Damir
Ella se fue. No puedo creer que mi Yasia fuera capaz de hacer esto: irse con un hombre al que conoce desde hace sólo varias horas.
Al principio pensé que ella me había delatado con Deniz. Que lo hizo especialmente para vengarse. Que averiguó dónde él vivía, vino y le contó cómo yo iba a engañarlo.
Pero luego me enteré de que ella y él se habían conocido por casualidad en el hospital. El hijo de Deniz tuvo un accidente de tráfico, no había el grupo necesario en el banco de sangre, y los indicadores de su grupo sanguíneo coincidieron accidentalmente con los de Yasia. Ahora recuerdo que ella me dijo algo, pero yo estaba completamente inmerso en el problema con Zhanna y no le presté atención.
Emir voló antes de la fecha prevista y se alojó en un hotel de clase media, a donde luego Egor llevó a mi Yasia. Si lo hubiera sabido, si hubiera sabido que todo acabaría así.....
Zhanna fue quien le contó a Yasia que nuestro matrimonio era ficticio. Queda por averiguar cómo lo supo.
Todo fue más fácil de lo que yo pensaba. Golpeé de tal manera a Murat Celik que estuvieron a punto de encarcelarme. Pero a mí no me importaba. Lo había perdido todo, mi sueño y mi esposa.
— ¿Por qué echaste a Zhanna contra Yasia, hijo de puta? — sacudí a Murat por las solapas de tal forma que estuve a punto de sacarle el alma. — Pudo haberla matado.
— A mí no me hubiera creído, — dijo Murat, — pero a Zhanna, con toda el alma. Yo me enamoré de Yasmina, te pedí que no le rompieras la vida. ¿Así que quién de nosotros es más imbécil?
Yo no tenía nada que argumentar en contra. Los Osadchi retiraron su demanda judicial a cambio de que Yasia y yo nos divorciáramos. Me casé con Zhanna y me emborraché tanto en mi boda que me desperté por la mañana con mi ex-amante, la que tuve antes que Zhanna.
No, no en la cama con ella, sino en el sofá. Ella está casada y planean tener hijos. Zhanna ya no podrá tener hijos, así que ahora sólo puedo envidiar la felicidad de otras personas.
Porque yo mismo, con mis propias manos, lo arruiné todo. Me casé con la mejor chica del mundo, pero en lugar de darle de lado a Emir, a las fábricas y a los proyectos, me metí de cabeza en todo esto, dejando a Yasia para después.
Simplemente no pensé que podría no haber ningún "después". Así fue que sucedió.
Me quedé sin fábricas y sin Yasmina.
Y si no me importan las fábricas, siento un ardor y una presión insoportables en el pecho cuando pienso en Yasia. Daría cualquier cosa por verla, aunque sea por poco tiempo. Traté de encontrarla, pero desapareció sin dejar rastro, como si se hubiera evaporado y disuelto en el aire.
Y, además, hay un sueño que me persigue. Estoy tumbado en el sofá en mi despacho, se abre la puerta y entra Yasmina sin hacer ruido. Se acerca a mí, se sienta a mi lado, se inclina. Toca mi frente, acaricia las cerdas en las mejillas y la barbilla con las yemas de los dedos. Ella huele de tal manera que pierdo la cabeza. Me echo sobre ella y ni siquiera se resiste. Correcto, somos marido y mujer.
Me despierto empapado en sudor, con una almohada entre los brazos en lugar de Yasmina. Sueño con este, nuestro único acto sexual con una frecuencia envidiable, independientemente de la presencia de amantes en mi vida.
Y cuanto más tiempo pasa, más doloroso se vuelve el despertar.
Esta parte del libro está terminada. Quién está interesado en lo que sucedió después con Damir y Yasmina, Te invito al libro "Divorciada y con remolque".
Bienvenidos!!!
— ¿Qué es esto? — Señalo a la niña que está sentada a la mesa dibujando. — ¿Qué ella hace aquí?
— Es Lale, — responde la ayudante Marina.
— Yo no le he preguntado cómo se llama. Le he preguntado por qué está aquí.
La niña salta de la silla y se acerca.
— Yo soy La-Le, — dice dividiendo la palabra en sílabas. — Yo tlabajo aquí.
— ¿Qué?, me inclino para oír mejor. — ¿Qué haces aquí?
— ¡Tlabajo! — repite la niña.
— Lale es la hija de Yasemin, la ayudante del diseñador principal, — explica Marina.
Un interruptor se activa en mi cerebro. Me agacho delante de la chica.
— ¿Quién es tu mama, Lale?
La niña susurra con confianza:
— Yasia. Mi mamá es Yasia.
Y grita, dándose media vuelta:
— ¡Mamá! ¡Mamá! Hay un tío aquí que quiele velte. ¡Es helmoso!...
Giro la cabeza y es como si cayera en un pozo sin fondo...