La donante: extras

Rapto de Gema

― ¿Dónde está Gema?

Elina pone los ojos en blanco y niega, cruzándose de brazos.

― ¡Oye, Regan! Dale un respiro a la pobre chica ―Él frunce el ceño y ella se echa a reír―. Esta con Irina, no te pongas pesado. Ya sé que no debo dejarla sola. Pero entiende que ahora mismo está un poco nerviosa.

Las facciones de Armen se relajan un poco, mientras escruta la entrada del salón. Es consciente de la inquietud de Gema, pero no puede evitar preocuparse por ella. No después de su último sueño.

―De verdad que está bien. Solo dale un poco de espacio ―insiste la rubia antes de levantar su copa y alejarse de él.

― ¿Nervioso? ―pregunta en voz alta Uriel, mirándolo divertido. Armen no responde―. Admítelo. Sé que solo lo has hecho una vez.

―No quiero lastimarla ―responde en voz baja.

Le preocupa demasiado Gema. Quien sin proponérselo, llego a convertirse en su todo y a la que desearía poder evitarle el mal rato, pero quien ha aceptado cambiar. Por él, por los suyos. Ella es valiente y le ha demostrado lo mucho que significa, por lo que nunca terminara de recompensarle su sacrificio. Puesto que su madre, a pesar de amar a su padre, nunca acepto cambiar.

―Dolerá. Eso no lo puedes evitar ―dice de forma tranquilizadora Uriel. Armen asiente y lo mira. 

― ¿Te pasa algo? ―inquiere al percatarse, que no es el único que parece concentrado en sus pensamientos.

―Nada ―responde un poco a la defensiva.

― ¿Aun no te decides? ―pregunta directamente. La comisura de sus labios se eleva ligeramente al ver su expresión―. Deja de jugar con ella, Haros. Has admitido abiertamente que es tu mujer.

―Lo sé, pero...

―Tienes dudas ―afirma Armen, pero Uriel mueve la cabeza.

―No, pero...

― ¡Haros...!

― ¡Ay no! Por favor, no ―se queja con gesto horrorizado―. Sermones de padre no, Armen. Además, teóricamente soy mayor que tu...

―Y yo que ustedes ―interviene Danko―. ¿Cuál es el lío aquí? ―pregunta frunciendo el ceño.

―La indecisión ―responde Armen. Sus ojos no dejan de pasearse por la entrada. A pesar de que solo han pasado solo unos minutos, su inquietud va en aumento aun sabiendo que se encuentra en compañía de Irina.

―Vaya que novedad ―farfulla Danko―. Últimamente todo el mundo tiene inseguridades ―comenta mirando a Rafael, quien se encuentra a unos metros de ellos.

―No puedes culparlo ―intercede Uriel―. No debe ser sencillo verla de nuevo.

― ¡Tonterías! ―gruñe―. ¿Hace cuánto tiempo ya de eso? y además, ahora esta Elina.

―En el corazón no se manda ―asegura Armen. Danko niega con gesto teatral.

― ¿Amor? ―pregunto dudoso. Armen y Uriel asintieron al mismo tiempo―. Como si fuera una enfermedad ―se mofa.

―No podrías comprender ―afirma Uriel encogiéndose de hombros―. Tendrías que sentirlo para entender lo que significa.

―Paso. No quiero estar como ustedes, detrás de sus faldas todo el día, preocupados porque sus mujeres están fuera de su vista. Como ahora.

―Te repito...

―Sí, sí, ya entendí y no hace falta que lo digas, te repito... ―dice haciendo énfasis― P-A-S-O.

"Señor". La voz de Abiel interrumpe sus pensamientos.

¿Qué ocurre?". Inquiere al percatarse de su agitación.

"Han entrado a los almacenes".

― ¡Mierda! ―murmura.

― ¿Qué pasa? ―inquiere Armen. Danko sacude la cabeza y los mira.

―Intrusos.

―Vayamos ―dice Uriel.

―Yo me quedo ―declara Armen mirándolo con disculpa.

―Cierto. Tu mujer ―dice con gesto contrariado―. Es mejor que la cuides.

― ¿Darius? ―cuestiona alarmado Uriel.

―No lo sé. Pero es mejor no correr riesgos.

― ¿Qué pasa? ―pregunta Elina al percatarse de sus expresiones.

―Problemas.

― ¿Dónde dejaste a Gema? ―La chica lo mira confundido―. ¿Dónde?

―En la terraza del salón trasero... ―Sin esperar que termine, Armen sale―. Pero...

―Ve con él ―ordena Danko.

―Claro ―Ella desaparece y mirando a Uriel, salen del salón.

―Vamos Haros.

***

Apenas sale al pasillo, sus fosas perciben el olor a sangre.

― ¡Armen! ―grita Elina, pero la ignora y corre hasta cruzar la puerta. El pánico recorre cada parte de su frio cuerpo―. Ar... ―La voz de Elina se desvanece.

Está de pie junto a él. Contemplando lo que sus ojos ven. El cuerpo inerte de Nicola.

Armen es el primero en reaccionar. Avanza, acercándose a su cuerpo, al mismo tiempo observando con detenimiento el sitio. Junto al aroma de su sangre, puede detectar el olor de Gema, otro que no puede reconocer y el de Irina.

― ¿Qué fue lo que paso? ―cuestiona para sí misma Elina―. ¿Quién...?

― ¡Armen! ―Farah entra corriendo, seguido por Anisa y Pen. Los tres se quedan inmóviles junto a la puerta.

―Anisa ―dice con dureza Armen. Cosa que sorprende a la pelinegra, quien libera la mano de Pen y da un paso adelante―. ¿Qué fue lo que paso aquí?

Ella lo mira confundida, pero al observar la esencia y captar los detalles. Como la silla caída, un par de hojas desprendidas junto al barandal, comprende a dónde quiere llegar. Solo hay tres aromas además de la de Nicola. Y las únicas que se mezclan, son la de Gema e Irina.



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En el texto hay: amor, ladonante, extras

Editado: 16.03.2019

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