Todo el día lo he pasado, para mi buena suerte, sola.
Eddy mandó por mensaje los días que haremos alguna actividad grupal, que son mañana, el miércoles y el viernes, los tres días en la mañana, de resto, nos veremos en las comidas, así que esas son las únicas cosas que me atan a la socialización.
Quisiera pasar tiempo con Jessica, aunque prefiero que este viaje sea algo especial para Eddy y ella antes de su gran día, y si no es con él, también querrá disfrutar con sus amigos antes de entrar en la vida matrimonial. Yo tengo un vínculo con ella lo suficientemente cercano como para estar segura de que la veré todo el tiempo, ellos, por otro lado, no. Puedo con eso.
Luego del almuerzo con Félix, me dispuse a ordenar mis cosas en la habitación. Colgué el vestido para la boda, doble el resto de cosas y las dejé en la repisa. Saqué todo, para no tener desastres dentro de la maleta los próximos días. Aproveché además de salir a dar una vuelta por mí misma alrededor de las instalaciones, cosa que me quito dos horas de día casi sin darme cuenta, pues caminé un montón, tome muchas fotos y, aparte, me senté un rato en una silla cerca de la playa para simplemente escuchar las olas... y a la gente, claro, pero trate de omitir eso.
Hasta ahora, había estado durmiendo en mi habitación de la forma más plácida imaginable, pero nada dura para siempre, y el sonido de la puerta arruinó mi paz.
Oh, ya es de noche.
—A comer —me dice Jessica, apurándome. Por suerte, estoy con la misma ropa con la que llegue—. Iba a preguntar por qué no contestabas el teléfono, pero ya veo que estabas dormida —niega con la cabeza.
—Al menos tendré todas las pilas puestas para la fiesta —finjo mi emoción, la verdad solo quiero ir porque el folleto decía que habrá comida y bebidas gratis.
Tomo las llaves de la habitación y bajo con ella.
—¿Solo dormiste toda la tarde? —me pregunta mientras caminamos entre la ahora oscura atmosfera del lugar, hay menos movimientos, aunque sigue gente en las piscinas, yendo de aquí para allá.
—No, paseé un rato por ahí, y almorcé con Félix —le digo, más para que se alegre que porque sea información relevante.
—¿¡De verdad!? —exclama, sorprendida—. Qué alegría, eso significa que se están llevando bien, al menos un poco.
—Eso intento —me encojo de hombros.
Mi hermana lleva una cola de caballo alta, la cual deja caer en ondas su cabello, eso, y el vestido casual marrón que lleva puesto le hacen ver, como siempre, toda una modelo de revista.
Hay que juntar varias mesas para la cena, cosa que no me molesta porque me sentaré, comeré y me iré a dar un baño. Por ello mismo no hablo, a diferencia del resto, que literalmente están matándose de carcajadas sin pensar en que estamos en un lugar público rodeados de otras decenas de personas.
Los únicos que estamos en completo silencio somos los mismos que tenemos habitaciones individuales, cosa que no es sorprendente.
Al acabar de comer mi ensalada simple, me levanto de la mesa y me despido sin más, ya que me aburre quedarme sentada a esperar a que el resto se digne en irse también.
La noche es bonita. Son las 8:45pm, así que las estrellas sin visibles, y lo serán más cuando vaya a la playa, si es que no atiborran en lugar de luces innecesarias como aquí. Fuera de eso, hace frío, no tanto como para abrigarme, pero sí como para quejarme de este.
—Es de noche, no deberías andar por ahí caminando sola —dice el peor actor del mundo a mis espaldas.
—Estamos en un recinto privado, ¿qué me va a pasar? —pregunto metiendo mis manos en los bolsillos de mis jeans. No volteo a verlo, solo espero a que me tome el ritmo.
—¿No has visto esos documentales de gente que muere en sus vacaciones? Son terroríficos. La precaución es lo primero —opina, caminando ahora a mi lado.
—Tú podrías ser un asesino que está a punto de matarme, cualquiera podría serlo, aquí o allá, no es como que sea distinto —me encojo de hombros.
—¿Iras a la fiesta? —cambia de tema, avanzando unos pasos frente a mí, caminando de espaldas.
—Sí, y algo me dice que tú también.
—Sigue así y te acusaré de bruja —no ha chocado con nadie aún, pero si no mira por dónde camina lo hará pronto—. Vayamos juntos, a ver si la pasamos bien —sugiere.
Jarek, hay un pilar detrás de ti.
—Yo no la paso bien en una fiesta, yo como en la fiesta, tomo en la fiesta, y si la canción me gusta, tal vez bailo en la fiesta —miro el pilar y lo miro a él. ¿Le digo o no le digo?
—Entonces hagamos eso —dice sonriente, justo antes de golpearse aparatosamente con el pilar. Por poco se cae de nalgas.
Yo sigo caminando y rápidamente vuelve a estar a mi ritmo. Ya estamos subiendo las escaleras.
—¿Te has emborrachado? —pregunta cuando estamos en el segundo piso.
—No, a ti no te tengo ni que preguntar, tu cara me lo dice todo —bufo a modo de risa.
—¿Tengo cara de borracho? —se pone la mano en el pecho, ofendido.
—Tienes cara de idiota —repito, como si no se lo hubiese dicho lo suficiente desde que nos conocemos.
Llegamos a nuestro piso, yo me dirijo a mi puerta y él a la suya.
—Paso por ti en veinte —me dice desde allá, mostrando sus dientes y guiñando el ojo al final.
—Que sea en treinta —opino, al darme cuenta de que suena como si quisiera irme junto con él, me corrijo al instante—. Ya me pusiste paranoica con eso del peligro de andar sola, así que mejor estar acompañada —cierro la conversación antes de meterme a mi habitación.
Jarek se ve curiosamente agradable bajo la luz de la luna y las farolas blancas
Luego de un baño y de secar mi cabello para que luzca bien, voy a la parte que me hace querer salir en primer lugar: elegir mi vestuario.
Fiesta juvenil, o sea, informal. Gente desconocida y pasada de tragos, nada de vestidos o faldas. Calor de masas moviéndose, nada de jeans. La decisión final son mis shorts negros de tiro alto, y una playera rosa dentro de este, junto con una chaqueta negra y unas botas de cuero falso. Maquillarme no es mi parte favorita, así que la omito y con ello estoy lista, justo cinco minutos antes de que Jarek toque mi puerta, y de que yo la abra.