La Corona Negra

Capítulo 7

¿La oscuridad es lo suficientemente fuerte como mantener los demonios del mundo o para liberarlos? Una sacerdotisa Gunnhild se lo preguntó una vez, hasta que descubrió que los demonios siempre estuvieron entre nosotros, día y noche, tomando cuerpos que no les pertenecía, creando guerras para obtener sangre y poder. Sin embargo, es el linaje de aquellos demonios los que causarán su propia extinción, pero no antes de destruir el mundo tal como es.

Las cabañas de residencia estaban vacías, los murmullos de gritos se escuchaban a lo lejos como una bandada de lobos en busca de una presa. Crina sabía que ese cuerpo la pondría en una terrible posición, la chica cuyo vestido estaba manchado de sangre el día que Tristán desapareció, al igual que Naya. Niall también las había visto aquel día; pero Naya dijo que no habían sido ellas. Al final, la historia era más siniestra de lo que parecía, aunque el cuerpo dejado allí para entretenimiento palidecía en relación. Entre a la cabaña donde residía y busque todas las armas que poseía, no me molesté en empacar ropa, simplemente me puse un abrigo que me permitiera hacer uso de más bolsillos para guardar cuchillo y un arma de fuego que había logrado conseguir.

Cuando volví a la sala de estar en la primera planta, encontré a mi hermano con Azu, quien tenía una maleta con ella. Ambos me esperaban; pero, nunca pensé que Azu vendría con nosotros, siempre creí que se mantendría del lado de Crina. Quería preguntar al respecto; sin embargo, solamente me permití extenderle algunas armas a mi hermano antes de salir hacia las costas de la isla, con rumbo a casa.

—¿A dónde van? —Cosmin apareció en la entrada y ambos desenvainamos las espadas—. Tienen a Crina y Naya, van a culparlas por la muerte de Tristán y ustedes… ¿Van a dejarlas solas?

—Cosmin, ya no vamos a jugar más este juego de los buenos hermanos, si no quieres morir aquí, vete —le advirtió Samin.

—Ellas pueden arreglárselas solas —le dije.

—No entiendo, creí…

—Hazte a un lado —me acerqué de forma amenazante y él acató la orden, asustado.

—¿Vamos a dejar que nuestro padre nos maneje como piezas de ajedrez? —nos preguntó y Azu nos miró a ambos con dudas.

—Adiós, Cosmin —le dije.

—Esto no está bien —dijo.

—Tenemos más obligaciones y si dejaras de hacerte el chico bueno y débil, te darías cuenta que esto no se trata solamente sobre nosotros —masculló mi hermano, intentando no gritarle y conteniendo un poco su enojo. Al final, le dio la espalda y se marchó con Azu a su lado.

Quería decirle que no se preocupara por nuestras hermanas, pero me quedé allí mirándolo por varios segundos, pensando en cómo podría matarlo de una vez y al mismo tiempo, descubriendo que no tenía el suficiente valor para hacerlo. Cosmin era mi hermano y había caído en el error de aceptarlo, mientras lo miraba a los ojos, supe que nunca podría matarlo.

—Crina no desea que vaya a salvarla, hay otras personas que lo necesitan más en este momento… Que necesitan nuestra ayuda… Y estar juntos, solamente permitirá que los planes de nuestro padre se lleven a cabo —expliqué y la claridad de los hechos se reflejó en sus ojos, así que di media vuelta y me dirigí a las cosas de la isla.

Los Ada tenían tres barcos, no sabía exactamente cómo los habían obtenido, ni cuando. Ellos nos vieron llegar y eso los hizo percatarse de que se encontraban en peligro, se quedaron totalmente quietos y en silencio hasta que estuvimos lo suficientemente cerca. Un chico como de mi edad se acercó a nosotros, a pocos centímetros me di cuenta que se trataba del joven de aquella noche, quién estaba preparado para la batalla.

—¿Qué ha pasado? —preguntó de inmediato —. Los Tamy no han llegado —me informó con cierta preocupación.

—En la gala no vi ni un solo Tamy —dije pensativo —, eso es extraño.

—Los bosques están demasiado silenciosos —mencionó mi hermano, sujetando la mano de Azu y la espada con su izquierda —. ¿Falta mucho para abordar? —le preguntó al joven y observó los barcos detrás de él.

—Estamos cargando el barco con alimento para tres semanas —explicó —, esa es la última carga —señaló las cajas de madera que cargaban algunos hombres —, es para nuestros compañeros los Tamy; pero, como ya dije… No han aparecido, ayudamos a preparar su barco, en caso de que vinieran con poco tiempo y puede que perseguidos, no es momento para confiar en nadie.

—Veremos que se vayan a salvo —dijo Samin —. Espero no les moleste ir con La princesa… Heredera al trono de Killasisak —mi hermano miró a Azu.

—¿Qué? ¿No iremos juntos? —preguntó ella sorprendida y un tanto exaltada —. No me iré sin tí.

—Azu, es peligroso que estés aquí, necesitas regresar y recuperar tu reino…

—Dijiste que me ayudarías, no me voy sin ti —continuó.

—Iré justo detrás de ti con los Tamy —prometió mi hermano —, alguien tiene que estar aquí para ayudarlos, ¿entiendes? —soltó la espada y acunó el rostro de Azu con sus manos de forma más que amable.

—Ambos nos quedaremos y no permitiré que nada le pase a mi hermano —le aseguré, intentando ayudar a mi hermano en convencer a la chica.

—No lo entienden… Mis padres están muertos, mi hermano está muerto, no tengo ejército y ustedes son la única familia que realmente tengo y las únicas personas con las que realmente he tenido contacto en años. Yo…

—No estará sola —mi hermano le prometió —. Volveremos a encontrarnos sin importar qué y… Todo volverá a su lugar, nadie nos hará daño de nuevo, ni nos volverá a separar… Nunca más.

—Nunca más —repitió ella, aferrándose a las palabras.

—Te amo —le susurró y nos sorprendió, esto era más de lo que esperaba, él realmente iba en serio y esto lo cambiaba todo.

—Yo también —respondió ella.

—Suban a sus barcos —me volví al joven Ada y a lo lejos escuché demasiados pasos acercándose —, un ejército viene —anuncié.



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En el texto hay: romance, magia, venganza

Editado: 27.03.2021

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