DAN
Su pierna no danza arriba y abajo ni se pasa la mano repetidas veces por el pelo. Sus manos no se han cerrado en puños. Tampoco suena el traqueteo de los dedos sobre el brazo del sofá. No tiene la respiración acelerada, no muestra ninguna emoción y eso es lo que lo delata. Alex está nervioso por algo. Tiene noticias que compartir con nosotros. No necesito que lo verbalise, lo sé incluso antes de que sus palabras salgan a la luz.
—Tengo novedades —Su voz es una constante tormenta de hielo que no deja de azotar el viento. Uniforme, peligrosa.
Su tío y yo compartimos una mirada algo perdida, intentando tantear quién más tiene información a parte del moreno. Para nuestra sorpresa, ninguno tiene idea de lo que ha descubierto.
—No la conocíamos lo suficiente como para acoplarnos a su forma de ser. Necesitábamos más información de Andrea antes de acercarnos tanto a ella. Parece que vamos dando vueltas en círculos mientras ella intenta escapar de un laberinto sin salida. Así nadie avanza. Nosotros no obtenemos información y ella no encuentra su tan ansiada huida. Si no buscamos una solución rápido, corremos el riesgo de quedarnos sin la poca ventaja que tenemos —la tranquilidad con la que habla contrasta con el creciente nerviosismo de Enzo a mi lado.
—¿El plan que pensamos durante meses y se cambió por completo unos días antes de llevarlo a cabo, no funciona? —La risa del viejo resuena por la habitación—. Quién lo diría. Estaba seguro de que la impulsividad de última hora era justo lo que necesitábamos para que todo saliera bien.
La furia crece en los ojos oscuros de mi amigo. Más cruda que de costumbre, tan oscura como suele ser.
—¿La ironía es el idioma de los gilipollas o cómo va el tema? Ya te lo dije, te puedes largar cuando quieras, nadie te ha obligado a estar aquí. Pero si decides quedarte, te aconsejo que cierres la puta boca a menos que quieras terminar en alguna cuneta.
—¿Crees que te tengo miedo, Alexander? —lo reta dando un paso adelante.
La mueca en su cara deja ver lo muchísimo que odia su nombre. Es algo que ambos sabemos, por eso su tío lo utiliza para sacarlo de quicio. Claro que ahora no es un buen momento para hacerlo. Alex es un huracán, una bomba capaz de destruir todo lo que se interponga entre él y su venganza personal. Si aún queda un minúsculo rastro de razón en la cabeza de ese hombre, no seguirá presionando. No es que me entristeciera si algo le pasara, al contrario. Es solo que un hombre menos se traduce en dos ojos menos para vigilarla, dos manos menos para matar.
—¿Crees que me importa una mierda cualquier cosa que tenga que ver contigo? —la mirada de desdén que le dirige desde abajo es suficiente para que el gilipollas de su tío de un paso atrás. Alex no necesita ponerse en pie para encararlo, no se molestaría en mover un solo pie por ese hombre—. Si me tienes miedo o no, es tu problema.Cada uno elige cómo morir.
—¿Qué has averiguado, hermano?
—Puede que Andrea sea más que un medio para un fin. Estoy barajando la posibilidad de convertirla en una aliada, en lugar de en una herramienta.
—Esa niñata les está comiendo la cabeza. ¿¡Es que no lo ven!? Los tiene comiendo de su mano. A los dos. Y ustedes son tan gilipollas como para caer.
La mirada asesina que el pelinegro le dedica hace que inmediatamente se calle, sabe que si lo saca de quicio lo suficiente, no dudaría en apretar el gatillo. Es su tío, pero fue quien vendió a su padre a Antonio Avellaneda. Yo en su lugar no tentaría a la suerte. Obviamente, él no sabe que nosotros tenemos esa información. Mucho menos, que nuestro plan no solo incluye acabar con el padre de Andrea.
Confiero que escucharlo utilizar la palabra niñata para referirse a ella, me irrita más de lo que debería. Demostrarlo reforzaría su estúpida teoría, así que, opto por reír y hacer como si nada de lo que está pasando me preocupara lo más mínimo. Es como debería ser.
—Pensábamos que su coche era una señal de la estrecha relación que tenía con su padre, ahora sabemos que no es así. Según Dan ha podido averiguar, la pelirroja lleva meses sin hablar con Antonio. Además, por lo que me ha contado Melissa, para Andrea es como si él no existiera. Desde que la conoce no lo ha nombrado ni una sola vez.
—¿Te ha dicho algo sobre antiguos amigos o familiares lejanos? ¿Tiene contacto con alguien?
Niega pensativo. Su ceño fruncido es un reflejo del mío propio.
—Nadie. Ni una sola mención a su vida pasada.
—Como si fuera un fantasma que no quiere ver—pienso en alto.
—O un demonio que no quiere recordar.
—¿A dónde quieren llegar? —pregunta Enzo, desesperado—. ¿Quieren contarle todo? Ese es el brillante plan, ¿no? No la conocían antes y no lo hacen ahora. Está jugando con ustedes de la misma forma que ustedes lo hacen con ella.
— No, pero, podríamos contarle una versión adornada de la realidad. Una en la que omitamos que queremos matar a Antonio—. La mirada de satisfacción de Alex, me confirma que hemos pensado lo mismo—. Por mucho que lo odie, sigue siendo su padre y una minúscula parte de ella confía en él, sigue teniendo esperanza. Puede que no lo vea, puede que no use su dinero, pero nunca nos ayudaría a matarlo.
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Editado: 29.10.2024