La chica de los sueños locos

Capítulo 01

DAVID

La gente es estúpida, y las mujeres son un peligro, peor si están dolidas o enojadas.

Ambas cosas las compruebo al bajar de mi coche, no alcanzo ni a activar la alarma, todo ocurre tan rápido que casi salgo corriendo del susto: La puerta de la casa de quien vine a visitar, se abre de par a par y una mujer enfurecida sale del interior, arrugo el ceño notando la maleta que arrastra con ella, y mi mejor amigo sale por detrás intentando detenerla.

—Por favor, Mel. Espera. —La sujeta del brazo por un instante.

—Suéltame —espeta y se zafa de su agarre de malas maneras—. Esto se acabó, entiéndelo de una vez.

—Hablemos, por favor, no nos hagas esto.

Los ojos azules de mi mejor amigo están cristalizados por las lágrimas y es evidente que ha estado llorando desde hace rato, eso a juzgar por la hinchazón e irritación.. Su novia está igual, pero parece que en ella la furia es más fuerte que la tristeza.

—Lo siento, de verdad —murmura Austin con la voz trémula.

Cae de rodillas delante de ella sin dejar de llorar, Melanie se detiene apretando los labios. Por muy enojada que esté, se nota que no le faltan ganas de perdonar lo que sea que Austin haya hecho y, analizando la situación, esto que estoy presenciando es la ruptura de su relación; una relación de siete años.

Es casi como ver el derrumbe de una montaña.

Y, claro, eso a la gente le parece muy interesante. Los vecinos comienzan a asomarse por las ventanas al oír los gritos, algunos transeúntes aminoran el ritmo de sus pasos para mirar hacia ellos. ¿Qué no tienen nada mejor que hacer que husmear en la vida de otros?

Austin abraza a Melanie por la cintura, o eso intenta, porque ella retrocede.

—Déjame —balbucea temblorosa.

Tampoco la está pasando bien, se nota a leguas, pero ¿qué fue lo que hizo Austin como para que Melanie esté así? En todos estos años jamás la había visto tan alterada y cerrada a hablar con él.

—Mel…, por favor, no me dejes. Lo eres todo para mí, ¿recuerdas? Sé que fui un idiota y que no debí…

—Me alegra que te des cuenta —lo corta—: Eres un idiota.

Austin se traga las lágrimas y se pone de pie intentando caminar hacia su dolida novia, o bueno, exnovia, porque dudo mucho que Melanie siga formando parte de su vida luego de esto, sea cual sea la razón por la que estén montando una escena tan dramática a ojos y oídos de medio mundo.

La gente en la calle se sigue deteniendo con disimulo, pero retoman el ritmo cuando les lanzo miradas recriminatorias. Esto me lleva a mi primera afirmación: la gente es estúpida.

—Mel… —Intenta tomar la mano de la embravecida mujer y ella se aleja bruscamente secando las lágrimas que mojan sus mejillas.

—Sabías que esto era lo único que nunca te podría perdonar —murmura con tanto dolor en su voz que Austin se rompe todavía más—. Así que ahora déjame en paz, no quiero saber más de ti luego de esto, no me busques, no me llames. Es más, olvida que existo y…

—¡No puedo! —exclama él. Sus rizos dorados se sacuden sobre su frente al negar con vehemencia—. No puedo hacer algo así, Melanie. ¡Te amo, joder! ¡Te amo demasiado! —Austin también suena herido, Melanie ahoga un sollozo—. No me pidas que me aleje de ti, por favor… Sé que arruiné las cosas, lo sé, pero quiero y puedo enmendarlo, si tú tan solo me dieras la oportunidad, te juro que yo…

—Debiste pensar en mí antes de llevar otra mujer a la cama —lo corta de nuevo con los labios temblando.

¿Qué? ¿He oído bien? ¿Melanie acaba de decir que Austin le fue infiel? No me lo puedo creer.

—Y no lo hiciste —continúa ella—, por ende, tampoco me preocuparé por ti ahora, no me importa si esto te duele porque a ti poco te importó cómo me sentiría yo con lo que hiciste.

—Mel…

Austin intenta acercarse otra vez, en vano; Melanie niega con la cabeza y retrocede alejándose de él, negándole el derecho de tocarla.

Por otro lado, el número de personas atentas a la escena comienza a desesperarme. ¿Qué mierda les interesa a ellos lo que está sucediendo? Joder, ¿no tienen nada mejor que hacer? Lanzo miradas fulminantes a distintas personas para que sigan caminando, pero muchos de ellos fingen no darse cuenta y permanecen en su lugar.

Mierda.

Austin está demasiado enfrascado en su discusión como para darse cuenta de que está siendo el centro de atención, no está razonando, en este mismo momento piensa con el corazón y no con el cerebro.

El amor nos hace estúpidos.

—Debiste pensarlo dos veces, Austin. ¡Y no lo hiciste! —Alza la voz—. ¡Ahora vete a la mierda, acuéstate con cuantas quieras, haz lo que se te plazca y olvídate de mí!

Mi mejor amigo entiende que todo acabó y cae de rodillas, derrotado, esta vez ya no se levanta, se deja vencer y le da vía libre a sus lágrimas para que caigan sin control.

—Espero que respetes mi decisión —añade Melanie con la voz rota—: No vuelvas a buscarme.

Toma la valija del suelo, gira sobre su eje y se aleja por la acera empujando a quienes le cortan el paso. Transcurren unos segundos antes de que pueda reaccionar. Activo la alarma del coche y avanzo hacia mi mejor amigo que todavía yace tirado de rodillas, me acomodo de cuclillas a su lado y carraspeo la garganta para captar su atención, parece ido, como si estuviese en otro planeta y no en este.




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