La desgraciada semana que me enamoré de ti

Capítulo 21

¿En qué estado quedan las personas que se dicen lo que sienten?

Se supone que Jarek y yo hace pocas horas nos confesamos el uno con el otro sobre nuestros sentimientos y ahora me siento en la nada. Sí, tal vez mi ''confesión'' fue tan patética como fría, pero lo fue, al fin y al cabo. ¿Qué prosigue?

Ok, es obvio lo que prosigue, pero, ¿cómo demonios se supone que lidiaré con eso? Por más que no quiera que sea así, sé que voy a poner mil trabas, o buscaré la manera de evitar eso a toda costa.

El sonido de alguien tocando la puerta evita que profundice en ello.

—¿Por qué diablos sigues con la ropa de hace rato? —pregunta Jarek, entrando como perro por su casa con una bolsa llena de bocadillos, vestido con una playera blanca y pantalón de algodón con cuadros.

—Porque no me he cambiado —respondo con obviedad mientras cierro la puerta.

—Esto será una pijamada, no puede ser una pijamada si no tienes tu pijama —explica sentándose en mi cama, sacando cosas de la bolsa.

—Nunca dijiste que esto sería una pijamada —le miro con fastidio.

Jarek, no quiero tener una pijamada contigo.

—¿No lo hice? Bueno, será una pijamada, anda a cambiarte —me pide sin mirarme, pues tiene los ojos en la bolsa, de la cual saca papas, galletas, malvaviscos y dos latas de refresco.

—Sería más fácil solo terminar de hablar lo que según tú debemos hablar y que vayas a tu habitación, no comprendo por qué tienes que dormir aquí —me cruzo de brazos estando frente a él.

—Deja de ser tan aguafiestas. En el fondo, quieres que me quede, pero no lo aceptas porque eres orgullosa —me sonríe burlón.

Sí, puede que tenga razón.

—Te echaré después —bufo para ir a buscar mi estúpido pijama.

Elijo el conjunto de camiseta y pantalón negro, y cuando salgo del baño dejo la ropa que llevaba antes en el closet. Ya Jarek está super cómodo de la vida, echado sobre la cama, mirando su teléfono.

Esto no tiene sentido, pero con este chico es más fácil solo dejarse llevar por sus disque inocentes planes. Y digo disque, porque uno nunca sabe qué tiene detrás. Lo triste es que está en lo cierto, quiero que se quede y ver qué idiotez hará; si no fuese así, ya lo habría sacado a patadas.

Me echo a su lado, del lado en el que siempre duermo. Entre nosotros hay una distancia mediana y una bolsa de papas abiertas, de la cual tomo unas cuantas.

—Entonces, ¿serás mi novia o comienzo a deprimirme de una vez? —pregunta con papas en la boca, todavía mirando su teléfono.

—¿Qué clase de desadaptado social le pide a una chica que sea su novia mientras come papas fritas y mira memes de animales? —pensé que esta inminente charla sería más... decente.

Mínimo mírame a la cara si vas a comenzar con tus estupideces.

—¿Eso es un no? —ladea la cabeza, dejando la pantalla de su celular atrás, con la vista al frente, hacia la nada.

—No.

—¿O sea que es un sí? —la ladea para el otro lado. Parece perro.

—No —suspiro.

—Tienes una cualidad innata para confundir a la gente.

—Y tú una cualidad innata para ser un idiota —me cruzo de brazos, hundiéndome en la almohada que tengo en mi espalda.

Este ser humano no tiene problema alguno en ser una maquina insinuadora todos los días de su vida, pero le llega un momento como este y se vuelve tan seco como el desierto del Sahara. ¡Ese es mi trabajo, Jarek!

—No seas tan dura, esto me da nervios —se defiende mientras truena sus dedos.

—¿Ahora me vas a decir que esta es la primera vez que le pides a una chica ser tu novia? —bufo con incredulidad.

—Algo así —asiente, por fin mirándome—. Nunca lo he hecho, no directamente. Una vez me besé con una chica del equipo de voleibol y al otro día ella supuso que estábamos en una relación... no duramos mucho, aunque era simpática —cuenta, como si me importase—. Oye, quita esa cara de decepción absoluta, ¿qué esperas de mí? ¿Una serenata con mariachis?

Mi rostro no cambia, sigue tan duro como una roca y eso no ayuda a la situación.

—Además, por la cara que estás poniendo, pareciera que ya estoy más que rechazado —come más papas, volviendo a mirar hacia el frente.

—Disculpa por crecer alejada de este tipo de contacto humano y que no sepa cómo actuar en situaciones así —comento con humor, aunque por dentro eso me esta acomplejando bastante.

—Solo te disculparé si me disculpas a mí por exactamente lo mismo —el chico se acerca un poco a mí, medio aplastando la bolsa de papas.

—Al menos tú te has besado con otras personas, o tenido un mínimo romance de algún tipo —refunfuño—. Yo, por otra parte, no había besado a nadie hasta que a cierto animal se le ocurrió la gran idea de hacerlo —lo observo con los ojos entrecerrados.

—¿Fui tu primer beso? —pregunta con los ojos brillando—. Qué honor. Fue terrible, pero sigue siendo un honor —y aquí es donde comienza a temblarme el ojo.

—Gracias por recordarme ese lindo momento, imbécil —me tapo la cara. Oh, vergüenza, tú eres la única que no se aleja de mí.

—Si te sirve de algo, esas cosas no te pasarían si solo dejarás fluir lo que sientes y no lo obstaculizaras como si necesitaras mantener la compostura todo el tiempo —opina—. Fue un mal beso porque huiste.

¡Ya sé! Y aunque lo sé, no lo llevo a cabo. Es difícil, ¿ok? Porque lo que menos deseo es que Jarek sepa todo lo que siento y pienso sobre él, y todas las cosas que quisiera hacer con total naturalidad, como tomarle la mano, abrazarlo... besarlo. ¡Solo pensar en ello me tranca! Pienso en cómo reaccionará él, y cómo reaccionarán los demás, eso me detiene.

—¿Sabes lo que necesitas? —dice levantándose de la cama, poniéndose frente a esta con los brazos abiertos—. Necesitas sacar todo lo que tienes dentro, ya, ahora mismo.

—¿Ah? —alzo una ceja ante su gesto tan extraño.

—Como oíste. Ven aquí y haz lo primero que sientas que quieres hacer —vuelve a abrir los brazos.



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En el texto hay: vacaciones, amor odio, amor de verano

Editado: 12.07.2020

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