La caída de Izan

Capítulo 1: Nora

Tomo aire y lo exhalo poco a poco para no perder la cordura.

Dicen que regresas de tus vacaciones renovada y relajada, no discuto eso; sin embargo, no te comentan que todo el estrés que perdiste en los días de vacaciones regresa el primer día de trabajo como una avalancha dispuesta a aplastarte sin piedad.

La asistente suplente fue un fracaso, o mejor dicho, no hizo nada y ahora me toca hacer lo que no hizo y lo que tengo que hacer actualmente.

No me sorprende que mi jefe Drago me recibiera con tanto entusiasmo y con una caja de chocolates. Al parecer él también sufrió sin mí y eso me complace, me hace casi irremplazable. 

Ahora todo es una locura con el hotel funcionando de nuevo y debo seguirle el paso a Drago que necesita estar en todo y controlarlo evitando a su madre.

—Buenos días, preciosa.

Resoplo. Lo único que me faltaba es que apareciera el hermano menor del jefe, Izan Carter, para terminar por fastidiar mi día.

Sigo redactando el correo tratando de ignorarlo, tal vez se vaya, aunque lo dudo.

El hombre es guapo, tiene una sonrisa que provoca que te quieras bajar las bragas y es por eso que hay que evitarlo.

Él es un hombre de aventuras que pasa la mayor parte del tiempo viajando de un lado al otro sin rumbo fijo y acostándose con cualquier mujer de revista que le abra las piernas. En este momento es lo último que necesito.

Me costó mucho salir de la última relación complicada que tuve, gracias al trabajo que me dio Drago y al apoyo de mi mejor amiga Silver salí adelante y recuperé el control de mi vida.

No necesito que un playboy mujeriego e irresponsable alborote mi vida teniendo una aventura sin sentido.

»Ignorarme no hará que me vaya, todo lo contrario. ¿Por qué no admites que también te gusto? Prometo que no le diré a nadie.

Aparto la mirada de la laptop y la fijo en él con una sonrisa fingida.

—Tienes razón, muero por ti, pero no mezclo placer con negocios.

—Trabajas para mi hermano, no para mí.

Ruedo los ojos.

—No estoy interesada en ti. No tengo aventuras…

—¿Y quién dijo que busco aventura contigo? Puede que haya decidido ir en serio con una mujer y esa mujer seas tú.

—Si quisiera un novio buscaría alguien responsable, con dirección y que quiera establecerse y no desaparecer en su vehículo de dos ruedas.

Él ríe.

Maldita sonrisa.

—Tengo dirección—saca su billetera y me enseña su DNI—. ¿Ves? Ahí está impresa y es legal.

Trato de no reírme. Admito que es ingenioso para responder.

Vuelvo a poner la atención en la computadora, Izan quiere decir algo, mas calla cuando la puerta de la oficina de mi jefe Drago se abre y este sale maldiciendo.

—¿Estás molestando a mi asistente? Si ella se llega a ir por tu culpa, te asesinaré, Izan.

—Oye, no la estoy molestando, solo tratando de convencerla de salir conmigo—sonríe—. No puedes hacer eso, soy tu hermano y mamá se enojaría.

—En este momento ella es más de ayuda que tú, así que ser mi hermano no te salva. Con respecto a mamá, no tiene que saber que soy el culpable de tu muerte.

Izan niega con la cabeza.

—Yo pensando que convertirte en un hombre felizmente casado y enamorado ayudaría a apaciguar tu personalidad hosca.

—Solo mi mujer y mi hijo logran eso.

—Presumido.

—¿Qué haces aquí, Izan?

—Molestando. —respondo.

—No, he estado pensando y creo que es hora que haga algo diferente con mi vida. Viajar es bueno, electrizante y muy renovador, no obstante, puede ser cansador. Le pedí trabajo a Aiton y me dijo que su socio no me quiere. Me enteré de que no le caigo bien porque me acosté con su exnovia y yo ni sabía que era la exnovia y no entiendo por qué importa, no era la novia y él no es mi amigo para utilizar la regla: «exnovias prohibidas» y fue hace mucho, ni siquiera la recordaba.

—¿Por qué eso no me sorprende? —musito en voz baja. Ambos hermanos me ignoran, o no me escucharon.

—El punto es que tengo otro hermano y tú sí puedes darme algo que hacer.

—Sí. Necesito un conserje temporal. El del hotel se quebró el brazo y estará de baja por un par de semanas.

—¿Qué hace un conserje de hotel?

—En este caso, recibir a los huéspedes, guiarlos a recepción y acompañarlos a sus habitaciones. A ti que te gusta tanto hablar y socializar puede ser útil.

—Yo pensaba en algo con computadoras. ¿Recuerdas que soy ingeniero en informática?

—Estoy dudando si realmente lo eres o conseguiste el título de alguna manera…

—Placentera. —acabo por Drago.

Él sonríe.

—Gracias, Nora.




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