La distancia que nos separa

Capítulo 47 Una nueva despedida

Al llegar a Londres Vir se sorprendió, la casa había quedado preciosa. Ella no había viajado en meses, le faltaba darle su toque, pero era innegable que se veía muy bien. Char había decidido contratar un decorador el cual había hecho maravillas con la casa.

Tenía el cuarto principal con un moderno baño en suite, el vestidor ampliado; la cocina había sido rediseñada para formar un solo espacio junto al comedor y la sala de estar. El living se veía gigante.

Había un dormitorio acondicionado para Roma y dos de invitados en el primer piso.

En la planta baja la sala de estar contaba con televisión 2 baños más completamente remodelados y la galería tenía aspecto de haber sido reconstruida. Los muebles ya no eran blancos, negros y lúgubres sino que eran coloridos y bonitos. Vir estaba feliz de ver que Char había hecho lugar para ellas en su hogar y quería que se sintieran en casa.

Luego de instalarse, decidió salir de compras para darle su toque a la casa, también para llevar regalos a sus amigos. Compró perfumes y velas, almohadones, por supuesto muchas cosas que le daban un aspecto femenino a la casa y que lo necesitaba. También compraron junto a Roma ropa para dejar permanentemente en aquel lugar y no tener que llevar más que lo básico, tal cual había hecho Char en la Argentina. Dejarían ropa de abrigo, botas, y demás elementos útiles como toallas batas, calzado y ropa deportiva.

La vida se había convertido en un momento agradable para todos durante los días festivos.

La navidad fue preciosa con familia, tragos, baile y mucho amor, pero por alguna razón Vir lo vivió como una despedida, su intuición rara vez fallaba y se sentía triste sin razón.

Esa noche Charlie le regaló a Vir un hermoso collar de perlas y Vir le dijo que con él le alcanzaba, ella le había comprado un caballo y Charlie estaba extasiado. El hermoso animal estaba junto a Mar la yegua de Vir en el hotel en Argentina. Roma también recibió un caballo y la chica no podía creerlo.

Charlie y Vir hicieron el amor esa noche con mucha dulzura, la pasión entre ellos estaba intacta y se dejaron llevar como de costumbre. Charlie la notó algo triste y le preguntó que ocurría, Vir no supo que decirle, era esa sensación de vacío tan familiar que la asustó.

El 25 de Diciembre, después del tradicional almuerzo de navidad familiar, las dos familias, compartieron en la casa de campo, recién estrenada. Vir estaba maravillada con los paisajes de invierno, anhelaba poder pasar más tiempo allí.

El clima se presentó muy frío y un manto de nieve cubrió la propiedad. Nunca Vir había pasado una navidad con nieve, por lo que le pareció un espectáculo precioso.

Por la noche, cuando se retiraron todos a dormir, después de un día de juegos, bebidas y música, Vir y Char fueron a su habitación de la mano mientras se decían cosas hermosas al oído. Ella le prometió que volverían pronto a instalarse unos meses. Ni bien Ani regresara al trabajo, podrían pasar allí una temporada, más aun teniendo en cuenta el año sabático de Char. El no supo que decir...

Se acostaron abrazados, mientras hablaban de los planes de Vir para poner algunos cuadros y alfombras en la casa, se sentía en su hogar y a Char le maravillaba verla así, en su hogar, las sensaciones encontradas lo destruían por dentro, quizá debía decir que no a la película, no era el momento, pero la verdad es que quería hacerla.

Esa noche la besó de principio a fin, la sedujo con su toque experto. No habían pasado mucho tiempo a solas y lo necesitaban. La ropa desapareció, se dieron un reconfortante baño con espuma en la bañera, luego de secarse volvieron a la cama desnudos. El cuerpo de Vir vibraba ante el toque necesitado de Char. El la rozaba suavemente mientras besaba su cuello, sus pechos y le brindaba placer. Luego la hizo suya con intensidad. El cuerpo de ella era tan tibio, se mostraba tan necesitada de él en cada embestida, en cada contacto, que luego de un largo rato de disfrutarse, llegaron al climax. Vir se durmió abrazándolo, Char en cambio, a pesar de ser inmensamente feliz, no podía dormir.

Los días posteriores a Navidad, se instalaron de nuevo en la ciudad y estuvieron algo más tranquilos que previo a Navidad. Vir comenzó a ver la posibilidad de encontrar una actividad física para realizar cuando estaba en Londres, amaba yoga y pilates y recordó a su amiga, la que había conocido de casualidad en unas clases de prueba y resultó ser periodista, la llamó, porque la verdad no la veía hacía meses. Se encontraron en el mismo bar de siempre. Kate era una mujer alta, delgada, de mediana edad, muy cordial, que le gustaba arreglarse y verse bonita. Le recordaba a Mel en algún punto. Estaba divorciada desde unos años antes de conocer a Vir, porque su marido le había sido infiel con su mejor amigo; si amigo.

- Hola Kate, le dijo Vir mientras la abrazaba con cariño

- Me tenías abandonada Vir, el teléfono no reemplaza esto

- Lo sé, perdón, hace mucho que no venía a Londres, para compensar te traje un regalo

- ¡Oh por dios que precioso! Dijo Kate al ver la hermosa joyería de orfebre argentina

- ¿Te gusta?

- ¡Por supuesto! Gracias yo te compré una caja de duces, me da vergüenza

- Igual se agradece, sobre todo siempre he agradecido tu amistad y lealtad, todo lo que te he contado ha quedado entre nosotras

- A veces no he podido callar ante las injusticias de los tabloides, pero ha sido para defenderlos si hablaban de más

- Mientras vos sepas la verdad y mis seres queridos es más que suficiente

- Contame como va todo

- Muy bien, estamos instalados, tratando de vivir en ambos países, haciendo malabares, pero funciona o algo parecido

- ¡Oh linda! Estoy segura de que pronto todo se acomodará

- Quería saber si los meses que pase acá podemos hacer alguna actividad juntas, como yoga o pilates sé que vas a un estudio nuevo, me contaste hace unos meses




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