Llegó el otoño, con sus suaves y frescas lluvias, tiñendo todo el paisaje de amarillas hojas secas. Vir y Gabriel comenzaron a pasar su tiempo en la galería al calor de la hoguera o en el hogar del living. La casa de Vir era el lugar favorito de todos sus amigos. Su vida había cambiado, pero no dejaba fuera de ella a nadie. Gaby amaba esa parte de ella; la ternura para con sus amigas, para con sus afectos, cuidaba de todos. Tenía mal carácter cuando tenía sueño, pero estaba siempre de buen humor al levantarse, se olvidaba de absolutamente todo. Perdonaba los errores de los demás en 1 segundo, con soltura y amaba sinceramente a las personas de su vida. Tenía un profundo amor por los animales, incluso le contó que estaba decidida a ser veterinaria, él le creyó porque Vir tomaba decisiones y las mantenía. Comenzaron a estudiar juntos, así podían compartir todo el tiempo posible. Ese otoño se presentó particularmente frio y con sabor a invierno .
El mes de mayo trajo nuevamente el cumpleaños de Gabriel, el cumplió 23. Virginia le regaló ropa, lo cual a Gabriel le fastidiaba mucho comprarse por sí mismo. Esa mañana llegó temprano a su casa y le preparó un desayuno para ir a despertarlo. Sus padres estaban muy felices de ver que Vir amaba sinceramente a su hijo y la ayudaron en todo. Él se despertó con la sorpresa de su novia y no pudo disimular su alegría. Nunca había vivido todo esto y ahora que lo hacía estaba fascinado.
El 12 de mayo fue el gran festejo de cumple con todos sus amigos y familia, se divirtieron mucho y decidieron quedarse todos celebrando en casa en lugar de ir a alguna discoteca. Sus padres le dieron todos los gustos, estaban muy orgullosos de que finalmente con 23 años, había logrado encaminar su vida, no podían creer lo feliz que era y como llevaba su trabajo, la carrera, su noviazgo. Era innegable de que Vir con su amor, le había hecho el inmenso regalo de la estabilidad que tanto necesitaba. Estaban pasando el mejor momento de sus vidas como pareja, como familia.
Gabriel trabajaba en la empresa de sus padres, que se dedicaba a la construcción. Poco a poco fue aprendiendo todo lo que necesitaba para algún día hacerse cargo. Su mamá Johana era arquitecta y su papá Javier ingeniero civil, se conocieron en el primer año de la universidad, formaron una sólida familia y una empresa exitosa. Eran un matrimonio muy estable, que tuvo sus altibajos, pero estaban llenos de sabiduría. Habían permanecido juntos a pesar de las tormentas que se les habían presentado, eran todo un ejemplo por seguir para quienes los rodeaban. Eran amigos, socios, compañeros y familia.
Los primeros días de mayo había llegado una invitación para asistir a una boda, de la ahijada de Johana y Javier. Pero no fue hasta la semana siguiente a su cumpleaños que Gabriel le contó acerca de la boda a la que estaban invitados. Esa noche, mientras tomaban un café frente a la fogata de la galería, hablaron de la fiesta. Mel todavía no había llegado a casa por una cliente de último momento que solo quería ser atendida por ella, por lo que aprovecharon el tiempo extra a solas y Vir le dijo que si iría a la fiesta con él.
Comenzaron a besarse frente al fuego, algo se encendió además de la fogata. Fue un beso diferente. El pasó sus manos por sus pechos, recorrió su espalda y la atrajo hacia su cuerpo con anhelo, Vir no se apartó, se subió a su regazo, mirándolo de frente, dejando una pierna a cada lado de él. Mientras lo acariciaba con sus manos de una manera muy suave, lo besaba. Gabriel Lentamente continuó el recorrido llevando sus besos hasta su escote, besó con suavidad uno a uno sus pechos, Vir disfruto de sentir el contacto en su piel, mientras la sostenía del trasero. No era la primera vez que llegaban tan lejos, incluso más aún, pero Gabriel se separó completamente jadeando mientras le decía:
- Si seguís besándome así, no sé si sea capaz de detenerme
- Ohh lo siento, no lo pensé, sé que has hecho un esfuerzo enorme
- No amor, entiendo tu edad, tus tiempos, no he querido nunca apurarte
- No lo has hecho, gracias por eso. Creo que es la primera vez que hablamos de esto... a ésta altura supongo que está más que claro que nunca lo he hecho con nadie
- Lo asumí así, por eso decidí que fueras vos la que iniciara ésta charla cuando te sintieras cómoda
- Sé que vos tenés experiencia y calculo que necesidades, dijo Vir algo avergonzada, luego siguió: pero ha sido tremendamente importante para mí que me dieras tiempo y seguridad
- Me alegra haber hecho las cosas bien. La única necesidad real que tengo, es la de tenerte a mi lado, lo demás ya llegará solo
- Creo que estoy lista
- ¿Lista para qué?
- Lista para que hagamos el amor
Gaby se ahogó con la taza de café que tomaba y a la joven le dió risa
- ¿Ok, estás segura?
- sí, lo estoy. Queda en tus manos. sorprendeme..le dijo dándole un casto beso, que duro poco y se transformó nuevamente en un incendio voraz
El fin de semana Vir se preparó para la fiesta, se puso un vestido negro precioso que resaltaba toda su delgada figura, zapatos con tacón y acompañó con un pequeño bolso de mano; se hizo rizos en su cabellera, estaba deslumbrante. Había ido al centro de belleza de su mamá y las chicas la prepararon con mucho cariño, la dejaron como una barbie, cosa que Vir detestaba, pero quería verse preciosa. El vestido tenía pedrería plateada igual que los zapatos y el bolso elegidos. Le pidió prestado un saco negro a su mamá para combinar y cuando estuvo lista le envió un mensaje a su propio Ken.
En el momento que su novio la vió quedó prendado de su chica, realmente era bellísima, no podía creer que ella estuviera tan hermosa y que fuera solo suya. Le dio un cálido beso y la tomó de la mano para comenzar a caminar.
Él no se quedaba atrás, tenía puesto un traje gris oscuro, una camisa blanca con corbata plateada para combinar con Vir y zapatos negros. Se había dejado una leve barba rubia que destacaba sus pómulos y su nariz perfecta. Vir se quedó sin palabras al ver lo guapo que lucía. Sus labios finos y su perfume eran su perdición. Su cabello rubio lacio y su característica sonrisa eran el toque que lo hacía destacar, esa sonrisa que detenía el corazón de Vir cada vez que lo miraba, parecía salido de un catálogo de moda.