La chica de los sueños locos

Capítulo 28

CAMILA

Detesto a Santiago, lo odio con toda mi alma. Bueno, no, no lo odio, al contrario, lo amo tanto que a veces quiero matarlo, como ahora mismo, por ejemplo. ¿Cómo se le ocurre hacerse el loco delante de David? ¡Él ni siquiera sabe que es gay! ¿Acaso quiere dejarme en ridículo frente al chico que me gus…? No, delante de mi amigo. Está loco.

Y tú más por negar lo evidente.

Cierra la boca.

—Tu amigo es muy… peculiar.

Tierra, trágame.

Lo único que puedo hacer es sonreír para no morir de la vergüenza, ya hemos tomado asiento en mi mesa favorita, aquí adentro la temperatura es perfecta, sería la vista ideal si tan solo pudiera sostenerle la mirada al hombre que tengo delante de mí.

—No le hagas caso —pido.

—He de admitir que me sorprende.

—¿El qué?

Por favor, que no haya entendido mal, lo último que quiero es que piense que tengo algo con él. ¡Vamos! Si a mí nunca me ha mirado como mujer, y jamás lo hará, sus preferencias lo convierten en el hombre perfecto para mejor amigo, pero David no sabe sobre la orientación de Santy y yo no me atrevo a decírselo por miedo a lo que pensará, ¿y si termina pensando que fui criada en un convento y por eso mis experiencias con los hombres están malditas por el Señor?

Bueno, tampoco así.

—Que me hayas mentido, creí que yo era el único hombre al que habías presentado ante tus amigos, sin contar a tus ex, claro.

Joder… ¿Por qué su voz suena tan jodidamente grave y tan jodidamente atractiva diciendo aquello? Incluso podría decir que, si no fuera un hecho imposible, suena ligeramente celoso.

—Y lo eres, Santy solo intentaba molestarme —aseguro de inmediato.

Lanzo una mirada hacia la cocina, obvio que él me está mirando con una sonrisa de burla y diversión plasmada en el rostro, inclusive se atreve a lanzar un beso volador hacia mí.

Es un imbécil.

Melanie no está aquí, es más, hoy no salió de casa, dudo que quiera desaprovechar el tiempo que tiene con Joel, después de todo su repentina visita a la ciudad fue por ella… Sí, por primera vez en mucho tiempo mi hermano ha puesto a otra persona por delante de mí, y sé que sonará egoísta y que parezco una niña celosa, pero quisiera que esto no se hubiera dado, al menos no de este modo, es decir, ¿a quién le gusta enterarse que su hermano y su mejor amiga se estuvieron viendo a sus espaldas? Y peor si tomamos en cuenta el modo en que me enteré.

Duele, no voy a negarlo, duele darme cuenta de que Joel al fin ha retomado su vida amorosa, y me alegra por él, ya era hora, pero… una parte de mí quisiera seguir siendo su prioridad, quisiera seguir siendo la mujer más importante en su vida.

—Creo que ya te habrás dado cuenta de que no soy perseguida por nadie —añado para apartar los malos sentimientos—, mucho menos por los hombres, así que no, te aseguro que no te he mentido.

Un suspiro profundo abandona mis labios, bueno, he logrado mantenerme centrada durante todo el día y conseguí distraerme lo suficiente como para no pensar en la incómoda conversación de esta mañana.

«Lo digo de verdad, Cami, no era mi intención desembocar en esto, solo… ocurrió. Perdóname, pero no puedo evitar quererla».

—En ese caso, creo que ya podrías empezar a contarme lo que sucedió con Melanie y Joel —opina David—. Estamos en el restaurante de tu amigo, la comida viene en camino y las vistas nocturnas están justo ahí, ¿no era lo que querías?

Me rio entre dientes, sí… Dije eso solo para ganar algo de tiempo, lo cierto es que no quisiera hablar de esto, aunque tampoco puedo evitarlo para siempre.

—Ah, eh, sí. Y devolveré tu ropa en cuanto la lave, gracias por… lo de anoche.

Todavía se me acelera el corazón recordando el momento en que estuvimos solos en su departamento, el modo en que me miraba, el olor de su perfume contra mi piel fue un método muy efectivo para conciliar el sueño, pero los nervios me dificultaron la tarea. Sé que le pedí ser amigos, mas todavía me cuesta mirarlo sin recordar lo cálidos que son sus labios.

—La ropa me da igual, Camila, por mí puedes quedarte con ella si quieres. —Hunde un hombro restándole importancia—. Lo que quiero saber es cómo estás tú, a ver, ¿cómo fueron las cosas esta mañana luego de dejarte en tu departamento?

—Mejor de lo que esperaba.

Eso no lo puedo negar, la conversación fue mucho más liviana de lo que había pensado, lo que me dijeron pude procesarlo sin desequilibrios emocionales de por medio y acabé aceptando su reciente noviazgo, ¿qué más podía hacer?

—¿Y eso quiere decir que…?

—Me explicaron que han estado interesados entre sí desde hace un tiempo, más precisamente desde que mi hermano vino a verme hace unos meses y su visita se extendió durante varias semanas, cosa poco habitual, fue en ese entonces que lo conociste, ¿recuerdas? —David asiente—. He de decir que sí que lo vi raro en su momento, pero creí que se debía a que estaba preocupado por mí, la campaña de los Mikhaylov apenas había llegado a la empresa y mis… emociones estaban muy revueltas, no tenía cabeza para nada, en realidad, ni siquiera noté que se coquetearan o… no sé, supongo que estaba demasiado enfocada en mis propios problemas como para mirar más allá de mi nariz. —Suspiro—. La cosa es que Joel siempre había tenido una actitud protectora sobre Mel, mucho antes incluso de que ella se fuera de la ciudad hace tantos años, mi hermano nunca dejó de preguntarme por ella aunque no se vieran ni hablaran. Las señales estaban ahí, ¿entiendes? Pero yo no fui capaz de verlas, es más, quizá no quería verlas.




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