~Irina~
A pesar de su pasión, no puedo evitar recordar como miraba a Gema. ¿Acaso me hace el amor mientras la ve en mí? ¿Por qué eres tan tonta Irina? Me reprendo y respondo a sus caricias desenfrenadas.
Sale de mí y se queda tumbado, cubriendo su rostro con el dorso de su brazo. Sin esperar que diga nada, me incorporo y busco mi ropa. Él no se mueve, ni parece tener intensiones de hacerlo. Creo que siempre espero demasiado de él.
―Buenas noches, señor ―digo con voz tranquila y salgo.
No hay respuesta por su parte y ver a Irvin abrirme la puerta es como una bofetada. Solo soy otra más con la que se entretiene.
Necesito ocupar mi mente y dejar de pensar en lo que acaba de ocurrir. Nunca antes me había importado y estaba segura de que no me importaría ser solo su juguete pero... algo ha cambiado y no me agrada la idea. Me siento molesta y creo que ni siquiera es con él, sino conmigo misma. He intentado actuar como la chica fácil y todo ha salido mal.
Camino por la acera. Mi mirada se clava en la puerta trasera del muro. Donde varios guardias caminan entorno. Desde luego que lo ocurrido ha inquietado a todos dentro. Pensar en eso solo me irrita más. Me dirijo a la sala de entrenamientos, no es buena idea ir a la residencia Regan ahora mismo.
―Irina ―saluda uno de los oficinales. Aunque prácticamente nunca estoy por aquí últimamente, él me ha visto venir y desde luego que está enterado que formo parte de los rastreadores. A pesar de ser una "simple cocinera", como lo dijo Haros.
―Hola ―Le dirijo un asentimiento y entro directo a las duchas.
Me quedo inmóvil bajo el agua, el mayor tiempo que es posible. No solo tengo que borrar su aroma, también necesito ordenar mis pensamientos. Esto es un juego y punto. Resulta irónico, pero ellos prefieren a las humanas. Y desde luego que lo suyo no es solo deseo de sangre. Lo vi en sus ojos. Era a ella a quien deseaba y yo solo he sido el reemplazo. Sonrió, burlándome de mi misma. ¿Quiero continuar con esto? ¿Era esto lo que esperaba?
Salgo envuelta en una de las toallas y me enfundo uno de los uniformes. Nadie dice nada cuando cruzo las puertas del muro. Oculta aun por la noche, me escabullo entre los edificios. El primer sector de la ciudad permanece tranquilo, pero es solo en apariencia y me extraña que la guardia no se percate de ello. Incluso desde aquí puedo escucharlos. Hay algo muy raro en todo lo ocurrido. ¿Por qué la guardia no llego al salón? Sin duda, esto recaerá sobre él. Como sea, por ahora tengo que confirmar mis sospechas.
Salto entre los techos y me aproximo a donde las voces y pasos se escuchan. Es prácticamente en las afueras de la ciudad. Ocultos detrás de las casas se mueven varias personas, parece que... se marchan.
―Vamos ―susurra la voz grave de un hombre. Las siluetas de una mujer y un pequeño lo siguen. Cruzan la entrada de la ciudad y echan a correr por la lateral derecha. Unos segundos después, otro grupo hace lo mismo.
¿Qué están haciendo?
Sigo su olor y confirmo que se reúnen en la bóveda que funge como refugio. La misma que mando construir el señor Regan. Puedo escuchar sus corazones y son bastantes. Frente a la puerta, esta él, portando una espada. ¿Por qué insiste en hacer las cosas de este modo? Es demasiado obstinado. No me gusta nada la pinta que tiene esto.
Permanezco oculta, hasta que las primeras luces del alba comienzan a aparecer. Tengo que volver. Doy una última mirada, observando las casas que ahora lucen vacías. Sin embargo, no todos se han marchado esta noche. Llevan días saliendo sin que la guardia se percate. Gema tenía razón, a la guardia ni siquiera le importan ellos. Ya sea que intenten salvaguardarse o algo más, no parecen estar dispuestos a permanecer aquí.
***
―Buenos días, Señor ―saludo con una reverencia. Armen observa mi vestimenta, pero no dice nada. No me ha dado tiempo de cambiarme y según lo que me informaron tengo que salir de nuevo.
―Nos reuniremos con Uriel y Rafael. Alista a Gema y llévala a la sala, no deben tardar en llegar ―asiento y me dispongo a salir―. ¿Estás bien? ―Lo sabe. Sonrió ante su pregunta.
―Sí, señor.
―Bien ―susurra y salgo.
Él es como Regan, nunca intentan forzarme para saber lo que pienso o hago. Pero... él estará aquí y aun mi malestar no desaparece del todo. Aunque me queda claro que es necesario que hablen. Las cosas no pintan nada bien y después de lo ocurrido, ahora todo es más complicado. Para todos.
***
Gema entra en la sala y yo permanezco en la cocina, preparando su desayuno. Pero escucho la conversación.
―Hiciste un gran trabajo ―dice Uriel. De nuevo esta esa familiaridad hacia ella, que resulta incómoda.
Hablan sobre Violeta, el traidor y los humanos. Dejo de lado la comida y me aproximo a ellos. Ahora el tema es Valencia y su propuesta de esclavitud, no pueden hacer eso.
―El problema es que después de lo ocurrido, el número de partidarios a favor ha aumentado, como no tienes idea ―explica Rafael.
"Es posible que quieran llevarlo a cabo". Termina de decirlo mentalmente.
"Eso solo traerá más problemas". Argumenta Uriel.
―Hay otro problema ―digo mirando a Gema. Esto no le gustara.