La donante: extras

Advertencia

~Uriel~

―Me has sorprendido, Gema ―digo en voz alta.

No puedo creer que haya sido tan imprudente para lanzarse contra Irvin sin tener un espada, algo osado para un humano como ella. Y ahora ha logrado derivar a Irvin. Vaya que no deja de sorprenderme, en parte puedo comprender la fascinación de Armen por ella. No es como las demás donantes que han llegado aquí.

El golpe en su cara ahora luce peor hoy. Lo cierto es que tuvo suerte de que diera directamente en el ojo o algo peor hubiera resultado. Aunque no lo quiera, tengo que admitir que esa pequeña tiene razón. Fue una tontería no ser precavido. Armen se ha mantenido calmado, quizás no lo ha visto, pero la reprimenda que me dará en cuanto lo vea, será peor. ¡Joder!

Miro a la pequeña y noto una expresión desconcertante extenderse por su rostro. No sonríe, ni siquiera me mira.

―Nos retiramos ―dice la pequeña con voz demasiado formal y sin hacer algún comentario.

"¿Pasa algo?". Inquiero pero solo obtengo que me dé la espalda y salga con rapidez guiando a Gema. "¿No me has oído?". Nada, se ha marchado sin responder. ¿Qué rayos le ocurre? No la entiendo.

***

Dejo la espada sobre la mesa y estiro los músculos. Necesitaba relajarme después del día tan caótico. Las cosas luces cada vez peor con los humanos. Lo siento venir antes de que aparezca. ¡Oh no!

― ¿Quieres explicarme que fue lo que paso? ¿Por qué permitiste que le pasara eso? ― ¡Ahí viene a reclamarme!

―Un accidente ―digo intentando mantener la calma.

― ¿Accidente? ¿Ya la viste? ―Este es el Armen que pocas veces he visto. Uno que muestra más que un rostro sereno y eso solo confirma cuán importante es Gema para él.

―Lo sé, lo sé. Su sombra ya se encargó de recordármelo ―digo refiriéndome a la pequeña―. Sé que no debí permitir que pasara. ¿Qué quieres que haga?

― ¿Qué quiero que hagas? ―pregunta con ironía.

―Fui yo, señor ― ¡Mierda!

Apenas soy capaz de verlo lanzarse sobre Irvin, aprisionándolo contra la pared. ¡Maldición!

― ¡Armen! ―exclamo, pero ya le ha dado al menos dos golpes―. ¡Basta!

― ¡Vuelve a ponerle una mano encima y te arrancare la cabeza!

Logro sujetar su mano antes de que impacte su rostro de nueva cuenta.

―Es mi culpa ―digo encarándolo―. Si quieres, puedes golpearme.

―Haros ―murmura fulminándome con la mirada.

―No lo hizo intencionalmente ―afirmo percibiendo el miedo en Irvin. Como todos, es consciente que Armen podría hacerlo desaparecer si lo quisiera. Desde luego que no lo hará, tampoco es tan extremista. Es evidente que solo intenta darle un escarmiento―. Lo digo en serio. Fue mi culpa por pedirle que la atacara de verdad. Puedes preguntarle a la pequeña...

―Qué curioso ―farfulla relajando su expresión―. Ella ha dicho lo mismo.

― ¿Qué? ―pregunto desconcertado.

―Eso. Ha dicho que es tu culpa ―Me quedo pasmado. No esperaba que hiciera eso. ¿Por qué demonios está molesta conmigo?

Me mira divertido y afloja su agarre del cuello de Irvin, quien permanece inmóvil. Me está tomando el pelo. Y he caído.

―Vete ―le dice retrocediendo.

No lo repite, Irvin desaparece y armen me mira con expresión severa.

―No me agradas cuando tienes esa cara.

―No vuelvas a hacerlo ―advierte―. Pudo hacerle algo peor.

―Ella no es tan débil cómo crees. Y teniendo en cuanta cómo están las cosas, es mejor que este lista.

―No la traje para exponerla y muchos menos a usarla.

― ¿Ya te quedo claro que no está involucrada en los ataques?

―Siempre he estado convencido que no es así.

―Pues me da la impresión de que ella cree lo contrario. No tiene bues aspecto.

― ¿Y me lo dices tú? ―pongo los ojos en blanco.

―Me refiero a que luce más delgada y pálida.

―Solo...

―Solo intentas mantenerla a salvo ―Es un tonto―. Lo sé, pero Regan, las mujeres funcionan de otro modo.

― ¿De nuevo, eres tu quien me lo dice?

― ¿Qué?

―No creas que no me he dado cuenta.

― ¡Ah! Eso.

― ¡Ah! Si, eso ―me imita con sarcasmo―. Te lo dije antes. No quiero que...

―No es una niña.

Ni siquiera se porque estoy argumentando tanto. Bueno, quizás porque la otra noche estuvo bastante bien. Pero se que no debo jugar con ella. 

―Tampoco tiene porque ser tu juguete. Si quieres a alguien, puedes solicitar una donante o buscar una de tus aventuras.

―No te pongas pesado. Ni siquiera la he visto de nuevo. Sé que tu padre siempre le tuvo aprecio y que por eso te importa tanto, pero...

―Haros. No quiero que la situación se vuelva incomoda. Ya tenemos bastante.

―Sí, sí, ya entendí el mensaje. Ella es quien cuida a tu humana, así que quieres mantenerla segura ¿correcto? ―Si supieras que es ella no deja de provocarme con la forma en la que me mira y reta. 

 

***

 

"¿Pasa algo?". Inquiero al verla cruzar la puerta. Me mira un segundo, sin ocultar la sorpresa que mi pregunta le provoca.



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En el texto hay: amor, ladonante, extras

Editado: 16.03.2019

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