La chica de los sueños locos

Capítulo 29

DAVID

Semanas después…

—¡Felicidades, Gerente!

Me reciben con un estallido de aplausos, serpentina que cae sobre mi cabeza y un sinfín de globos que se amontonan contra el techo. Tardo un par de instantes en leer el gran cartel que colgaron para mí y, tras hacerlo, quedo shockeado.

—He de decir que estoy más que orgulloso de usted, Morrison. —El Director Carlos se me acerca con dos copas en las manos, una de ellas para mí—. Sé que no fue sencillo, pero he de darle mi respeto; lo consiguió, oficialmente podré jubilarme en paz.

Releo el cartel. Joder… «David Morrison, nuestro nuevo Director. ¡Felicidades!».

—Gra… gracias.

Una oleada de carcajadas llena el espacio, creo que nadie se esperaba escucharme balbuceando como un niño sorprendido, pero vamos, ¿cómo más iba a quedar luego de esto? El Director… No, el ex-director Carlos no me había dicho nada, no tenía idea de que al fin se había jubilado y, aunque imaginaba que yo sería su sucesor —por ello estuve trabajando, después de todo—, no pensé que me enteraría de este modo.

—¡Brindemos por el nuevo Director del Área Creativa!

Todos alzan sus copas, cosa que imito al tiempo que mis ojos merodean por la habitación localizando todos los rostros hasta dar con Matías y… Camila, ella sonríe con orgullo y eleva su copa —con jugo, a juzgar por el color del líquido— para brindar conmigo desde lejos.

Tomo un sorbo de mi copa porque se me ha secado la garganta. Director… Joder, ahora soy Director.

La felicidad llega de a poco, pero surte su máximo efecto a medida de cuanto más tiempo pasa. La pequeña celebración no se extiende por demasiado tiempo, pues, toca asistir a una reunión donde se lleva a cabo el papeleo y el ascenso oficial, el Presidente Abel Ibáñez encabeza la mesa realizando las formalidades él mismo.

—Lo felicito, Morrison. Y a usted, Rojas, le deseo mucha dicha, que goce de los frutos de su arduo trabajo durante todos estos años.

Los ejecutivos de la empresa nos felicitan con aplausos sutiles y controlados, no obstante, se me infla el ego de solo mirar a quienes ambicionaban este puesto, queda claro que yo no era el único. Por otro lado, también me enorgullezco cuando le sucede a Matías; él asciende de Subgerente a Gerente, otro motivo para celebrar. Salimos de la reunión con sonrisas inmensas pintadas en nuestros rostros.

—Bueno, querido Director, no quisiera sonar atrevido, pero creo que debería quitar cuanto antes sus cosas de mi nueva oficina y trasladarlas a la suya —bromea Matías.

—Ja, cuánta prisa, eh, ¿por qué tan ansioso?

—Disculpe, es que no veo las horas de cambiar de secretaria, no porque la mía sea mala, si no porque la suya tiene algo bastante atrayente. —Me guiña el ojo mofándose de mí, pero el chiste no me hace ni puta gracia.

Mierda, ¿es decir que ahora Camila estará trabajando bajo las órdenes de Matías? Ascender a Director significa un cambio radical, mis responsabilidades para con la empresa han de cambiar dándome más libertad con los horarios, pero todo esto también significa que cambiaré de secretaria… otra vez.

—No te hagas el chistoso —bufo de mala gana.

—¿Qué? Es muy eficiente —alega de inmediato—. La he visto trabajando para ti estos últimos meses, se ha adaptado rápido a todas tus exigencias y siempre da todo de sí para cumplir con lo que se le pide. Penélope tampoco se queda atrás, pero ella es algo… sensible, por así decirlo, y la verdad preferiría que tenga un carácter un poco más fuerte, así como Camila, por darte un ejemplo.

La vena del cuello comienza a palpitarme.

—Ajá, ya.

Matías entra al elevador sin titubear, pero yo declino por las escaleras; necesito usar el escaso trayecto para organizar mis ideas.

Bueno, Camila trabajará para Matías, esa parte está clara, la duda aquí es: ¿Por qué me molesta?

Me he acostumbrado a ella tanto como ella a mí, es de las mejores secretarias que he tenido, y lo siento por Avril, pues la ha destronado. Pero ese sigue sin ser motivo suficiente para molestarme, estas últimas semanas —casi cuatro— hemos mantenido una química algo extraña. Camila ha estado extraña, más bien. No sé si se deba a las constantes visitas de su hermano, quien viene a ver a Melanie cada dos o tres días, o si hay algo que no me ha contado, solo sé que la he notado un poco más apagada de lo usual.

Hemos salido juntos a cenar o a pasar el rato, podría decirse que comienzo a adaptarme a ser solo su amigo, aunque tampoco voy a negar que mis pensamientos hacia ella revolucionan de vez en cuando y se suben de tono más de lo que deberían. Sin embargo, nuestra relación fuera de la empresa poco tiene que ver con lo que sucede aquí adentro.

Es una sensación… interesante.

De vuelta en mi piso, todos los empleados me lanzan miradas de orgullo y respeto.

—Anda, solo míralo, aquí viene.

Matías me dedica una sonrisa pedante al verme llegar, se encuentra justo delante de la puerta de mi oficina y… ¿Esa caja sobre el escritorio de Camila acaso tiene sus cosas dentro? Ja, tal parece que este hombre no pierde el tiempo o quizás ya estaba enterado de que iba a ascender y por eso tiene todo listo para su traslado.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.