La llegada al país el último día de marzo fue muy tranquila, esa noche mientras cenaban todos en la bienvenida que les organizaron a Gabriel y Virginia sus padres; los jóvenes largaron la bomba que tenían reservada, en plena comida.
- Tenemos algo importante que compartir con Uds., dijo un seguro Gabriel, fue algo repentino, pero estamos muy felices
- ¿De qué se trata hijito? dijo Johana expectante
- Estando en Roma decidimos casarnos
Cuando lo dijo Gabriel, todos quedaron en un incómodo silencio
- ¿No se alegran por nosotros? preguntó
- No es eso hijo, pero ¿por qué tanto apuro? Podían esperar un año o dos, Vir está a mitad de su carrera universitaria, le queda un largo camino, quizá podrían haber esperado hasta que estuviese a punto de terminarla, acotó Javier, quién rara vez hacía algún tipo de comentario de este tipo respecto a la vida o elecciones de sus hijos.
- Ya está hecho papá, aparte ¿cuál sería la diferencia?
- Lo sé, pero es repentino, e innecesario
Vir comenzó a llorar, nunca había sido tan sensible en su vida, generalmente se enojaba zanjando las conversaciones a la defensiva. Gabriel entrelazó su mano a la de ella, sorprendido de verla llorar y le dio un cariñoso beso en la frente. Fue al verla así, que su madre acudió en su auxilio:
- Amigos, los chicos están enamorados y juntos desde hace años, están comprometidos hace un año, tienen carreras, trabajo y su casa en marcha; sin mencionar que son responsables. En los últimos años, todos hemos podido ver esto... a mí no me sorprende, ni me desagrada, al menos ahora lo hicieron oficial si prácticamente ya vivían juntos desde antes del viaje.
- Es cierto Mel, al menos ahora no son pecadores dijo Johanna y nadie pudo evitar la carcajada generalizada ante la cristiana y desubicada ocurrencia de la mujer.
Brindaron nuevamente por el amor, por el matrimonio y empezaron a organizar una boda primaveral para renovar votos en su país natal. Vir se sentía agobiada y malhumorada ante la sola idea. A ella le había gustado su casamiento, era más que suficiente, pero no era momento de agregar tensión al asunto.
Luego de la cena repartieron los muchos regalos que habían traído para todos, sus amigos estaban muy felices antes las noticias y de ver las cosas bonitas que les habían elegido. Cuando los adultos se marcharon se quedaron festejando, viendo fotos y pidiendo detalles. Hablaron hasta tarde, Vir recuperó el buen humor y se alegró de tener con ella a sus amigas abrazándola, dándole cariño como siempre lo hacían. Gabriel se notaba también muy feliz y relajado, habían desarmado el equipaje, cenado con su manada, pero les quedaba energía para compartir con ellos sus dulces recuerdos. La noche terminó llena de inmensa felicidad, pasadas las 3 de la madrugada. Esa noche el joven matrimonio se fue a dormir no sólo tardísimo, sino agotados. Gabriel se sentía casi dormirse parado y a Vir le dió risa cuando se acostaron en remeras y viéndose extenuados:
- Parece que es cierto rubio
- ¿Qué cosa amor?
- El matrimonio acaba con el sexo
- ¡Que tonta! Mañana te aviso que lo revivimos, dijo divertido mientras la besaba con dulzura
- Eso espero, sino me divorcio
Dos minutos después, se durmieron abrazados, con la luz de la calle que entraba traviesa por la ventana de Vir. Casi al amanecer, Virginia tuvo un sueño que le provocó sensaciones muy feas. Despertó al borde del llanto.
Gabriel se asustó, ella le contó que no tenía claro que significaba lo que había soñado, sino que más bien se llenó, durante el sueño, de sensaciones angustiantes, en él se veía sola en un lugar muy bonito, lleno de flores, pero que lloraba y estaba perdida y con miedo. Gabriel la calmo diciéndole que nunca estaría sola porque lo tenía a él para siempre. Volvieron a dormirse abrazados una vez que Virginia se calmó.
Faltaban unos diez días para retornar a la universidad, que sería la segunda semana de abril, mientras seguían con la misma vida anterior al viaje, trabajo y noches juntos.
La primera semana fue de acomodarse, la segunda la ocuparon en trámites, llevaron los papeles al estudio del abogado de Gabriel, para que legalizara el matrimonio, a pesar de que esas diligencias solían demorar porque necesitan un pequeño trámite judicial, el abogado agilizó todo y en menos de dos semanas les tenía todos los papeles listos.
Virginia aprovechó para pedir turno con su médico para aplicarse la inyección, ya que estaba al borde del tiempo estipulado entre una y otra aplicación, había tenido una justo antes de partir, por lo que no quería complicaciones. Le dieron turno para finales de abril.
Cuando volvió a cursar, tenía poca energía, pero estaba feliz de estar en su tercer año, no se hubiera imaginado nunca hacerlo casada con Gabriel, le parecía mentira. Ani era la mejor compañía para estudiar porque la mantenía centrada, eran las más parecidas en el grupo de amigas.
Con el correr de los días, Gabriel comenzó a quejarse de un dolor de cabeza insistente, pero no quería saber nada con ir al médico, porque el dolor cedía, se sentía cansado y con algunas náuseas. El primer día de clases de Vir, Gaby se sentía mal pero no dijo nada, no quería agregarle una preocupación extra a la joven sin motivo alguno. El dolor empeoró a medida que se acercaba mayo, por lo cual decidió que pediría un turno para hacerse ver, ya que, si bien el dolor se pasaba inmediatamente al ingerir algún calmante de venta libre, las migrañas no le daban un solo día de respiro.
Le gustaba estar bien por las noches para aprovechar el tiempo con su esposa. Por algún motivo la libertad de estar casados, lejos de apagar la pasión la había incrementado. Se bañaban juntos todos los días y hacían el amor todas las noches.
El humor de Vir había cambiado en las últimas semanas, estaba sensible o de mal humor, también algo desganada. Había acudido a colocarse su inyección, pero su Dr. tuvo un parto de emergencia por lo que una colega de él le administró la dosis y no hubo problemas.