, por lo que puedo ver.
No sabía que aquella pregunta involucraría a un Elde en mi vida, los que hacen contratos con los Eldes, sus almas están perdidas en sus manos, sin querer he condenado mi alma al infierno sin haber dejado que el propietario anterior me explicara un poco sobre los papeles de propiedad.
―No quiero que mi alma vaya al infierno.
Él me miró con una ceja alzada, para después, carcajear tan fuerte como si la situación le divirtiera, sostuvo su estómago, luego recobró la compostura.
―Cree en lo que quieras, pequeña bruja.
Cuando terminó esa frase, él desapareció junto con su contrato, me quedé un poco desorientada al principio, antes de correr hasta entrar a mi casa, me alivió encerrarme en ella, así sé que estoy protegida contra el Elde. «Moswen, ¿de verdad ese es su nombre?», pensé que los Eldes no tenía uno, que solo eran meras existencias malignas que vagan en solitario.
[…]
A pesar de toda la conmoción, dormí muy bien, como si no tuviese preocupaciones, a pesar de que me han pasado cosas extrañas en Fireflage, no pierdo el sueño, algo que me parece poco usual en mí; cuando me asusto, suelo quedarme despierta a altas horas de la noche e incluso llego a no poder dormir, ¿qué clase de somnífero tiene el lugar a las horas de dormir?
A las siete de la mañana, tocaron el timbre de mi casa, como ya estaba levantada leyendo un poco e intentando transferir energía a mi amuleto, no tardé mucho en abrir la puerta. Para mi sorpresa, se trata de un Grámma, con el aspecto de una mujer.
―¿Es usted Alana Hallowedroot?
―Así es.
―Bienvenida a Fireflage, la Academia le desea lo mejor, aquí tiene la carta con la información, solo debes firmar aquí.
Los Grámma son portadores de información, sobre todo institucional, los Grámma son mensajeros que surgen a través de la energía de una Gran Bruja o Gran Mago, no tienen otro propósito que entregar y otorgar información, sus palabras son programadas por el dueño, entre otras palabras, son como robots sin cuerpo mecánico.
Firmé, recibí la carta y el paquete con gratitud, y como se esperaba, su contestación también fue programada, no debería sorprenderme por eso.
Al abrir la carta, de esta salió la imagen de una mujer mayor, con el cabello corto, camisa blanca, una falda hasta las rodillas y una capa larga con capucha sin colocar; me imagino que es el Grámma de la directora de la Academia, programado para dar la información.
―Querida Alumna Alana Hallowedroot, felicidades por aplicar a nuestra Academia, soy la directora Ischyros Weller, estos son los detalles que debe saber antes de asistir: las clases empezarán en dos días; en el paquete podrá ver el uniforme otorgado por parte de la institución, somos exigentes con la pulcritud, así que le pedimos formalmente que mantenga el uniforme impecable hasta que salga del horario de clases.