La chica de los sueños locos

Capítulo 03

DAVID

Salgo del restaurante persiguiendo a Austin, está demasiado sobresaltado luego del extraño encuentro que acabamos de tener con Melanie y su amiga altanera. Lo sigo con el fin de detenerlo, pero no corro demasiado porque el rubio se detiene al llegar a un parque, busca una canilla y se inclina hacia delante abriendo el paso de agua, empapa sus rizos con el fin de quitar el vino. Tendrá que ducharse, obvio, esta solo es una solución temporal.

Me quedo a un metro de distancia y lo observo hasta que termina de lavarse, se endereza y se quita la camiseta —la cual es blanca, para rematar— teñida de vino, con ella se seca el rostro y el cabello. Queda solo con una remera gris debajo, también está mojada, pero decide conservarla para no andar mostrando el torso desnudo a medio mundo, al final lanza la camiseta en un contenedor de basura cercano, se aleja unos pasos y toma asiento en la primera banca que encuentra.

Me acerco con cautela hacia él y tomo asiento a su lado en silencio, de refilón observo que se frota los ojos; está limpiando las lágrimas que salen de ellos.

—Lo siento…

—Cállate, esto es tu culpa —espeta.

Bueno…, está molesto, me lo esperaba desde el instante en que Melanie y su amiga aparecieron como por arte de magia, y si a eso le sumamos que invité a Danna y Cinthia sin consultarle antes, pues, es entendible que esté enojado.

—Si no hubieras invitado a esas chicas, Melanie no me hubiese encontrado en esa situación —añade—, debe estar pensando lo peor de mí. A estas alturas es imposible que algún día perdone por todo lo que le hice.

Me muerdo la lengua para no mencionar acerca de la llamada de Melanie —el mismo día en que terminaron— porque sé que no tengo derecho de contárselo, se lo prometí a ella. Además, darle esperanzas terminaría haciendo que se sienta peor.

—¿Por qué no me dijiste que habías invitado a esas dos chicas? Te hubiese dejado cenar con ellas y hacer un puto trío. Todo me parece mejor que el hecho de acabar como acabé esta noche. —Su tono de voz suena dolido.

Y sé que no es solo por haberse encontrado con su ex de este modo, sino porque hice algo que no debía. Lo admito, fue mi error.

—Lo lamento, Austin, yo solo…

—Ni te esfuerces, ahora mismo me importa una mierda lo que tengas para decirme. Lo hecho, hecho está —me corta.

Sí, mejor me quedo callado por un rato, al menos hasta que se le pase un poco el enojo. Está en todo su derecho de sentirse así por lo que hice, no voy a insistir hasta que Austin esté dispuesto a escucharme.

Pasan los minutos, el frío de la noche cae sobre nosotros y Austin empieza a temblar, está congelándose con esa simple remera y el cabello húmedo, a este paso se va a resfriar.

—Deberíamos irnos, ¿no crees? Te enfermarás si permanecemos aquí por más tiempo.

Sus ojos viajan hacia mí por un momento y un suspiro escapa de sus labios, sabe que tengo razón.

—A veces detesto tanto no poder enojarme contigo por más de media hora —espeta y una pequeña sonrisa se pinta en mis labios—. Eres un imbécil, ¿sabías? Si yo fuese mujer no te daría entrada ni aunque me pagaran.

—Qué suerte que no lo eres. —Le guiño un ojo divertido.

—¿Suerte? Tú y yo somos como un viejo matrimonio, suerte sería conseguir el divorcio sin arrepentirme después. —Me rio por su tono de voz.

—Yo también te amo, Ricitos de Oro —me mofo e intento pellizcar su nariz, pero me aparta de un manotazo.

—Sigo enojado por lo que sucedió, que te perdone no quita que sigas siendo idiota —espeta y se pone de pie.

—¿Gracias? —Frunzo el ceño y también me levanto.

Juntos caminamos de regreso al restaurante, el silencio se instaura entre los dos, mas me alivia saber que estamos en paz.

Solo espero que Danna y Cinthia ya se hayan marchado, no me gustaría cruzarme con ellas y tener que lidiar con los dramas de esa pelirroja, quien seguro estará tirando chispas luego de lo que sucedió con la amiga de Melanie. Llegamos al local y, por suerte, no vemos a las chicas por ningún lado.

—¿Te parece si intentamos salir otro día? —propone Austin—. A solas, de ser posible. El objetivo de esta cena era pasar tiempo contigo.

—Me parece una gran idea. —Sonrío—. Solo avísame cuándo.

—Hecho. Adiós, Dav.

Me despido de él y lo observo mientras se aleja para subir a su coche. Una vez que se va, busco mi auto para hacer lo mismo. Conduzco sin prisas hasta mi edificio, no tengo mucho más que hacer esta noche, estaciono en mi lugar predilecto, bajo y enciendo la alarma.

Entro al edificio, subo al ascensor y toco el botón del decimoquinto piso. Una música suave resuena de fondo en el trayecto, me da sueño. Salgo del elevador cuando se detiene y me meto en mi departamento. Necesito descansar luego de todo el lío de hoy.

Me doy una ducha antes de acostarme. No obstante, no pego el ojo con facilidad, en mi cabeza no dejan de reproducirse las imágenes de lo sucedido en el restaurante. Hay algo que no me cierra, no sé qué es. El objetivo de llevar a Danna y a su amiga era que Austin se distrajera, y terminamos cruzándonos a su ex, pero lo que me parece raro no es eso, al contrario, lo que no entiendo es por qué la chica que acompañaba a Melanie se me hizo tan familiar.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.