La Corona Negra

Capítulo 4

El pueblo de Killasisak era reconocido porque sus tierras tenían la forma de una media luna, con una gran lago que la separaba del reino de Rawak y Tamyak. Algunos la consideraban una gran isla llena de praderas, con cabras y otros animales silvestres. Hace mucho tiempo, todos los residentes poseían ojos violetas y piel bronceada por el extenuante sol; pero, al estar tan cerca de Yawark, muchas familias se mezclaron y su tez se volvió un poco más clara. La mezcla agrandó su población e hizo de su gente más hermosa a los ojos de muchos, se caracterizaron por sus cabellos negros y marrones y ojos oscuros, azules o violetas, aunque los últimos se volvieron minoría. Se dice que sus ojos tienen la habilidad de ver más allá y nunca fallar, algunos tienen el poder de ver mucho más, ven el futuro y sus posibles caminos, un don escaso porque para obtenerlo se debe haber sacrificado algo de gran valor.

 

Las cosas se habían puesto más tensas de lo que imaginaba, me asustaba lo impredecible que se estaba volviendo. El trillizo mal herido intentó levantarse y apenas pudimos distinguir su rostro entre tanta sangre. Vi a Cedric dar un paso hacia Azu y levanté mi espada de inmediato, Samin hizo lo mismo, no quería hacerle daño; pero, la situación lo requería. Di un vistazo a los cuerpos destrozados por los Alma oscura y sentí un nauseabundo sentimiento recorrerme.

—Niños, niños —la madre de Crina llamó nuestra atención, ya liberada—, vamos a calmarnos todos.

Todos la miramos, casi hipnotizados, la reina tenía ese efecto sobre la gente al hablar, había escuchado de ello antes y ahora lo confirmaba.

—Es momento de dejar de pelear —anunció —. Me parece que ya se han perdido suficientes vidas hoy —añadió.

—Bueno, no tengo intención de continuar con esto —declaró la reina Anouk con semblante pálido y derrotado—. Por supuesto, me gustaría saber dónde está mi hija.

La reina Sumaizhi lució sorprendida y luego echó un vistazo a su hija mayor, podía ver que le exigía que hiciera algo. Pero, la mirada de Crina era desafiante, concluí que no le agradaba recibir órdenes de su madre. Al final, ella miró de reojo a Ninan y un alma oscura dejó caer un cuerpo frente a la reina Anouk.

—Bueno, misterio resuelto —dijo la reina Sumaizhi y la reina Anouk se abalanzó sobre su hija inconsciente con gran preocupación, sino fuera porque veía su pecho moverse, hubiera estado seguro de que estaba muerta.

—Nosotros, también nos retiramos de la batalla —dijo el rey de Genoveva, dejó su espada en el suelo y caminó lentamente hacia su hijo.

En ese momento noté que el ejército del reino Zlatan no estaba presente y el rey Galván estaba rodeado por los Tamy y los Ada. Era claro que aún siendo minoría, teníamos más poder que todos ellos.

—Bien, me alegra ver que todos estamos de acuerdo en poner nuestras diferencias a un lado —dijo la reina Sumaizhi con su mirada de hielo, que nos obligó a retroceder y terminar con el derramamiento de sangre.

Pero, había algo en el aire que no sentaba del todo bien, algo que me obligaba a mantenerme alerta. Y luego lo entendí cuando el general Artai, aún malherido levantó su espada y dio un grito de batalla similar al que nos llevó a todos a lugares lejanos. Los soldados que le seguían, levantaron sus espadas también, hasta que el grito fue interrumpido por una súbita falta de oxígeno. Las espadas cayeron al poco tiempo, mientras todos intentaban recuperar el aire, incluidos nosotros. Sin embargo, los Ada parecían ser inmunes a todo, razón por la que probablemente miraban a Crina con enfermiza adoración. Mi hermana tenía sus manos abajo envueltas en puños. Entonces soltó sus manos cuidado, mientras muchos caían arrodillados, faltos de aire y debilitados.

—No más —dijo ella y todos la miraron.

Los soldados no se movieron, apenas recuperando el aliento y con gran temor por sus vidas. Ni siquiera yo hice gran movimiento, manteniéndome de pie aún, intentando sobrevivir con mi dignidad intacta. Después no hubo forma de poder acercarse a ella, los Ada la rodearon de forma protectora, quedó en medio de ellos, como si la rodeara una muralla humana. Todos ellos se inclinaron ante ella, mostrando respeto y lealtad.  

—Ahora somos libres —dijo y los reyes se mostraron temerosos.

—Nos retiramos por hoy —dijo el general Artai, mal herido y bastante frustrado.

Su hijo lo ayudó a retroceder para buscar un lugar de descanso, no hubo ningún grito de batalla o de viajes en el espacio presente. Bajo la intensa mirada de mi hermana, todos simplemente prefirieron salir de allí en silencio y con cierta calma. Cada uno cargó con sus muertos, solamente Azu permaneció en el mismo lugar, su mirada llena de fuego era dirigida a Crina. Pero, no hubo palabra alguna, solamente un silencio cargado de tristeza y furia.

—¿Y ahora qué? —preguntó Sira a su hermana.

—Ahora, los Ada y los Tamy harán lo que quieran —se volvió a ellos.

—Volveremos a nuestra tierra, su majestad —dijo el joven Ada a mi hermana—. Y cuando llegue el momento, estaremos allí para apoyarla —declaró y marcharon juntos hacia el horizonte.

—¿Está bien que se vayan? —su madre se acercó a ella y escuché suma atención.

—Es lo mejor, no queremos que estorben —dijo sin más y volteó a verme, ella de algún modo sabía que yo estaba escuchando—. Vamos, el día ha acabado por hoy. ¿Ninan?



#19293 en Fantasía
#10499 en Joven Adulto

En el texto hay: romance, magia, venganza

Editado: 27.03.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.