DAVID
Un suspiro pesado abandona mis labios cuando bajo del coche. Bueno, no puedo negar que tuve un fin de semana algo inusual y que lo sucedido en mi «cita a vistas» me ha tenido pensando en cierta castaña desde el preciso momento en que la dejé de regreso en su departamento.
Mi objetivo con la cena era acercarme a ella lo suficiente como para convencerla de ir a la boda de Charlotte conmigo, nunca creí que me terminaría robando un beso para esconderse de su propio ex y que eso me serviría como excusa para terminar de sentenciarme. Ya, es oficial: Camila Bisbal forma parte de mi vida, lo cual es un hecho irremediable e irrevocable.
Enciendo la alarma del auto y me dispongo a entrar al edificio en el preciso momento en que el celular comienza a sonar dentro del bolsillo de mi pantalón, una llamada, contesto de inmediato al darme cuenta de que se trata del Director Rojas.
—Buen día, Director.
—Buen día, Morrison. ¿Ya se encuentra en la empresa?
—Estaba a punto de entrar, señor.
—Perfecto, quiero que tenga todo listo antes de las diez, en este mismo momento me estoy dirigiendo al hotel de Mikhaylov Family para desayunar con los gemelos. Trataré de darles todo el tiempo que pueda, pero no prometo mucho. Así que agradecería que pueda usar estas horas de ventaja para esperar a los Mikhaylov con los brazos abiertos.
¿De qué está…?
Mierda, de repente me cae encima un cubetazo de realidad que me hace caer en cuenta de que hoy es lunes, el preciso lunes por el que estuve esperando desde hace días. ¡Los Mikhaylov vienen a ver el borrador!
—Delo por hecho —aseguro.
—Confío en sus habilidades, Morrison, no me falle.
—No lo haré.
Y el Director corta la llamada. Joder, necesito preparar todo. Se me había olvidado por completo, ¿cómo es que pude dejar de lado algo tan importante como esto? Si los gemelos aprueban el primer borrador, la campaña ya estará lista y en cuestión de una semana podremos comenzar con los eventos de lanzamiento e inauguración. Apuro el paso y subo las escaleras porque no pienso quedarme a esperar el puto elevador.
Los siete pisos se me hacen cortos entre tantos pensamientos sobre cosas pendientes, algunos empleados me saludan al verme llegar, aprovecho que la gran mayoría ya está aquí y decido dar un anuncio:
—Buen día a todos, espero que se encuentren bien. —Muchos pares de ojos se posan en mí—. Como saben, hoy debemos entregar el primer borrador de la campaña Mikhaylov, lo que significa que tendremos que esforzarnos para que nuestro trabajo de estas últimas semanas haya valido la pena. Por eso quiero pedir que todos cumplan con su parte y que la sala de juntas esté lista cuanto antes. El Director Carlos Rojas traerá a los clientes dentro de dos horas, ese es el tiempo que tenemos para estar listos. ¡Comienza la cuenta regresiva, manos a la obra!
—¡Sí, Gerente! —contestan al unísono.
Retomo el paso y me encamino hacia mi oficina, Camila se encuentra allí acomodando unos papeles en el interior de diferentes carpetas.
—Buen día —saludo.
Sus ojos se mueven rápido hacia mí y esboza una sonrisa. Hay algo nuevo en ella, y no me refiero solo al collar de cadenas negras que trae en el cuello, sino a su mirada, es como… ¿Es así como ve a sus amigos? Se supone que eso somos ahora —fuera del trabajo, claro está—.
—Buen día, Gerente. Le dejé todo los papeles para la presentación sobre su escritorio, el Subgerente Matías me entregó una versión resumida hace un rato para que se le hiciera más fácil la lectura. Además, él ha estado movilizando a su equipo de trabajo para terminar con su parte.
—Bien, ¿algo más?
—Estoy catalogando estas carpetas por rango para que pueda facilitarles a los directivos que estén presentes en la reunión.
—Llévalas a la sala de juntas en cuanto acabes.
—Claro.
—¿Eso sería todo?
Responde con un asentimiento, es mi señal para entrar a la oficina de una vez. Con pasos veloces y largas zancadas, me muevo hasta los sofás individuales, dejo mi maletín sobre uno de ellos y también me quito la chaqueta. Aflojo el nudo de mi corbata, rodeo el escritorio, tomo asiento y comienzo a leer los papeles que Camila mencionó.
Me toma menos de media hora revisar todo, lo que Matías me entregó fue un resumen de lo que debo tener en cuenta a la hora de dar una presentación explicativa sobre todo el material audiovisual entregado por el Área de Concreción. Las grabaciones fueron de maravilla estas últimas semanas y el hotel está casi listo en su totalidad.
Las dos horas que había mencionado como tiempo límite se me pasan entre una cosa y otra, para cuando puedo darme cuenta, Camila ya está entrando para avisar que el Director viene en camino. Ella también luce algo nerviosa, le tiemblan las manos cuando le pido que me ayude a llevar las carpetas que estuve revisando.
—¿Te sientes bien? —No puedo evitar preguntarle.
—No se preocupe por mí, Gerente —murmura en respuesta.
La última vez que la vi comportarse así fue cuando Nahuel vino a la empresa, ese mismo día sufrió un ataque de pánico del que no quiso darme motivos y además luego me enteré de que ellos dos se conocen de antes. La duda de esa historia sigue picando, y más todavía al darme cuenta de que hay mucho que no sé sobre su vida. Se supone que ahora somos amigos, ¿no? Si le pregunto, quizás esta vez acceda a explicarme por qué parece estar a punto de desmayarse.