Refugiados, Soldados, Personal Gubernamental y sus familias. Los predios y barracones del Regimiento de Paracaidistas estaban ya casi al límite. Eso muchas veces dificultaba no sólo la convivencia, sino también la logística y la seguridad. Había robos y entre los grupos de refugiados, el calor no daba tregua y encima de a poco, iba llegando gente que escapaba desde la Ciudad de Córdoba o las localidades aledañas.
Sandra era una persona fuerte, quizás más que Pascolli, pero había quebrado. Eso sólo lo hacía frente a su marido. Para los demás, era fría como un témpano, pero protectora como una leona con sus crías. Sin ella, Marcos nunca habría tenido la fuerza necesaria para aventurarse en la política. Hay quienes incluso susurraban que los discursos de campaña, los proyectos de leyes para la Legislatura o directamente muchas negociaciones políticas, eran obra de ella. No era de extrañarse, Sandra Iturria, hija de inmigrantes Vascos, era extremadamente inteligente y testaruda.
Su esposo intentaba contenerla, sabía que era en vano, pues ella misma se sobrepondría a la situación y tendría que contenerlo a él más adelante. Pero en ese momento, necesitaba de su esposa. Las tensiones con el General López se estaban poniendo feas, más cuando los rumores hablaban de que algunos de los miembros del gabinete se estarían pasando para el bando castrense.
El Gobernador le explicó la última reunión de gabinete y como el General prácticamente lo había amenazado con un golpe. Ellos tenían las armas, pero Sandra y Marcos tenían la política de su lado. Es necesario volver a ganarse al pueblo, por escueto que éste sea, pero fundamental para dar vuelta la tortilla.
Hablaron largo rato haciendo planes a futuro. Necesitaban tener el apoyo de los refugiados, pero no podían darse el lujo de perder el poder de fuego del ejército. Ya le había pasado con la Policía. Cuando todo explotó, hacía ya dos meses, la mala organización del cuerpo policial provocó que se perdieran cientos de efectivos que no supieron enfrentar la situación.
Secretamente, Marcos sabía que Márquez tenía algo que ver, pues la Policía estaba bajo su órbita dentro del Ministerio de Seguridad. Rápidamente los zombis atacaron sistemáticamente los pocos focos defensivos de las fuerzas del orden civil y las fueron diezmando. Muchos efectivos murieron, pero muchos otros escaparon, algunos llevándose grandes cantidades de armamento y suministros para auto defenderse. La policía en Córdoba siempre fue una fuerza de escaso control, y con esta crisis todo se acentuó de la peor manera.
Luego de hablar, cenaron en familia junto a sus dos hijos: Belén de 11 años y el pequeño Leonardo de 5. La cena fue escueta, apenas un plato de arroz con atún para cada uno, pues los alimentos empezaban a escasear y ya no podían darse los lujos de otros tiempos. Al día siguiente, Sandra comenzaría a llevar adelante los planes trazados con su marido.
A pesar de la tranquilidad de Marcos por haber hablado con su esposa, la noche fue bastante agitada. Casi a las 2 de la mañana se comenzaron a escuchar ráfagas de disparos de fusil. No era muy extraño que sucediera eso, pero generalmente no duraban más de 5 o 10 segundos que eran más que suficientes para eliminar a unos pocos zombis que vagaban sin rumbo por la ruta. Esta vez el episodio duró bastante.
Una ráfaga de disparos corta, y luego otra que duró bastante más. Marcos despertó y se asomó a la ventana del pequeño cuarto en el que dormía con su mujer. Veía soldados corriendo hacia el perímetro. Inmediatamente se cambió de ropa y salió a ver que sucedía.
Vio a un Sargento que estaba organizando una guardia para el sector oeste del perímetro y aprovechó para preguntarle. Éste le contestó que inesperadamente una horda de zombis irrumpió en la entrada sorprendiendo a los guardias que había. Era algo extraño que nunca había sucedido antes. Siempre eran episodios aislados.
Editado: 19.06.2018