La Corona Negra

Capítulo 5

Hay una antigua historia de Killasumaq, sobre dragones, sirenas, seres de los bosques y hombres de arena y tierra. Si las escuchas, no creerías nada al respecto, son historias sobre gente dormida, que puede despertar en cualquier momento. Se habla sobre un hombre Ada y una princesa Tamy, ambos querían ver quién tenía más conexión con el mundo, él sentía todo ser vivo a su alrededor a través del contacto de sus pies con la tierra; ella hablaba con las plantas y los animales como si fueran seres humanos como ella. Al poner a prueba su poder, la tierra enloqueció y se estremeció, entonces una mujer salió de lo más profundo del mar y silenció el mundo en un instante, puso a dormir todo aquello que producía caos en el mundo y solamente bajo el control de su sangre, Killasumaq puede despertar.

 

Los soldados levantaron sus armas sin saber qué hacer, la tensión en la habitación aumento, y los reyes se miraron entre sí con extraña complicidad. Yo miré a Sira, quien tenía su mirada fija en su madre y entonces sujetó mi mano con fuerza.

—Cosmin, a la puerta... A la cuenta de tres —dijo en un susurro rápido.

Ella ni siquiera contó en voz alta, simplemente me empujo con ella, mientras un polvo azul se expandía por todo el gran salón. No vi de donde provenía; pero mi hermana parecía saber mucho al respecto. Todos los cristales se rompieron mientras salíamos y aquel polvo empezó a convertirse en neblina.

—Sira, ¿qué es eso? —le pregunté.

—Veneno —respondió—. No es tan mortal, pero hace bastante daño a tus sentidos por una gran cantidad de tiempo —explicó.

Observé a mi alrededor y vi que los demás también habían salido con nosotros, Kadar y su hermana llevaban una máscara blanca que cubría todo su rostro. Samin y Amir apenas habían cubierto sus bocas y nariz con una especie de pañuelo negro que se filtraba hasta dentro de sus camisas negras.

—Ponte esto —, Sira me entregó una máscara negra para mi boca y me apresuré a ponérmela.

—¿A dónde creen que van? —, Cedric apareció frente a nosotros, agitado y con su espada desenvainada, Erwin lo acompañaba con una postura lista para atacar. Crina me miró al instante con desaprobación.

—Los liberaste.

—Claro que no, he estado con ustedes todo este tiempo.

—Bien, reformularé mi frase... Les has brindado las herramientas para liberarse —, sí, tenía toda la razón—. Ahora, tendrán que morir por ello —dijo y sacó aquellas largas agujas desde algún lugar de la manga de su camisa.

Cedrin apuntó su espada contra ella un tanto nervioso.

Un torbellino de aire nos sorprendió y Tristán apareció frente a nosotros arrastrando a una chica Ada con violencia. Sus ojos llenos de furia nos observó a cada uno de nosotros, como si nos contara y analizará la situación.

—Naya, ¿a dónde se dirigen tú y todos tus amiguitos? —preguntó con ira contenida y una sonrisa llena de amenazas silenciosas.

—Hazte a un lado Sayer —amenazó Samin.

Un grito de guerra se escuchó detrás de nosotros, dentro de las instalaciones de las cuales acabábamos de huir. Al escucharlo, el semblante de Erwin cambió en un instante y junto a Cedric, levantamos nuestras voces para intentar detenerlo cuando cambió la posición de su espada para levantarla e introducirla de golpe en el suelo verde. Cuando el filo se introdujo en la tierra una luz nos cegó.

Caí de repente a un inesperado vacío bajo mis pies, me resbalaba entre corrientes de aire de forma precipitada, hasta que alguien sujetó mi mano y mi visión empezaba a volverse más clara. Sin embargo, los ojos me ardían y los colores habían enloquecido produciendo manchas multicolores a mi alrededor. De repente, pude distinguir a Cedric sobre mí, él también se sujetaba de Erwin, quien tenía clavada su espada dentro de una pared de tierra. Estábamos por caer a un precipicio, cuyo final estaba lleno de piedras que destrozarían nuestros cuerpos en un instante si cayéramos.

—¿Estás bien? —me preguntó Cedric.

—¡¿Qué demonios Erwin?! ¿En qué estabas pensando? —pregunté exaltado y nos hice balancearnos un poco.

—Quédate quieto Cosmin, vas a matarnos.

—Lo siento, Cedric...

—Ya está, intenta sujetarte de algo —dijo y vi algunas ramas a mi alrededor.

—Vamos a ver —, agarré algunas ramas; pero, todas se desprendían de la tierra y caían al intentar sujetarlas.

—Déjalo —dijo Cedric y miró a Erwin, justo sobre nosotros—. Vamos a tener que caer —mencionó pensativo.

—¿Qué...?

—No puede ser tan malo —comentó con burla y miré hacia abajo sin estar de acuerdo a lo que mi amigo proponía, era suicidio, era...

—Cedric... —advirtió Erwin y ambos le dimos un vistazo, el chico realmente se esforzaba en mantener el agarre con su espada—. Voy a empujarlos hacia arriba.



#17490 en Fantasía
#9970 en Joven Adulto

En el texto hay: romance, magia, venganza

Editado: 27.03.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.