-Hablando de otra cosa, escuche que tu padre había dejado una carta por si algo le llegara a suceder.- Comentó serio.
-¿Dónde está?- Comentó ella curiosa.
-Al parecer el rey la tiene.
-Te informaré sobre lo que tengo planeado más adelante, después de todo me falta una persona para armar mi plan.-Comento antes de salir del jardín algo aturdida por aquella información que no se le había dado, tocó la puerta y escuchó una voz grave detrás de ella.
-Adelante.-Llamo una voz ronca.
-Majestad.- Exclamó algo fatigada.
-Elizabeth, siéntate hija.- Comentó el Rey Eduardo sin quitar su mirada de los documentos.
-Estoy bien solo vine a tratar temas importantes.-Cambio su rostro a algo mas serio.
-Adelante.
-Escuche por el castillo que mi padre había dejado una carta por si pasaba algo.-Exclamó Elizabeth seria.
-En el castillo se hablan muchas cosas que no son verdad, Elizabeth.-Afirmo sin siquiera verla.
-Supongo, por algo estoy aquí, para desmentir ese rumor.-Insistió.
-Son dos cartas de hecho.-Declaro por fin levantando la mirada.
-¿Esperaba que pudieran ser entregadas a su destinatario?-Elizabeth extendió su mano pero no obtuvo nada.
-No-dijo el rápidamente.
-¿Acaso su Majestad ya sabe qué contenido viene en la carta?-Comento ella curiosa.
-Lo se, conozco bien a tu padre aparte soy quien se las dio para cuidarlas.
-Es mi derecho.-Declaro ella con cierto recelo.
-Lo es, pero aun no es el momento que lo leas.
-Ocupo saber que tiene, quiero saber cuales fueron sus últimas palabras de el.
-Elizabeth, soy como un padre...
-¡NO ES MI Padre! -dijo finalmente enojada.
-Elizabeth está delante de tu Rey, no se te olvide.-Advirtió algo rígido.
-El mismo Rey que me dio el poder de hacer lo que quisiera.-Contrataco ella friamente.
-Pensé que no querías eso.-Dio un suspiro.
-No lo quería, hasta que me arrebataron a mi bebe.-Confeso seria.
-Estas enojada y quieres vengarte, lo sé pero debes estar tranquila y pensar antes de actuar y no por impulso como ahora lo estas haciendo.
-¡Toda mi vida fue planeada, desde que nací ellos sabían que iba hacer y con quien me casaría, quería seguridad y poca libertad después de mi divorcio y por lo que pase, tenía planeado irme lejos de aquí.!!
-Sabes que no puedes irte de aquí es tu destino.-Confeso el en modo cansado.
-No eres diferente a mi padre, ustedes quieren que haga lo que quieran y me canse de ser solo una pieza de ajedrez, esta vez no me interesa cuales son las consecuencias haré lo que quiera.
-¿Aunque en el proceso mueras?-Pregunto decidido como si la respuesta de Elizabeth dependiera de lo que ella fuera a contestar.
-¡Ya estoy muerta, me mataron ese día que comí las malditas galletas.!
-Te dije que Ledoux te ayudara solo ocupas paciencia.
-¿Paciencia?-Comento con incredulidad.
-Elizabeth.-Le llamo algo enojado.
-No me quedaré sentada como tu lo haces, no ocupo tu ayuda, yo tengo todo.
-Tu lealtad siempre fue primero.
-Tienes razón, pero cuando me enteré que iba a ser madre mi hijo fue primero que todo, incluso también de usted.
-Aunque diga que te detengas ¿No lo harás verdad?
-No.-Comento ella decida.
-Entonces toma lo que quieras de aquí, menos la carta, esa te la daré en el tiempo adecuado, si la abres ahora no lo soportarías.
-No cambiarás de parecer.
-No.-Afirmo.
-Entonces quiero entrenar -Comento dé repente.
-¿Espada?¿Una mujer?-Comento incrédulo-Esas cosas no son típicas de una Reina.
-Hay mujeres que no solo piensan en vestidos bonitos.-Afirmo ella-Así que me das las cartas o me dejas entrenar, no saldré de tu oficina sin las manos vacías
-¿Realmente quieres matar a esa persona?-Pregunto mas curioso otras veces.
-Lo quiero.-Deseo ella con desesperación, como un niño que deseaba un juguete, sabia que ella no daría la victoria, después de todo viene de su descendencia.
-Entonces hazlo, -Ordeno el con un suspiro-Tienes mi aprobación, puedes retirarte.
-Majestad-Contestó Elizabeth para salir de ahí al campo de entrenamiento.
Las Espadas de los caballeros se deslizaban en tanta velocidad que hasta ella dudo por un segundo en poder controlar eso algún día
En la esquina del campo estaba el General Alexis sus ojos azules se encontraron con los de Elizabeth, Su visita lo había sorprendido no era propio de una mujer estar en este lugar pero aunque quisiera decir algo se trataba de la mismísima Elizabeth Neville, ¿Como podría ser tan impropio con ella? , se acerco en silencio y dio una pequeña reverencia junto con sus hombres.
- Señora.-Saludo con una corta sonrisa apenas notable.
- General Alexis- Comentó ella mientras observaba los combates de sus hombres.
- ¿Puedo ayudarla con algo?-Comentó serio.
-Organízate, me entrenarás, hoy es la primera lección.-Ordeno aun sin darle la mirada.
- ¿Vestida así? - Exclamó mientras la recorría con la mirada.
- Mierda- Comentó Elizabeth molesta- ¿Dónde están los uniformes?
- Por aquí- Dijo mientras la guiaba con la mano a los vestidores,
El General Alexis dejó unos mallas ajustadas junto con una camisa blanca larga que iba fajada y unas botas negras, una vez cambiada Elizabeth observó por el pequeño espejo.
Quitó el tocado que le había hecho Eleonor haciendo una coleta alta así no le estorbaría.
Salió del vestidor para volver al campo de batalla mientras que el General Alexis y los soldados la observaban con detalle.
-¿Soy su entretenimiento?-Comento ella observándolos algo enojada. - Empezamos.
El General Alexis tomo una espada y se la entrego a ella, Elizabeth la tomo pero se vino al suelo con ella por el peso pues nunca había tomado una en sus manos tan delicadas. la comisura del General Alexis sonrió un poco.
-Lo disfrutas-Comento ella aun con la espada en el suelo-No te acostumbres.