La Corona Negra

Capítulo 7

La paz, es un cuento de hadas que no todos aceptan, porque los finales felices son para los mundos utópicos, en el real, la ambición y el poder tiene mejor sabor. Por eso, gran parte de los pobladores de Isaura no estuvieron de acuerdo con la paz, no si eso significaba regresar las tierras de las cuales se estaban proveyendo o regresar los esclavos que los mantenían en la cima. Los mercaderes odiaron la idea de perder tanto dinero y algunas familias reales vieron cómo perderían la mano de obra, base de su economía. Así, nació la O.S.A., un grupo de gente cuyo único propósito era asegurar el poder de los reinos de Isaura sobre el continente descubierto.

 

Escuché voces mientras dormía y tuve que abrir mis ojos, para buscar su procedencia, pero su origen no se encontraba en mi habitación. Con el camisón negro, me levanté de la cama y salí hacia el pasillo, sin encontrar ninguna luz que delatara los culpables. Entonces, creí ver una mujer caminar al final del pasillo, dando la vuelta por una esquina, para ir hacia las escaleras. La seguí, sin molestarme en cubrir mis pies descalzos, me gustaba sentir la madera en cada paso que daba. En las escaleras no había nadie, así que bajé a la segunda planta, donde encontré soledad, excepto por la tenue figura de mi hermana frente a la chimenea apenas encendida de la primera planta. Podía verla desde la cima de los escalones, me daba la espalda y miraba la pequeña llama.

Bajé las escaleras y las voces se hicieron más fuertes, como si me acercara a ellas; pero, Naya era la única allí.

El demonio tomó forma humana… Alguien debe morir para cumplir la prof… Sangre negra, corona negra… Cosmin sabe un secret… Mátalos… ¡Mátalos!... Sangre negra, corona neg… La gema, ellos se llevaron la… Sangre de dra… Shh… Nos están escuchando… Mátalos… Huele a sangre, alguien morirá hoy…

—Naya —dije su nombre cuando estuve justo detrás de ella, y ella se volvió a mi con mirada ausente.

—Crina, ¿las escuchas? —me preguntó.

Crina… Corona negr… Crina… Shh… Huele a sangre…

—No dejan de hablar, no me dejan dormir. ¿Las escuchas? —preguntó de nuevo con sus manos sobre su cabeza.

Mata… Mata… Huele a…

—No —dije y ella sonrió, no me creía ni un poco o realmente había perdido la cabeza.

La gema está cerca… Huele a… Mata…

—Deberías ir a dormir, tenemos clase en la mañana —dije y di media vuelta para marcharme de vuelta a mi habitación.

Mátala…

Sentí movimiento detrás de mí y giré rápidamente con mis manos en el aire para atrapar la hoja de la daga antes de que llegara a mi cuello. Mis manos sujetaron la planicie del metal, a ambos lados y con precisión. Naya lo disfrutaba, como si se tratara de un competencia y yo fuera una gran rival para ella. Le gustaba el reto, en todos los sentidos.

Máta…

—Silencio —les ordené a las voces y ellas se callaron en un instante—. Es hora de ir a dormir, Naya.

Alejó la daga de mi lentamente.

—Sí, las escuchas como yo, están sedientas, Crina.

—A la cama —le ordené.

—A veces dicen cosas muy extrañas sobre nuestro padre, sobre nosotras y sobre Sira —empezó a contarme—. Me hacen preguntarme sobre tantas cosas.

—Como tu cordura —le dije, y ella rodó los ojos.

—No, obvio no. Les gusta hablar sobre Sira, dicen que nunca debió nacer.

—Solamente son voces, diles que se callen y te dejen dormir —aconsejé y la empujé hacia las escaleras, necesitaba mis horas de sueño—. Vamos.

—Mi vida será más corta que la tuya —dijo de repente—. Pero, de nosotras, las princesas del reino Yawark, tú serás la única que tendrá una vida más larga y sin embargo, no será nada fácil, todo el veneno que hay en tu cuerpo conlleva…

—Naya, con confíes tanto en las voces, podrían estar jugando contigo —le dije cuando estuvimos frente a su puerta—. El mañana aún no está escrito.

—Es cierto, pero hay cosas que deben pasar, hay sangre que debe derramarse, para que pueda existir un mañana, al menos para alguno de nosotros.

—No lo dudo —, abrí la puerta detrás de ella y entonces la empujé dentro—. Dulces sueños, Naya —le dije y cerré la puerta, sin apartar la mirada del profundo escarlata que compartiamos en nuestros ojos.

Había sido una noche larga y tormentosa, con los acontecimientos sobre un posible enemigo a nuestro alrededor, las cosas empezaban a cambiar y no estaba segura de cuales eran realmente mis prioridades. Ese no era el único problema, lo que más me molestaba era la presencia de un nuevo huésped en la cabaña.

—¿Qué ha sido eso? —preguntó Linnette, desde el otro lado del corredor de la segunda planta. El director la había enviado a nosotras para que nos vigilara por quien sabe cuanto tiempo.



#19292 en Fantasía
#10497 en Joven Adulto

En el texto hay: romance, magia, venganza

Editado: 27.03.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.