Miles de almas quedaron atrapadas en el lago escarlata, nadie sabe si el rojo era su color natural o lo adquirió por la sangre derramada, por el corazón palpitante de la princesa. Así, en el fondo del agua una piedra roja se formó con un poder más allá de la imaginación de cualquier ser viviente. Hasta que fue robada y llevada lejos del monstruo durmiente.
Miré mi vestido rojo con entusiasmo y tomé una copa de una bebida espumeante que me picaba la garganta. Observé a Niall caminando hacia mi y le sonreí, se veía bastante bien con su traje verde oscuro, el más guapo del salón de baile. Extendí mi mano para que la tomara y me llevó al centro del lugar con el propósito de bailar. Lo abracé, en contra de cualquier etiqueta del baile, dejando que mi falda se moviera de lado a lado siguiendo sus movimientos. Puse mi cabeza en su pecho y sentí su respiración con tranquilidad, quería escucharla siempre.
—Naya —susurró mi nombre y miré sus ojos verdes.
—Quería tanto bailar contigo —le dije.
—Debí haberlo hecho antes —dijo arrepentido —, si me lo hubieras pedido, no habría sido capaz de negarme —confesó y le sonreí.
—Lo sé —puse mi mano en su pecho y la música se terminó —, Niall, cuando vuelvas a casa, destruye esa torre, la detesto.
—Hecho —dijo con una sonrisa y pasó sus manos por mi mejilla y mi sien, hasta enredar sus dedos en mi cabello.
—Niall, yo… también te amo —le dije de repente y las personas sin rostro desaparecieron. Quedamos completamente solos en el salón de baile y su mirada cambió, llenó de sospecha y miedo —, cuando despiertes vas a tener aquel libro en tus manos.
—¿El libro? ¿Por qué lo tendría? Se supone que…
—Hay algo que necesito que hagas, no tiene que ser ahora, porque tendrás mucho que descubrir; pero, si quieres salvar a tu pueblo, deberás hacerlo —murmuré solamente para él —, yo estaré contigo, una parte de mi estará contigo.
Con mi mano en su pecho, el cristal con mi poder apareció y él lo miró sorprendido, estaba llenándolo de más poder, con la esperanza de no marcharme de este mundo tan rápido.
—Si… Si algún día tu corazón llegará a… A sentir algo por alguien más, no tengas miedo de olvidarme, yo no te guardaré rencor —dije, aguantando las lágrimas —, no quiero ser injusta contigo.
—Naya… No, yo… —él no sabía que decir, sus ojos estaban bien abiertos pensando en lo que mis palabras significaban.
—Dile que no dejen que echen mi cuerpo al lago —le pedí con desespero mientras nuestro alrededor desaparecía —, quería ver el amanecer contigo.
Me acerqué y lo besé, hasta que él abrió sus ojos a un mundo sin mi.
Parte V
Herensuge tiene el poder de la oscuridad,
Itsasne con su luz guía el mar y los océanos,
Briccio fluye como el agua y escucha la tempestad,
Aldair se escucha como un bramido salvaje animal,
Eoghan como raíces fuertes que crecen y se aferran,
Anouk se resiste como la flor maldita que nunca muere,
Mientras Zlatan absorbe la vida en oro funesto
Venceslao trata de revivirla con aire lejano y violento
¿Dónde está la paz? Genoveva se ha escondido en el mar.
Killasumaq ha visto el origen,
se aleja de los corazones impuros,
Pero, Isaura ama la guerra y la ganancia de ella.
¿Quién ha traído este mal a tan pacífico lugar?
Por supuesto, fue el demonio de los ojos rojos.
Fragmento de texto profético de las sacerdotisas de Itsasne.
Capítulo 1 (35)
La princesa vio cómo aquel hombre introducía sus manos en su pecho, ya no eran las manos humanas que había sostenido alguna vez con seguridad, sus uñas se habían transformado en garras negras y gruesas, con gran filo mortal. Su toque era violento y sus ojos cálidos se habían congelado. Por un momento olvidó el desgarrador dolor de su cuerpo y el odio la invadió, la injusticia, la falta de amor; le había prometido llevar su reino a la gloria y en su lugar prefirió escuchar las palabras de una mujer extraña. Aquella bruja, todo era su culpa y si alguna vez regresaba, se vengaría de ella y toda su descendencia con sus flores malditas.
Una hora antes del ritual...
—¿Debería llamar a madre? —preguntó Sira, nerviosa por todo lo que acontecía.
—Ella no detendrá lo que ocurre —le dije con tranquilidad mientras bebía un vaso de agua y mirada el paisaje fuera de mi ventana.
—¿No estás asustada? —me preguntó.
—Sira, eres tú quien está asustada —me volví a ella —, has tratado tan duro de enseñarme sobre la humanidad y los sentimientos; pero, siempre odié un poco tu lado bondadoso y eso que hacías con las manzanas, como las regalabas a otros e intentabas cuidar de los más débiles… Y al mismo tiempo, es lo que más me ha gustado de ti. Tu eres mi lado humano…