La donante: extras

Él

Gema es distinta a lo que podría esperar. No tiene nada en común con esa chica llamada Violeta, la donante de Rafael Zayn, a quien ha estado sirviendo los últimos dos años o con los donantes que ha podido conocer. Es verdad que tiene su carácter, pero ella es demasiado sincera y fácil de comprender, además de ser muy inocente. Le recuerda a ella misma cuando era humana. Sin duda, Gema le agrada y que decir del señor Regan, quien siempre se ha portado amable con ella, sin dejar de lado a su vieja camarada, Anisa.

―No entiendo porque has venido ―Comenta Anisa mirándola interrogante. Irina sonríe ligeramente. "Sigue siendo la misma chica astuta" piensa sin dejar de sonreír.

¿Sus motivos? Son demasiados, pero quizás es solo su anhelo por volver a verlo.

―Necesitan una cocinera ―Responde encogiéndose de hombros. Anisa resopla y mueve la cabeza, a pesar de su siempre alegre aspecto, sabe que miente.

―Estabas dentro de la guardia de Cádiz y eras de las mejores rastreadoras como siempre lo deseaste ¿cómo es que has terminado preparando comida para humanos?

―Eso no tiene nada de malo ―Afirma llevándose un pedazo de fruta a la boca― No es tan malo como lo pones.

― ¿No? ―Cuestiona enarcando una ceja.

A pesar de encontrarse dentro de la cocina, ambas perciben su presencia. Irina sonríe al ver a Anisa salir de prisa y dirigirse a la sala, donde se encuentra Gema. No pueden dejarla sola con ninguno de los dos. Deja de lado la comida y le sigue, pero se detiene en el pasillo, sintiendo como se aproxima.

Mientras espera verlo cruzar la puerta de la residencia, Irina recuerda la primera vez que lo conoció. Más de 100 años atrás. Justo cuando comenzaba su entrenamiento de rastreadora con Abiel en Cádiz. Uriel Haros no solo era reconocido por sus extrañas habilidades, a pesar de ser un fundador de segundo linaje, sino también por ser de los mejores vampiros en combate. Líder de la guardia en Jericó y amigo cercano de Armen Regan. Un vampiro atractivo e intrigante que de inmediato despertó su interés, pero evidentemente no fue la única. Elina Sergey, segunda al mando de la cuidad, parecía muy cercana a él, demasiado intima. Por lo que de inmediato supuso que estaba lejos de poder combatir en esos terrenos. Así que simplemente dejo el asunto de lado y se dedicó a entrenar.

Permanece oculta mientras la puerta se abre y él entra.

―Joven Haros ―Saluda Anisa intentando llegar a donde se encuentra la chica, pero levanta una mano y la obliga a no moverse.

Irina lo recorre con la mirada. No ha cambiado nada, sigue teniendo el aire déspota y altanero. Avanza mirando detenidamente a Gema, quien parece confundida, pero se mantiene firme.

―No soy un juguete ―Responde con ímpetu ante sus palabras. Esa chica tiene temple y eso le agrada aún más.

―Sabes hablar ―Se mofa acortando la distancia. Uriel no es muy amistoso con los humanos y siempre ha tenido cierto repudio por ellos, motivo por el cual no dispone de donantes para alimentarse.

Gema no se queda callada y responde, aumentando su malestar. Es malo, Anisa no puede intervenir pues se encuentra bajo su control, así que tiene que hacer algo o las cosas podrían complicarse. Esta lista para intervenir, pero Regan aparece.

― ¡Haros! ―De inmediato la tensión se disipa. Anisa lleva a Gema a su habitación y ellos discuten brevemente.

―Espiar de mal gusto ―La reprende Anisa mirándola reprobatoriamente. Ella sonríe y se encoge de hombros.

―Solo estaba alerta ―Anisa niega.

―No has cambiado nada ―Farfulla― Pero él tampoco lo ha hecho. Deberías dejarlo.

― ¿Tú crees?

Anisa es la única a quien podría considerar una amiga. Ambas han coincidido en muchas ocasiones e incluso le debe no haber perdido la cabeza y aniquilado a sus compañeros. Pero no solo eso, Anisa conoce sobre su gusto por Haros.

―Te repito que existen cosas que nunca cambian y esta parece una de ellas. No pierdas el tiempo, Irina ―Dice con voz severa y se marcha por el pasillo.

No es que las relaciones entre los fundadores y subalternos estuvieran prohibidas, de hecho había muchas parejas de ese tipo en las ciudades. Sin embargo, para algunos sangre pura, ellos no eran más que sus sirvientes o un alimento alterno en épocas difíciles. Haros parecía ser uno de esos vampiros. Sus relaciones eran básicamente con la segunda clase de familias de fundadores o con algunas de tercera, pero nunca con un subalterno y menos con alguien como ella que era considerada un don nadie, puesto que ni siquiera conocía la identidad del vampiro que la convirtió.

Ella sabe todo eso, pero no puede evitar mirar al vampiro que le ha robado el corazón y quien la ha llevado hasta ahí.

―Quizás ―Murmura― Pero esta vez será distinto, algo me lo dice.



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En el texto hay: amor, ladonante, extras

Editado: 16.03.2019

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