La donante: extras

Segunda noche

 

~Irina~

Definitivamente no esperaba su actitud. Las últimas semanas parecía tan indiferente que después de ver la manera en que la mira y escuchar llamarla por su nombre, considere dejarlo de lado. Pero aquí estoy de nuevo, mirándolo mientras explica a Gema sobre el combate. Soy una tonta. Sigo mirando en su dirección a pesar de ser consciente que no tengo oportunidad.

Aunque, si he llegado hasta aquí, creo que puedo permitirme arriesgarme otro poco. Los vampiros no tenemos corazón después de todo ¿no? Sonrió mientras conduzco de regreso a Gema.

Quizás hoy tenga la oportunidad de jugar otro poco con el difícil señor Haros. En la cena de esta noche.

 

~Uriel~

Cenas, igual a aburrición. Lo mismo de siempre. Charlas insulsas y sonrisas fingidas, pero tengo que asistir.

Ajusto el moño al cuello de la camisa y tomo el saco. Esa pequeña de verdad que es osada, pero no. ¿Que pretende? Sí, espera que vaya tras sus faldas, pierde el tiempo. Regan me culpa a mí y ¿acaso no la conoce? He de admitir que yo le doy pie, pero... será mejor mantenerme lejos de ella.

***

Parece que esta noche, la cena será interesante. La observo disimuladamente. No puedo creer que la haya traído, definitivamente ha perdido la cabeza por ella.

―Uno de estos días se dará cuenta ―dice muy bajo Rafael acercándose a mí.

―Ya lo sabe ―contesto encogiéndome de hombros. Armen no es ningún tonto, lo sabe.

― ¿Y no te ha cortado la cabeza?

― ¡Oye! Solo fue un desliz, tú hiciste lo mismo cuando la conociste. ¿Ya lo olvidaste?

―La diferencia es que yo tengo a Violeta. Y lo mío fue solo curiosidad, pero tú...

―Por cierto ¿dónde la dejaste? ―digo cambiando de tema. Él da un sorbo a su copa y se encoge de hombros.

―No sé.

― ¿Ya te aburriste de ella? Has durado más que con ninguna.

―Tu sabes porque.

―Eso no es sano, Rafael...

―Déjalo ―responde con brusquedad. Aun no olvida a Jadel y el hecho de que sean parecidas no ayuda en nada.

―Hablo...

―Déjalo, Haros ―advierte lanzándome una mirada furiosa.

― ¿Por qué están discutiendo? ―inquiere Armen observándonos.

―Por nada ―dice Rafael bebiéndose su copa―. Voy por un trago.

―No deberías hacer ese tipo de comentario ― ¡Otro que me regaña!

―Solo me preocupo. Pero que haga lo que quiera.

***

Los minutos trascurren y después de la demostración de Armen y Gema, me encuentro charlando con algunos conocidos. Todo con la finalidad de calmar los rumores y la tensión entre los fundadores. Desvió la mirada y veo salir a Gema. ¿A dónde va? Vuelvo mi atención a la charla intentando parecer interesado, pero veo a la pequeña cruzar la puerta. Supongo que ha ido a buscarla.

Armen me dirige una mirada, parece inquieto.

"Algo no va bien". Transmite mentalmente antes de que su olor impregne el aire.

"¡Impuros!". Escucho su voz en mi cabeza.

"¡Mierda!". Pienso justo en el instante que los cristales de las ventanas se haces astillas y sus figuras emergen.

"No uses tus poderes". Me advierte Armen.

"No pensaba hacerlo". Afirmo. Pero sin mi espada es complicado.

Todo se vuelve un caos. Estamos en desventaja y encerados en este salón. Prácticamente nadie sabe pelear y tampoco tenemos espadas. Anisa se lanza por ellos. Veo aparecer a la pequeña, quien a pesar de su atuendo se mueve con habilidad y sostiene una par de espadas que le entre a Anisa y a Armen.

Son demasiados y van por los fundadores. Dejando de lado a algunos subalternos que asistieron.

"Es una emboscada". Los alerto.

"¿Dónde está la guardia?". Inquiere Anisa enfrentado un par de ellos.

"Gema ha ido a buscarlos". Informa la pequeña.

"¿Dónde está?". Cuestiona Armen. "¿Por qué la dejaste sola?". Reprocha. Noto la preocupación en su cara, pero justo aparece con espada en mano.

"Anisa, sácala junto a los fundadores". Ordena Armen. Ella asiente y se desplaza hasta ella.

"No se lo había dicho, señor". Dice mirándome de reojo. "pero se ve muy bien". Me guiña el ojo y casi pierdo la cabeza a manos del impuro que enfrento.

"¡Oye!". Protesto, pero ella sonríe. "Concéntrate".

"Estoy concentrada. Siempre".

― ¡Señor! ―Veo a Irvin aparecer con mi espada.

―Eres lento. ¿Dónde demonios estabas?

―Yo... 

― Olvídalo ¿Dónde están los demás?

―No lo sé, los intente encontrar pero no están.

― ¡Olvídalo! Acaba con esos malditos.



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En el texto hay: amor, ladonante, extras

Editado: 16.03.2019

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