La Dama Negra

Capítulo 19

ALEX 

El botellín de cerveza no es suficiente para calmar el incendio que Andrea despertó. El alcohol no es capaz de extinguir las llamas que su roce despertó. Tampoco puede hacer desaparecer el hormigueo que aún recorre mi piel. No sé cómo he sido capaz de pasar tanto tiempo con ella en esa diminuta habitación. Porque cuando estaba con ella daba igual el espacio que nos rodeara, siempre parecía despreciable. 

No puedo borrar la decisión de su cara, ni el atisbo de sonrisa que se formó en esos labios rosados cuando acepté su baile; cuando hinqué las rodillas y froté a su lado.  Una parte de mí se alegraba de que su habitación no pareciera un puto escenario de terror. La otra, esa que aún sigue dura palpitando contra mis pantalones, quería que fuera la jodida casa entera. No me importaba seguir rozando su brazo, notando sus caderas  a mi lado, su presencia asfixiante. 

El sonido de la puerta de entrada abriéndose me saca mis cavilaciones. 

Llevas horas fuera, espero que esté todo solucionado.

Sus ojos me miran con furia líquida, una que rompe contra sus iris, intentando escapar de su cautiverio para acabar conmigo. No puedo evitar sonreír, esa es su forma de decirme que está todo hecho. Que por mucho que odie deshacerse de cadáveres lo ha hecho por ella. 

Bien, no necesitamos fallos a estas alturas.

El alcohol baja por mi garganta. Esta vez no es el recuerdo de ella lo que intento ahogar sino el malestar que amenaza desestabilizar mi calma. Dan lo ha hecho por ella. Eso puede significar muchas cosas y ninguna me parece buena. Ni siquiera debería pensar en ella como algo más que un simple medio para un fin. 

¿Bien?  Pero, ¿a ti qué coño te pasa? 

Enarco una ceja, divertido. 

Sus palabras no logran confundirme, lo conozco demasiado. Sé que mi actitud respecto a lo sucedido con Lorenzo le enfada y molesta más de lo que jamás será capaz de admitir. No solo por el muerto del que tuvo que deshacerse, sino por las palabras que le dediqué a Andrea. Eso es lo que le jode. Que le haya hablado de esa forma a la pelirroja. Que la haya  hecho sentir responsable de sus actos, que haga hundido el dedo en la yaga en lugar de besar el piso por el que pasa. 

Creía que estábamos de acuerdo en acabar con Enzo en cuanto tuviéramos oportunidad. No esperarás que derrame una lágrima por ese gilipollas, ¿no?

Sus músculos se tensan con mi respuesta. El Dan y Alex de hace un mes estarían brindando por la muerte de mi tío. Sin embargo, aquí está, reprochándome mierdas sin sentido porque sus sentimientos por la niña han dejado de ser inexistentes.

No me jodas, hermano. Sabes que este no era el plan, queríamos obtener información no convertirla en una asesina. 

No la obligamos a apretar el gatillo. 

No, pero le pusiste un arma en las manos cuando estaba en caliente. Cuando aún le dolía lo que le pasó, cuando más inestable estaba... A medida que avanza la oración su voz desciende un par de tonos, casi como si comprendiera exactamente lo que sucedió—. Tú. 

Asiento orgulloso llevando el vidrio frío a mis labios. Ni su tono acusatorio ni la sorpresa de sus ojos son nuevas para mí. Sabía que tarde o temprano lo terminaría averiguando, confiaba en que lo hiciera. 

—Sabías que sería capaz de hacerlo, por eso dejaste el arma a la vista. Sabías qué decirle para despertar su lado más oscuro, la conoces mejor que ninguno de nosotros. Si lograbas que se manchara las manos de sangre, jamás podría denunciar el secuestro. Estaría condenándose a si misma...Zorro hijo de puta. ¿Cuándo pensabas contármelo? 

—¿Tenía que hacerlo? 

—Joder, Alex, bastante tengo con cargar con mis cadáveres como para también hacerlo con los suyos.

Esa es la cosa, no es nuestro cadáver, es suyo. Además, nadie te obligó a ayudarla. 

¿Que nadie me obligó a ayudarla? —ríe negando mientras da vueltas de un lado a otro del salón—. ¡El puto plan lo hizo! Se supone que soy el bueno, el que nunca la dejará sola, quien la protege y calma sus pesadillas. 

Pues deja de actuar como un crío, sabías a lo que veníamos.

Se detiene de forma abrupta, cargando una mirada de reproche que impacta directamente con la mía.

Yo no vine a esto.

Esto es lo que hay.

Es literalmente lo que hemos querido que haya. Puede que se me fuera de las manos, quizás aprovechar el momento de debilidad de la pelirroja para despertar sus instintos más primarios no fuera  parte del plan. No, no lo era, pero debía pasar. Ella necesitaba sacar el dolor y la rabia de alguna forma y yo quería ayudarla, necesitaba hacerlo. Si necesitaba que fuera el Demonio de su infierno personal, lo sería. 

Esto ha llegado muy lejos, tenemos que contárselo —La rapidez con la que mis ojos y los suyos se encuentran me sorprende. No puedo creer que él, la persona que presume de llevar el plan hasta el final siempre, sea quien me recuerde una idea sin sentido que lancé al aire hace unos días—. Fue tu idea, no me mires como si acabara de salir de un puto manicomio. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.