La Chica Perfecta

Capítulo 2

CENA.

 

Silencio. 

Era extraño. Había silencio en la mesa, pero solo a la mitad, justo al lado donde estábamos sentados Lucas y yo, compartiendo la misma incomodidad que siempre compartimos durante estas cenas por años, pero ahora había algo diferente; podía sentir su mirada fija sobre mí. Intensa, fría y curiosa. Quizá estaba exagerando, pensé, así que levanté la mirada y me di cuenta de que no. Él en verdad tenía sus ojos atentos en cada movimiento de mi mano con el cubierto en mi plato, en cada vez que soplaba de lado para espantar mi cabello y en cada gesto que hacía. Mis mejillas se ruborizaron así que decidí hacer como si nada pasaba. Así, sin más, prosiguió aquel silencio, y durante la cena fue lo único que obtuve de parte de todo el mundo. 

¿Cómo era posible? No lo entiendo. ¿Cómo era posible que en una pequeña mesa hubiera tanta diferencia? ¿Tanto ruido por un lado y tanta indiferencia y silencio por el otro?. 

Era como si estuviéramos en una dimensión paralela a ellos, o en un mundo mucho más vacío. 

Me sentía excluida por mis padres, Gloria e incluso Elvis. Era poco común ser apartada, pues era una cosa que siempre solía pasar en la universidad, pero nunca en mi propia casa. 

Al menos ahora necesitaba entablar una conversación con alguien y así poder huir de la presencia de Lucas. 

¡Genial! 

Papá todo el tiempo buscaba algún tema, por más trivial que fuera, para sacarme conversación o para que no me sintiera apartada mientras Gloria hablaba de sus exitosos negocios en la revista con mamá. Incluso, he de señalar, que cuando los Maxwell venían de visita, eran ellos quienes me abarrotaban a preguntas sobre el internado, sobre mi prospecto de vida o sobre mis relaciones interpersonales, lo cual era sencillo de responder porque no tenía ninguna. Mientras otros estaban en una relación, y otros más contaban con un inseparable mejor amigo, a mí me acompañaba un libro, mi reproductor de música y mis auriculares a donde quiera que fuera. Disfrutaba de la vida en soledad, donde nadie me lastimara…donde había decidido quedarme por el resto de mi vida, así pareciera un ermitaño en una cueva. 

Pasaron más de quince minutos desde que la cena había dado inicio. Ravioli, ensalada Oliver y una porción pequeña de arroz decoraban mi platillo, pero yo no tenía apetito. La comida de Beatriz era la mejor, y seguro estaba deliciosa, pero se me había quitado el apetito apenas bajé del cuarto al comedor y lo vi, a Lucas Maxwell, tan serio, tan imponente y dolorosamente atractivo. Mi corazón latió fuerte, pero mi mente me detuvo de nuevo al recordar sus palabras en la enfermería. 

«Ella me da lo mismo que nada». 

Era demasiada la humillación, suficiente como para seguir guardando mi distancia. 

—Los negocios en Filipinas van viento en popa. Los nuevos diseños de automóvil están superando las ventas del año pasado. 

Hablaba papá con el tío Maxwell, sobre un importante negocio de la firma, elevando su copa para chocarla con la suya en un ruidoso y victorioso brindis. 

El "Tio" Maxwell, que era como me había acostumbrado a llamarle aunque no hubiera parentesco alguno, sonrió. Él era muy atractivo y la tía también lo era. Entendía de donde Lucas había salido así. Así de… 

—Vi el reporte y los distribuidores están contentos, las ganancias que han generado aumentan con cada mes, incluso Lucas ha sido quien ha negociado con los socios la idea de un nuevo lanzamiento y están encantados con la idea. Hay que enviar los nuevos diseños muy pronto al taller y seguir con la buena racha. 

—Me parece bien. Eddy —llamó de repente mi padre, justo cuando estaba llevando un trozo de ravioli a mi boca, el cual por cierto cayó de nuevo al plato, elevando pequeñas gotas de crema que, para mi mala suerte, cayeron en el rostro de Lucas.

—Sí, papá —ignoré su cara de toro furioso. Lo único que podía hacer era fingir demencia —¿Pasó algo?. 

—Quiero los diseños de la nueva temporada. ¿Los tienes?. 

Quizá deba agregar que en mis ratos libres suelo garabatear en un cuaderno y de esos garabatos salen los diseños de la marca de autos, y claro, amo hacerlo porque al menos así puedo aportar algo a la empresa de la familia. 

Afirmé a la pregunta de mi padre con un poco de nerviosismo «porque descubrí que es mejor ser ignorada y pasar desapercibida» y dejé el tenedor sobre el plato. 

—Están en mi cuarto. Puedo ir por ellos ahora… 

Hice amago de levantarme. 

Esa era la oportunidad que tenía para escapar del toro furioso que me miraba como si quisiera lanzarme de un barco en plena altamar, asediado por tiburones. 

Pero entonces papá habló. 

—No, puedes ir por ellos luego. Ahora necesitamos hablar con ustedes dos… 

¡Rayos! 

¿Por qué su dedo índice se movía de lado a lado entre Lucas y yo? ¿Por qué de pronto todos se guardaban silencio? ¿Por qué me sentía así de extraña?. 

Quise huir del dedo de mi padre, pero me siguió señalando así me moviera de lado a lado. 

—¿Por qué me señalas? ¡Buah! Seguro Gloria te dijo lo de los anteojos y… lo sé, sé que ya son tres en la semana, papá, pero… 

—Espera ¿Qué? ¿De nuevo?. 

¡Oops! «Vamos, Eddy, mejor cierra la boca» Me regañé, encogiéndome en mi asiento. 

—Fue un accidente… 

—¡Claro que no!. 

—¡Gloria!. 

Mi hermana me había delatado y ahora tenía que explicarles todo a mis padres. 

De nuevo tenía la mirada intensa de Lucas Maxwell sobre mi y no quería. Por primera vez no ansiaba sentir su mirada, aquel sueño se estaba cumpliendo pero más para perjudicarme que para ayudarme o volver de esto una escena romántica. 

Me hacía muchas ideas locas. 

—Está bien, en serio no fue nada. Ya sabes que soy muy torpe. 




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