CAMILA
Casi salto de la alegría al terminar de leer ese correo electrónico. ¡No me lo puedo creer! ¡Me han aceptado!
Como… secretaria.
La alegría se me baja de golpe, caigo en cuenta con el nombre de la empresa y el puesto para el que fui entrevistada. Hago una mueca de decepción, pero no me queda más que suspirar, me resigno a aceptarlo. Estaba desesperada en busca de empleo, tanto que hasta me presenté en una entrevista para un puesto completamente alejado de mis opciones.
Si por mí fuera, hubiese entrado como Administradora Financiera, por algo estudié Administración de Empresas, ¿saben? Para mi desgracia, ese era el único puesto vacante en Ibáñez Brothers Company: secretaria para el Gerente del Área Creativa.
Supongo que peor es nada, ¿no?
El correo proviene de Alicia Cantú, la Directora del Área Administrativa, en él me indica que pase por la empresa este mismo viernes para recibir orientación, y que el lunes a primera hora podré comenzar a trabajar sin más inconvenientes.
Otra cuestión importante, aparte de que no sea lo que quería, es que es un puesto temporal: la dueña está embarazada y sacará licencia por maternidad, lo que significa que quedaré desempleada otra vez cuando ella regrese. Sin embargo, viendo el lado positivo (para no caer en depresión), al menos tendré un trabajo asegurado por un par de meses. No niego que me decepciona, pero no puedo pedir más.
—¿Me estás escuchando, Emilia? —bufa.
Levanto la vista de la pantalla del ordenador solo para acabar cruzándome a mi mejor amiga con el ceño fruncido, está molesta por ser ignorada y me ha llamado por mi segundo nombre… Okay, esto no es bueno.
—¿Ah? Eh, por…
—Ni lo intentes —me corta—. Es más que obvio que no me estabas prestando atención, ¿qué tanto ves en esa computadora?
Melanie pasa a tomar asiento a mi lado sobre la cama y se estira un poco para poder leer el correo, no se lo impido, pues, yo también lo hago.
—¿Recuerdas que te dije que Facundo me despidió? Bueno, algo que no te dije fue el motivo.
—¿Qué?
—Intentó tocarme sin mi consentimiento, lo rechacé e intentó… abusar de mí. —Me aclaro la garganta—. No lo dejé. Me defendí y lo denuncié por acoso sexual, otras mujeres de la empresa me apoyaron y también lo denunciaron. Facundo es un depravado. Lo arrestaron, pero logró despedirme antes de que sucediera.
No se lo había contado a nadie hasta ahora, ni siquiera a mi familia cuando fui a visitarlos hace unas semanas. No quise decirle nada a Joel porque, conociendo cómo es, se hubiese vuelto loco. No obstante, yo no soy débil ni indefensa; sé cuidar de mí misma. Cuando era más joven tomé clases de defensa personal, me gustó, también fui a clases de karate con un amigo como forma de matar el tiempo, eventualmente terminé practicando varios tipos de artes marciales. Facundo, por muy hombrecito que se crea y por mucho que sea más grande que yo, no tuvo oportunidad contra mis maniobras.
—Eso… Yo… ¿Por qué no me lo dijiste cuando sucedió? —Arruga el ceño, entre molesta, decepcionada y preocupada.
Porque estabas con Austin.
No quiero decirle que me lo guardé porque ese mismo día ella había ido a casa de sus suegros a festejar el cumpleaños del hermano menor de Austin, Aiden.
—No quería hablar de eso —miento—, pero ya está. Facundo no le hará daño a nadie más por un buen tiempo, y yo ya conseguí un nuevo empleo, ¿qué más queda? Solo cerrar esta mala experiencia laboral.
Estuve seis meses junto a Facundo como Asesora Empresarial, el sueldo era bueno, fue de las cosas que me mantuvieron ahí pese a que él siempre se me había insinuado, pero yo nunca le di ni la hora. Todo se fue a la mierda cuando intentó sobrepasar los límites.
—Pero es temporal, Cami, y… como secretaria. —Suena desilusionada.
—La chica tiene pocos meses de embarazo —alego—, lo que quiere decir que tengo un trabajo asegurado al menos por un año.
Melanie no se ve convencida, mas no le queda de otra que asentir. Ambas sabemos que tengo razón, aunque ella no sepa que tuve que llegar a estos extremos porque Facundo habló muy mal de mí. A pesar de ser un pervertido, era o es un empresario bastante reconocido, tiene contactos, conocidos y formas de arruinarle la vida a cualquiera. Lo hizo conmigo, estoy segura de que es por su culpa que no he conseguido nada en estas semanas. Digo, ¿qué otra explicación podría haber de que en todos lados me dijeran lo mismo? «Te llamaremos», jamás lo hicieron.
—Bueno, algo es algo. —Suspira—. Por lo menos tendrás un sueldo y podrás buscar algo mejor antes de que tu contrato finalice.
—Exactamente. —Asiento.
—¿Cómo era el nombre de la empresa? —Se inclina de nuevo para buscar la respuesta en el correo.
—Ibáñez Brothers Company —digo, ahorrándole el trabajo—, es una empresa de publicidad. Tiene muy buenas referencias, he oído cosas como que…
—¿Ibáñez dijiste? —me corta Mel frunciendo el ceño.
—Eh, sí… ¿Por qué pones esa cara?
—No, no es nada, solo… —Suspira otra vez—. Un amigo de Austin trabaja ahí, quizás te lo cruces.