Después de medirme el uniforme y revisar las materias que veré, me sentí emocionada, muy pronto empezaré a estudiar en la academia. Abracé a Tedhore, le di de comer y lo saqué de su jaula, nunca conocí un accidente con mi hámster, yo caminaba con los pies arrastrados cuando soltaba a Tedhore, así no lo piso por accidente.
Vinieron los encargados de instalar los canales, nuestros canales no son por señal satelital, sino por señal vectorial, una que solo los pueblos de las brujas poseen, podemos tener acceso al satélite de Kaián sin que los humanos nos noten, también tenemos canales hechos por los mismos pueblos. Los encargados fueron muy amables, así que les ofrecí a cada uno un jugo de fruta helada.
Salí de compras al mercado de Fireflage, uno muy rural, en la que muchos agricultores vendían sus tubérculos, vegetales y alimentos helados. Tal parece que en Fireflage es muy común los alimentos helados, a diferencia de Verona, quien es conocida por sus frutos de fuego, aquellos tan picantes que tenías que tener una botella de leche al lado. Llené mi canasta y mi carrito portable, tan portable que no necesitaba tocarlo, él me seguía a todas partes.
Los vendedores me trataron muy bien, estoy acostumbrada a ello, los magos y brujas son de confianza, eso es lo que siempre decimos.
El mercado de alimentos no es muy grande, es con base a la cantidad de pueblerinos, el mercado de productos se encontraba más adelante y ese era un poco más grande, las tiendas eran de un color azul pastel, me parece hermoso, no tengo el dinero suficiente para comprar otras cosas, tendré que esperar el dinero que me va a dar la beca cuando empiece a estudiar.
―Buenas tardes, señorita, ¿usted es la vecina nueva? ―preguntó un hombre que parecía ser un poco menor que mi padre, con ojos de un color verde.
―Oh, sí, soy Alana Hallowedroot ―le tendí la mano dejando a un lado la cesta.
Él correspondió al saludo estrechando mi mano.
―Bienvenida a Fireflage, señorita Hallowedroot, soy Magno Lazan, encargado del censo y de la representación del pueblo.
Vaya, no creí conocer al representante de Fireflage tan rápido, es joven a comparación del representante de Verona, el señor K. Cada representante se encarga de mantener vigilada la barrera, de solucionar la economía de sus pueblos y solucionan problemas, los únicos que pueden ser representantes son los Grandes Magos y Brujas.
―Es un honor saludarlo, señor Lazan.
Él sonrió con simpatía, y sacudió su mano para que yo le restara importancia al asunto.
―No necesita ser tan formal conmigo, señorita, no será nada raro verme por estos lugares, puede llamarme Magno.
Cierto, los representantes a pesar de su importante labor, no se aislaban de la sociedad, suelen ser muy amistosos con los habitantes, pero por lo que puedo ver, el señor Magno debe considerar a todos como sus vecinos.
―¿Cómo le ha ido estos primeros días en el pueblo?, me dijeron que salió a repartir panecillos a los demás vecinos, supongo que los panecillos es una costumbre de Verona, ¿no es así?
―Lo es, señor Magno. Me ha ido bien, gracias, Fireflage es un pueblo muy agradable para mí.
El señor Magno me invitó sentarme en un pequeño local en la que sirven café y helados de frutas, me dijo que ordenara lo que quisiera, él invitaba, el señor Magno pidió un café espumoso y yo pedí un helado de fresa azul.
―Me pareció increíble que alguien aceptara la casa del señor Ford con un Elde incluido, usted es muy valiente ―comentó después de dar un sorbo a su café.
Me quedé congelada ante eso, ¿el representante lo sabe?, ¡qué horror!, pensará que vendí mi alma a cambio de comodidad, mi corazón se aceleró por aquel pánico que ha generado.
―No te preocupes ―pareció leer mis pensamientos―, conozco a ese Elde, los Eldes no pueden llevarse las almas de nosotros, así que no te debe sorprender que los habitantes de este pueblo no reaccionen al ver un Elde vagando por el pueblo.
―¿Por qué nunca supe que los de Fireflage no les importa los Eldes?
―Es normal, hace siete años les temíamos aún, todos saben que el señor Ford tenía un Elde como guardián después de fallecer su esposa, más bien nos sorprendimos que un pueblerino de Verona haya aceptado al guardián Darkness. No te ha molestado, ¿verdad?
―No dejaba de asustarme desde que llegué aquí.
Contuvo una risa, de alguna manera, que esté tan relajado, hizo que no me sintiese nerviosa como antes.
―Darkness sabe hacer bromas bastante pesadas, sobre todo a los jóvenes, es bastante malicioso, pero no le ha hecho daño a nadie, tus días no serán aburridos.
Menos mal y me avisa, o hubiese vivido en pánico cada día, aunque eso no me quita el miedo a los Eldes, crecí con ese miedo de ellos.
―¿Cómo es que Verona no se ha enterado aún?
Yo estuve comiendo mi helado despacio.
―Bueno, Fireflage es un pueblo que no se mete en los asuntos de otros, así que no solemos informar cosas que no sean con base a la educación de la Academia. ¿Quieres saber por qué ya no le tememos a los Eldes? ― Yo asentí―. Como sabes, suele haber un solsticio de Eldes en invierno, pasan todos por un pueblo, resulta que nos tomó desprevenidos, pensamos que el solsticio iba a ser en Eraz, gran parte de los pueblerinos no sabían qué hacer por el pánico, pero a pesar de todo el miedo, nos dimos cuenta que ellos nos ignoraban. El señor Ford siempre nos recalcaba que su Elde era un Guardián y no le hacía nada.
Aunque no creo que ellos sean completamente inofensivos, no hay que olvidar que son nuestra contraparte, ellos causan maldiciones a los seres humanos, nosotros debemos quitar esas maldiciones que ponen.
―Me imagino que los humanos de aquí les pareció rara sus actitudes ―comenté.
Los humanos no pueden ver a los Eldes, tal vez los puedan sentir, pero no los ven ni escuchan a diferencia de nosotros, me sentí una idiota al recordar la vez que le pregunté a Ovi si vio un Elde.