La distancia que nos separa

Capítulo 21 - Europa

Madrid los recibió con sus luces y su propio ritmo. Es una ciudad hermosa, donde admirar cada rincón lleno de cultura e historia. El primer lugar al que quería ir Gabriel era al Templo de Debod, que los dejó maravillados, no solo por la magia que lo rodea, sino por las vistas al atardecer. Luego fueron al parque de el Capricho, y al Palacio Real de Madrid, donde quedaron impresionados no solo por su esplendoroso exterior, sino por la soberbia armería real. El museo del Prado los dejó completamente extasiados, obras de Velázquez, El Greco, El Bosco, o Goya, los enamoraron y tardaron horas en recorrerlo, disfrutando cada minuto. El Hotel donde se alojaron era bonito, pero no resultó lo que esperaban, por lo que cenaban cada noche en un lugar distinto que elegía Gabriel, volvían cansados a bañarse juntos y a dormir.

El próximo destino era Barcelona, donde lo más llamativo para los dos fueron Las Ramblas, que es el paseo que une La Plaza de Catalunya con el Monumento a Colón. Por supuesto Gabriel quiso conocer el Camp Nou, como buen amante del futbol. Luego partieron a hacer el recorrido por los pueblos chicos de España, allí harían el camino de Santiago de Compostela y luego seguirían a la campiña francesa, pasando por Lourdes.

Hacer el recorrido de Santiago de Compostela, fue no solo la mejor decisión, sino que le permitió a un divertido Gabriel, descubrir que su futura esposa odiaba caminar, odiaba la aventura y odiaba aún más la tierra. El recorrido que habían elegido comenzaba en Baiona, iba por una ruta poco transitada, una ruta de senderismo con el océano Atlántico de testigo y los bosques. En el camino descubrieron monumentos, iglesias, cascos históricos, por suerte la temperatura en este camino es muy suave todo el año y si bien ya era invierno en Europa, no necesitaron demasiado abrigos ni sufrieron particularmente el clima. Por eso optaron por este camino. Al llegar a destino, una desgastada y seria Virginia le prometió que, si quería volver a caminar por el mundo y pretendía que ella lo acompañase, lo iba a dejar sin remordimientos.

Conocer Lourdes fue muy emotivo para ambos, el santuario era sencillo, enorme y maravilloso. Todo el camino para llegar cerca de la gruta de la Virgen los conmovió. Vir no era muy religiosa, pero se sintió completamente en paz. Recientemente había leído un libro, "A orillas del rio ...." y la emocionaba estar conociendo ese lugar. En cambio, Gabriel lo disfrutó desde un punto de vista más místico, al igual que el camino de Compostela. Años después Virginia pudo advertir en realidad toda la madurez que ese viaje les regaló, especialmente a ella.

Visitaron en Lourdes un castillo fortaleza que domina la ciudad, en su interior cobija el museo de los Pirineos. Lo más bonito, es que desde la muralla del castillo se puede apreciar una vista inolvidable de la ciudad.

Claro estaba que ambos habían soñado con recorrer Europa, pero ninguno contó con que a Vir iba a divertirle tan poco la vida nómade. Llegó a disfrutarlo, porque iba de la mano de Gabriel, sino difícilmente lo hubiese soportado. Se dieron cuenta que había sido muy ambicioso el plan de recorrer tantas ciudades, pero jugaron con la mano que les tocó. El plan de conocer Estambul se fue por el caño, Gabriel le prometió que en el próximo viaje conocerían Turquía, Egipto, Rusia, como destino exótico y cualquier lugar que les quedara por ver de Europa.

El sinfín de aviones y trenes no contribuía al mejor humor, los días fríos, sin embargo, le encantaban a Vir que disfrutó de París, a más no poder, de comer en sus pequeñas calles, de hacer los recorridos más obvios, les llamó la atención la cantidad de paisajes del siglo XIX entrecruzados por amplios bulevares. El río Sena recorriendo la ciudad, les brindó momentos hermosos para tomar café bajo los copos de nieve mirando el majestuoso rio, cargado de historia.

- ¿Vos te das cuenta de que me estás haciendo caminar bajo la nieve?, le dijo Gabriel a su prometida

- C'est la vie blonde, me encanta esto, caminar de la mano mientras nieva, abrazarte, es realmente un sueño hecho realidad

- Amo que seas feliz princesa, aunque tenga hipotermia

- Exagerado, le dijo Vir mientras se estiraba para abrazarlo.

Conocer la catedral de Notre Dame fue una experiencia mágica, se rieron como niños pensando en Dsmeralda y El Jorobado, pero se deleitaron con la arquitectura gótica de la misma. Las tiendas de moda los invitaron a comprar varios regalos para su familia y amigos, fue una de las ciudades que más disfrutaron.

El hotel en el que se quedaron era una maravilla, la ventana les daba una vista preciosa de la torre Eiffel, la cual ya habían visitado en dos oportunidades. A Vir le parecía super romántica la vista que les había tocado en suerte. Allí hicieron el amor toda una noche. Necesitaban un respiro de tanto recorrer y pidieron comida. Cuando llegó el servicio a la habitación comieron juntos en la cama, luego de ducharse. En el baño Virginia comenzó a besarlo, había estado algo apagada en España, pero París le devolvió el fuego y Gabriel estaba agradecido. Enseguida la empujó contra una de las paredes de vidrio de la gran ducha, Virginia enredó sus piernas alrededor de su rubio y sin mucho juego previo, con deseo contenido de varios días, le hizo el amor hasta hacerla gemir. Luego de la cena en la cama, volvieron a hacerlo, otra vez fue con mucha pasión poco juego previo, con necesidad, Virginia le pedía más, la veía arrugar las sábanas con sus manos. Se quedaron dormidos enredados con la ténue luz que ingresaba por la ventana. Esa noche ella se despertó a observar el paisaje, lo miró dormir tranquilamente y luego de tomar un vaso de agua, cuando regresó a la cama, se acercó a él, comenzó a besarlo suavemente, él se despertó con una sonrisa y volvieron a hacer el amor. Normalmente Virginia no era ruidosa cuando tenían relaciones, pero algo la había liberado y Gabriel la escucho gemir más de lo habitual, lo cual lo encendía sin precedentes.




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