La Elección

Capitulo 16

''El mundo es cruel conmigo,

pero sin la crueldad que el me otorgo, no tendría la dicha de conocerte.''

Príncipe Henry Heredero de Findara.

Los pensamientos del Príncipe Henry lo envolvieron en un recuerdo de hace 16 años, la mirada fría de su padre en el camino hacia el, se dirigen al Reino enemigo, lo conocía de esa manera por que su padre hacia que lo repitiera cada vez que podía, el pequeño se limitó a guardar silencio mientras sostenía la caja con fuerza.

Su padre estaba de visita en el Reino de Ledoux, el carruaje se detuvo en las puertas enormes del castillo, su padre bajo del carruaje junto con el.

- Comportarse es lo principal para ti, Henry- Declaró una mirada fulminante, el sin embargo no pestaño ante la mirada amenazante de su padre, pues para él era una mirada que sostenía a diario.

Las puertas se abrieron y en ellas apareció el Rey de Ledoux, sostenía una mirada cálida a comparación de su padre, sus arrugas bien definidas pero su postura era firme y su presencia realmente se hacía notar, al lado de un un joven con una sonrisa algo exagerada o eso es lo que pensaba el cuando lo miro de reojo.

- ¡Bienvenido Rey Ernesto!- Comentó el Rey Eduardo una vez que bajó las escaleras.

-Le agradezco su invitación, Rey Eduardo - Murmuró con seriedad.

- ¿Tu debes ser Henry, Cierto?- Su mano tocó su cabello con delicadeza, un movimiento que el jamás había experimentado, se sentía bien, era algo cálido y nuevo para él.

- Majestad- Comento serio.

- Él es mi hijo- Soltó tomando del hombro a Harry.- Espero que puedan llevarse bien mientras estén aquí.

- Le hemos traído un pequeño obsequio para este tratado- Comentó El Rey Ernesto.-¿Henry?

-Este collar es de mi madre- Soltó el Príncipe Henry con tono algo bajo.

-¿De que hablas?- Replicó el Rey Eduardo con preocupación.

La mirada penetrante de su padre bastó para extender la caja y su contenido tan apreciado en ella, el Rey Eduardo sostuvo la caja con una pequeña sonrisa en su rostro, el agarro un resentimiento repentino hacia él por haber tomado la caja.

-Le agradezco por su obsequio estará en un buen lugar , por favor adelante.- sonrió con delicadeza.

- Tengo cosas que hacer, Majestad- Comentó su padre, la mirada del Rey Eduardo era fija pero desvío la mirada hacia otra dirección.

-Bien- Dijo finalmente.- La cena se sirve a las 7:00 PM.

- Ahí estaremos, Majestad-Soltó subiendo al carruaje.

el Príncipe Henry subió al igual, el carruaje salió del castillo hacia el pueblo, el no sabía qué era lo que su padre estaba haciendo ahí realmente pero algo que si era irrevocablemente era su irá hacia el.

-¿Por qué nunca puedes hacer nada bien?-Replicó su padre con desdén.

-¿Cuál es la razón de tu enfado?- La respuesta de el era sin expresión como si dos personas adultas estuvieran discutiendo y no un niño, su mirada penetrante al igual que su padre y su porte de soberbia no dejaba dormir a su padre en la noche.

-¿Te crees superior a mí?- bramó con enojo.

-¿Tienes esa actitud por decir algo sin importancia?- Comentó el un poco enojado, la paciencia no era parte de él, tenía el temperamento de su padre.

-!!¿ES POR ESE ESTUPIDO COLLAR?!!-Bramo agarrándolo del cuello.

El príncipe Henry no hizo ninguna mueca de dolor en cambio su piel estaba algo caliente por como se había expresado su padre del collar de su Madre.

-¡SUÉLTAME!- Exclamó con enfado -Es el collar de mi Madre.

-¡Solo es una joya niño, la necesitamos para hacer una alianza con el Reino de Ledoux.!- Comentó apretando más su camisa, los ojos del Rey Ernesto se abrieron de sorpresa al notar la pequeña daga en su estómago.

-¡ERA DE MI MADRE!,-Espetó enojado el y aunque era fuerte era un niño aún, sus lágrimas salían sin parar, su padre abrió el carruaje y lo empujó al suelo.

-ERES UN...-Se acercó furioso.

Su padre levantó la mano para tratar de abofetearlo, sabía que su fuerza contra él era inútil, cerró los ojos para esperar el impacto pero unas manos lo levantaron con fuerza.

-Déjalo en paz- Comentó una pequeña niña de ojos esmeralda, su padre solo observó alrededor por todo lo que había causado, la Pequeña Elizabeth agarró con más fuerza a su brazo y lo sacó de la presencia de su padre.

-¿Estás bien?-Exclamó ella mientras frenaron de golpe.

-Si..-Comento apunto de llorar.

-¿Qué pasa?- Lo cuestiono algo triste.

-Mi madre me dejó ese collar...pero él me lo quitó.

-¿Lo tiene el Rey del norte?-Exclamó enojada.

-si.-Elizabeth guardó silencio mientras sacaba un collar de su bolso, era una cadena con un dije rosa.

-Esto no se compara con el de tu madre.-Exclamó mientras lo ponía en el cuello de el.

-pero...- Comentó sin palabras.

-Tranquilo, haremos una promesa.- Comentó Elizabeth con una pequeña sonrisa.

-¿Promesa?- Espetó confundido.

-Te daré este collar, yo conseguirte el tuyo y cuando nos volvamos a ver intercambiaremos los collares.

-¿Lo prometes?-Comentó el con brillo en sus ojos.

-Lo prometo.

-Mi padre quiere que sea como él, un villano...-Saco de repente tristemente al recordar lo que él decía a cada momento.

-Jamás serás un villano.-Espeto Elizabeth mientras le mostraba una sonrisa cálida.

-¿Y si todos dicen que lo soy?- insistió desesperado.

-No debería importar lo que la gente piense de ti.-Animo ella con una sonrisa.

-Prométeme que jamás me verás como un villano.-Espeto el sonriendo.

-Lo prometo.-Comentó Elizabeth mientras le devolvía la pequeña sonrisa.

-Joven, Su padre lo busca.-Guillermo se acercó a él.- lo está llamando.

-Tengo que irme-Comentó el serio.-Volveremos a encontrarlos.

-Si-Exclamó Elizabeth con seguridad.

-Joven-Comentó insistente.

Guillermo era la mano derecha del padre del Príncipe Henry, lo llevó al castillo, ya era hora en que la cena con los Reyes en Ledoux comenzará.




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