¤¤ Irina y Uriel ¤¤
Irina camina despacio. Sabe dónde se encuentran, pero no desea verlos. El gesto de Gema, le ha indicado que ha visto algo relacionado con Uriel.
«Es una orden». Las palabras de Darius y el vínculo que la une a él, son demasiado fuertes. Ni siquiera el dolor que se provoca a sí misma, enterando las uñas en las palmas de las manos, es tan desagradable como su presencia dentro de su cabeza. Repitiéndole que le pertenece, que debe obedecer su mandato. No quiero hacerlo, pero es como si su cuerpo fuera ajeno.
***
Los ojos de Uriel, vislumbran una de las entradas de la cueva. En su mente solo mantiene un pensamiento «Tengo que salvarla».
―Recuerda lo que ha dicho Gema ―le susurra Knut.
―Lo sé ―responde sin dejar de observar la entrada―. Vayan con Elina ―ordena.
―Vámonos ―dice Knut tomando del brazo a Alain, quien no parece demasiado convencido con el cambio de planes.
Ahora será solo Uriel quien se enfrentará a Irina. Ha asegurado hacer todo para evitar que ella cumpla con los planes de Darius.
Apenas siente como ellos se alejan, da un paso al frente y luego otro más, hasta que ingresa por completo en la cueva. Sus ojos se adaptan con facilidad e inmediatamente puede percibir su aroma. Está muy cerca.
Sorprendido de detiene al verla. Su pequeña ahora luce muy pálida. Tiene una mueca de descompuesta, mezcla de angustia y ansiedad. Nada comparado con su mirada retadora y divertida. Definitivamente no es la misma Irina que él conoce. Su mirada parece ausente y sus labios forman una línea blanca. Lo que indica que no ha bebido sangre en varios días.
«Maldito, Darius» piensa para sí mismo.
―Uriel ―murmura acongojada. Una parte de ella, espera tener que encontrar con alguien más y no con él. Solos.
―Tu oponente seré yo ―anuncia al notar que ella mira detrás de él.
«No por favor» suplica mentalmente Irina cerrando los ojos. Le ama, no puede hacerlo.
―Mírame ―pide Uriel, un poco menos brusco al observar su expresión abatida.
―Gema ha visto algo... ―dice Irina sin mirarlo― yo...
―Vas a matarme ―anuncia Uriel. Abre los ojos de golpe, horrorizada por su afirmación.
― ¿Qué? ―Sus miedos se confirmar. Darius así lo desea y lo conseguirá.
―Pero sabes que eso puede cambiarse.
Ella ríe nerviosamente y niega. Quiso cambiar el hecho de mantener cautiva a Gema y solo fracaso. No puede hacerlo.
― ¿Me odias? ―inquiere con tristeza― ¿Me odias, Uriel?
―No, ¿por qué debo de hacerlo? ―De nuevo ríe nerviosa.
― ¿Traer a Gema a este lugar no te parece suficiente? Los traicione.
―No. No lo has hecho por voluntad propia, no se considera una traición.
― ¿Lo sabes? ―pregunta temerosa. Sabe cuánto odian a quien es su creador y todo el daño que ha hecho.
―Si.
―Entonces, sabes que no puedo ir en contra de sus órdenes.
―No. Lo único que sé, es que tú no sigues órdenes. Ni siquiera las mías.
―Uriel...
―No, Irina. Tu no tienen creador, siempre has sido libre. ¿Dónde está la Irina que conozco? ¿Es que ignora mis mandatos y hace lo que viene en gana?
― ¡Por favor! ―suplica, pero él avanza.
―Mírame, Irina ―Ella retrocede, pero él continua―. ¿Dónde está la chica que osa desafiarme, desquiciarme?
― ¡No te acerques! ―grita desesperada. «Mátalo. Mátalo, Irina» ― Vete...
―No, no lo haré.
―Sino lo haces, morirás.
―No me importa.
―Ur...
―No voy a irme sin ti.
―Yo... yo jamás podré irme. Le pertenezco a Darius ―dice con la voz rota.
―Te equívocas de nuevo. ¿Acaso has olvidado todo lo que te he dicho? ―dice sujetándola de los hombros. Ella tiembla e intenta apartarse, pero él es más fuerte que ella― ¡Eres mía, Irina!
― ¡Por favor, Uriel!
―Eres mía y ni siquiera ese maldito te apartara de mi lado.
«Matarlo». El dolor invade su mente y como si su brazo tuviera vida propia, arrebata la espada de él y lo ataca.
Apenas puede adivinar su movimiento y logra esquivarlo, pero el fijo corta su brazo izquierdo.
― ¡Uriel! ―gime al ver la sangre― ¡Vete! ―repite―. No... no puedo.
― ¿Sabes Irina? ―dice él tirando de la tela rota―. Soy un idiota ―ríe nerviosamente y la mira― Me ha costado aceptar lo que siento por ti, pero es una realidad.
―Uriel... no sigas ―pide desconcertada por sus palabras.
―Cuando supe que te habías marchado con Gema.
―Calla.
―En lo único que pensaba, era en lo idiota que me porte contigo y en todo lo que no pude decirte.
―Por favor...
―Irina no me importa nadie más que tú ―intenta acercarse, pero ella eleva la espada.
―Por favor, detente.
―Ni lo pienses.
― ¡Por favor! ―suplico negando― Márchate...
―No, te amo, Irina, no voy a dejarte.
Cierra los ojos y solloza.
―No hagas esto... por favor ― «Hazlo». Sus manos tiemblan al recibir de nuevo la orden―. Vete antes...
―No, no lo hare. Mírame, Irina. Tú eres más fuerte que él...