Después de una ducha caliente, con la que me quitó de encima lo dormida que estaba por despertarme a las siete de la noche, salgo del baño con la toalla amarrada para buscar qué ponerme ahora que en un rato iremos a la playa para despedirnos de nuestros amigos. Según el mensaje que Triz me mandó hace un rato, justo ahora deben estar celebrando que la mamá de Owen dijo que sí.
Triz y Owen serán hermanastros... Será interesante ver cómo rayos ella convivirá con la persona que le gusta ahora que será parte de su familia.
A eso de las nueve ya deberían de desocuparse, tiempo suficiente para vestirme y cenar. Jarek me envió un mensaje hace bastante diciendo que estaba en el resort, al cual no respondí, pero que me hace suponer que es cuestión de tiempo para que...
Ya me está llamando.
—¿Sí? —contesto, todavía mirando mi ropa. ¿Debería usar un short o un pantalón?
—¿Sabes? Desde ahora deberías contestar algo como ''Hola, amor de mi vida, luz de mis ojos, gracias por bendecirme con tu voz'' —imita mi voz de una manera muy patética—. Sonaría lindo, yo también podría hacerlo.
—Sigue soñando, luz de mi vida —contesto de forma sarcástica, cosa que le hace reír—. ¿Qué pasa?
—Estaba pensando...
—Grandioso, es bueno que pienses de vez en cuando, luz de mi vida —le interrumpo. Creo que ahora usaré ese apodo con la frialdad suficiente para molestarle.
—¿En qué clase de relación abusiva me metí?
—Deal with it. Prosigue, luz de mi vida.
—Pensé que sería bonito combinar nuestra ropa de nuevo, ¿no crees? Como hace una semana —opina.
—Eso fue un accidente, luz de mi vida —cada vez que digo eso último, el chico se aguanta las ganas de reír.
—Supuse que dirías eso. Pero, por si cambias de parecer, hoy usaré un jean rasgado con una camisa de manga corta que tiene estampado de flores rosadas
—Lindo atuendo, luz de mi vida.
—Ya no me digas así, acabas de darle una connotación agresiva a una frase adorable.
Cuando cuelgo, lanzo un bufido. Este puede ser traducido literalmente como: ''Dios, Jarek, ¿en serio crees que quiero andar combinada de ropa contigo? Pues estás en todo lo correcto, pero no voy a dejar que sea obvio, ya que mi orgullo y vergüenza le gana con creces a esa parte de mí que es cursi''.
En cuestión de minutos el chico estará en mi puerta para que vayamos juntos a cenar con el resto, y me encontrará con una camisa de manga larga y estampado de girasoles dentro de un short de tiro alto. Es parecido, pero no igual, así que si es lo suficientemente detallista lo notará y se sentirá satisfecho.
Llegado el momento donde el chico toca la puerta y ya yo estoy más que lista, salgo y me lo encuentro llevando justo lo que dijo que usaría. La camisa que lleva es adorable, y también la usa dentro de sus jeans como yo. Me mira de arriba abajo y forma una sonrisa en su rostro.
—No sé si quisiste combinar, si fue accidental o si te estás burlando de mí. Sea como sea, me gusta —dice tomándome la mano.
Ante el gesto, y de forma instintiva, alejo la mano. Veo su cara, él levanta una ceja y yo me resigno a tomarla. Más me vale acostumbrarme a este sentimiento agradable en el cuerpo, pues parece que Jarek es alguien de piel.
—Te voy a golpear si se ponen a molestarnos —le amenazo cuando estamos en el pasillo hacia el restaurante.
Como siempre a esta hora, la gente va y viene. No sé quiénes aún no hayan comido, pues usualmente no todos están en la cena. Ojalá en esta ocasión sean menos.
—Ya todos saben, da lo mismo —me aprieta la mano.
—Supongo que no te contuviste en decirlo.
—Tenían toda la semana fastidiándome contigo, les dije ''oigan, sus plegarias al fin se cumplieron, felicidades''. La cara de tu padre fue un poema —suelta una risita.
—¿Ya te dije que no le caes bien?
—Me amenazó cuando estábamos entrando al resort luego del paseo. Me dijo que, si te lastimaba o hacía alguna estupidez fuera de lugar, no pensaría ni un segundo en romperme los dientes —lo comenta con tanta tranquilidad que no creo que se haya tomado muy en serio lo que mi padre le dijo.
Pff, como si me interesara que Félix me vengara o algo por el estilo. Si hace alguna estupidez, puedo romperle los dientes con mi propio puño.
—Parece que no te preocupa —opino cuando ya estamos entrando al restaurante, recibiendo el ruido de las conversaciones y el sonido de los platos con ello.
—Me aterra, pero, ¿para qué agobiarse? —se encoje de hombros—. La mayoría de los padres son así al principio, o eso creo, nunca he conocido al de ninguna de las otras chicas con las que alguna vez salí. Me lo ganaré con mi irresistible encanto —me guiña el ojo.
—Ay, miren nada más, llegaron el arcoíris y la piedra a compartir su amor con el mundo —dice mi primo, Karlos, sentado junto a Marcus y Jessica. Estos últimos se tapan la boca para no reír.
Tampoco es que su comentario esté muy fuera de lugar, mientras que yo desfilo con la misma cara que tengo siempre, Jarek está casi echando flores. ¿Debería sonreír más? No quiero que piensen que es el único feliz en esto.
—¿Luzco como un arcoíris? Qué bonito —responde Jarek, demasiado feliz.
Idiota, deja de expresar tu alegría con tanta facilidad, me haces sentir culpable.
Pasamos de largo hacia la zona donde se sirve la comida. Hoy no hay nada muy distinto a lo que había otros días: pan, cereales, frutas, ensaladas, pizza... Sí, pizza. Una no muy buena, pero sencilla y decente. Jarek, que me soltó la mano ya hace mucho y está detrás de mí, también opta por esa opción.
Volvemos a la mesa, donde además estaban mis padres y las amigas de Jessica, y nos sentamos en la esquina junto a mi hermana. Veo al clan Johnson llegar de lejos, todos animados, como siempre.
—Vamos, Cami, sonríe un poco. ¿Ni con novio muestras algo de brillo? —continúa Karlos, quien suele ser el típico primo que te molesta hasta que se cansa o hasta que le pegas una patada.