A partir de ahí, todo continuaba con una normalidad aparente, cada uno en su día a día; desde la resolución de Bea, todo comenzó a fluir de manera natural; hasta que…….; En la oficina de Piero Salas, el conflicto comenzaba, el problema era el socio principal, Elías Montero. Elías insistía en utilizar un vacío legal para ganar un caso de fraude corporativo.
—Piero, es una victoria fácil —argumentaba Elías, con su pragmatismo cínico—. El cliente es culpable, lo sabemos, pero podemos enterrar la verdad en la ambigüedad del papeleo. La ley lo permite.
Piero se recostó en su silla, mirando por la ventana. Las palabras de su hija resonaban en su mente: “Iba a traicionar tu ética por un nombre.” Él, el pilar de la verdad legal, había estado dispuesto a sacrificar su código por miedo.
—No lo haremos, Elías —respondió Piero, su voz tan firme como la primera vez que prometió defender la justicia.
—¿Estás enloqueciendo? ¡Es un millón de dólares! —explotó Elías—. ¿Por qué de repente te ha dado un ataque de moralismo?
—No es moralismo, es integridad. Si la ley nos permite ganar mediante la mentira o el subterfugio, entonces es una ley defectuosa. Y si yo, Piero Salas, uso esa táctica, me convierto en un abogado defectuoso y, peor, en un padre defectuoso —declaró Piero, el dolor por su pasado reflejado en el presente.
Elías Montero, furioso, le dio un ultimátum: que aceptara la estrategia o disolviera la sociedad.
Esa noche, Piero regresó a casa agotado. Daniela lo esperaba con el mismo nerviosismo que tenía cuando Beatriz buscaba a sus padres.
—Daniela, no puedo con tanta presión, Elías esta fuera de control, me veo en la necesidad de tomar una decisión radical. Voy a enfrentar a Elías y, si es necesario, dejaré el bufete. El dinero no vale la traición a mis principios.
Daniela no dudó. La Dra. de Salas, cuya fuerza había regresado, se puso de pie y besó a su esposo con una pasión tranquila.
—Estoy orgullosa de ti, Piero. Nos elegimos, y elegimos esta vida con honestidad. Nuestro "Nuevo Contrato" no es solo para Beatriz; es para nosotros. Estoy contigo, no importa lo que cueste.
La decisión de Piero, inspirada en la madurez de Beatriz, fue la redención que necesitaba. Al día siguiente, disolvió su sociedad con Elías Montero. Su carrera se tambaleó por un momento, pero su conciencia estaba limpia. No había perdido su bufete; había ganado su integridad y el respeto incondicional de su familia.
Piero miró el escritorio de Beatriz, donde una pila de libros de matemáticas estaba perfectamente organizada. Se dio cuenta de que su hija no solo le había enseñado que el amor es el principio más fuerte; también le había enseñado que la verdad siempre debe ser la constante, no la variable. La familia Salas era ahora, verdaderamente, un hogar fundado en principios inquebrantables, pero sobre todo con amor.