La Dama De Winchester

PILLADOS

me retire a la habitación dejando a mis hijos con su padre, Cristopher estaba dormido, como de costumbre.

Me senté a mirar las luces de la noche y pensar, por lo que Gustavo estaba pasando, esa impotencia que tenia de saber que por culpa de esa bruja estamos separados. Me sentía triste, no haberle creído cuando me dijo que no había tenido nada serio con ella, que ella se le había metido en la cama.

Sentía que mis ojos picaban, pero evitaba llorar. Decidí meterme al baño y relajarme, después de media hora Salí, y me recosté al lado de mi hermano – el cual me era imposible verlo como hombre.

Pero ya mi vida estaba marcada a vivir a su lado. Dando vuelta en la cama, no podía dormir, mire el reloj ya era las tres de la madrugada.

Baje a beber un poco de agua para conciliar mi sueño. Entre a la cocina, pero antes mire hacia todos los lados y no había nadie. Me acerque a la nevera a tomar la jarra con agua, y me quede fría cuando sentí unas manos rodearme por la cintura y respirar en mi nuca. No decíamos nada.

Lentamente me fue girando y en sus ojos solo había tristeza, nos mirábamos fijamente, agache mi cabeza para cortar la incomodidad, no me le esperaba, levanto mi mentón y poco a poco su respiración se encontraba con la mía

– o por Dios no estábamos besando desenfrenadamente, sentí corriente en cada rincón de mi cuerpo, eran tan exigente estábamos perdiendo el control, cuando menos pensé ya estaba con mis piernas enrollada en su cintura mientras el saboreaba la esencia en mi piel. Pero nada es eterno. Nos interrumpieron

- “Franzy que esto” salte como pude de Gustavo, quedamos paralizado cuando nos encontramos con esos ojos de mii padre.

 – mi hermano nos había sorprendido, se acercó y le lanzo un puño a Gustavo, que al instante cayó al suelo.

Mis hijos al escuchar el escandalo bajaron y al ver lo que pasa se lanzaron a socorrer a su padre.

- ¡estás loco tío! Le grito Juan.

- Lo siento - le contesto, me miro y se fue a la habitación.

Sentamos a Gustavo y le pusimos hielo para rebajar el golpe que tenía en el ojo.

– hay me duele – dice.

-  lo siento – le digo – cuando le acerque nuevamente el hielo, me toco con delicadeza mi mano y nos quedamos mirándonos fijamente.

 - papá que paso para que mi tío reaccionara así – los dos la miramos y nos quedamos callados.

 – ya, no me digan.

 – ¿enserio? Que les pasa a ustedes dos.

 – “mamá” esto mal, eras la esposa de mi tío, y debes respetarlo e igual pata ti, papá.

ya perdiste la oportunidad con mi madre, lo siento tener que hablarles de esta manera. Esto es muy incómodo para el príncipe.

Se sintió impotente y la verdad no lo culpo como reacciono, pero usted dos la embarraron muy feo.

Bero con rabia se va dejándonos a hi, mis otros dos hijos también se retiran.

– lo siento – me dice.

 – lleva su mano y me acaricia la mejilla.

 – yo también tengo la culpa, no debí corresponderte.

 – no Victoria, ese fue tu instinto, lo hiciste porque yo sé que todavía me ama, como yo a ti.

Se levanta de la silla y me da la mano, me levanto y me abraza.

 – creo que no debo estar aquí – de que me debo alejar hasta aceptar que te he perdido para siempre, que debo seguir mi vida como un solitario. Se separa, me da un beso en los labios suaves y toma su abrigo y se fue.

 Sentí que algo volvía a partirse en mí….  

 

Una luz pega en mi cara, poco a poco fui abriendo los ojos y me encontré, que me había quedado dormida en el sofá de la sala. Me levanté y fui a la cocina a tomarme un vaso de agua para luego subiría a bañarme, cuando entro encuentro a Cristopher sentado tomándose un café y leyendo el Diario.

Levanto la vista y volvió a leer, no lo mire y tome el vaso de agua y cuando iba saliendo de la cocina.

- “Franzy” -  me quede quieta – necesito que hablemos, lo mire.

 – no tenemos que hablar.

 – claro que si- me decía con rabia, su cara estaba roja de la ira.

 – ya te dije que no tengo nada que hablar.

– ash…. no – me puedes decir lo que paso anoche, que si no llego a tiempo te folla en la cocina – mi cara se sonrojo al escuchar sus palabras. No sabía que decir, estaba avergonzada.

 – crees que para mí es fácil ver que la mujer con la que me voy a casar estaba a punto de entregarse a otro hombre.

Se levantó y se acercó a mi acorralándome contra la puerta, me besa con rabia y yo no era capaz de corresponderle, me quede como una estatua.

 – esta tarde nos vamos, así que llama a tus hijos para que recojan.

 – pero falta mucho…. – le digo.

 - no me importa que tanto falte, nos vamos, si necesitan ayuda, busque quien les ayude. – se fue dejándome derrotada, me deje rodar por la pared, y mis lágrimas no demoraron en aparecer.




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