Mientras se acercaba a las fronteras de Findara, podía sentir la tensión en el aire. Los guardias del reino la miraban con desconfianza, reconociendo su figura y su procedencia. Elizabeth mantuvo la cabeza alta, mostrando una valentía que no sentía en su interior.
Al llegar a las puertas del palacio, Elizabeth desmontó de su caballo y fue recibida por un grupo de soldados. Sus expresiones eran serias y tensas, pero Elizabeth no se dejó intimidar.
Aun así ella no dio un paso hacia su territorio no hasta estar segura de que el Rey Henry no mostrara su rostro.
-¿Qué asuntos traen a la Reina Elizabeth a Findara, sabiendo las palabras de nuestro Rey?-Replico con voz firme el General Damián.
Los caballos detrás de ella se acercaban rápidamente, y la desesperación la invadía. Pero justo entonces, el Rey Henry apareció en la distancia, su mirada llena de oscuridad y determinación.
- ¡No den un paso más! Elizabeth, Stefan, si cruzan la frontera, habrá consecuencias graves para ambos Reinos.-Comento amenazante.
Elizabeth se quedó inmóvil, sintiendo el peso de las palabras de Henry.
El rey Stefan y sus guardias se detuvieron también, sus espadas listas para atacar en cualquier momento. La tensión en el aire era palpable, y ambos Reinos estaban al borde de un conflicto devastador.
-No tienes por que interferir sobre mi Reino-Hizo una pausa mientras se acercaba a Elizabeth-Temo que mi Reina se ha perdido.
La lluvia comenzó a caer en un torrente, empapando a todos los presentes.
- Henry, no vine aquí para provocar una guerra. Estoy buscando tu ayuda. Por favor, escucha lo que tengo que decir.-Suplico ella cerca de su tierra.
-¡No te acerques!-Comento con determinación-¿Acaso piensas que mis palabras eran erróneas?
Elizabeth tragó saliva, consciente de la gravedad de la situación. Sabía que debía encontrar las palabras adecuadas para calmar la tensión y evitar un conflicto armado.
-¡Por favor!-Suplico una vez mas y antes de poder pisar su territorio el Rey Stefan la tomo de las muñecas.
- ¿Acaso piensas que te perdonará por los pecados de tu madre? Él ya no te ama, solo siente odio hacia ti.-Con voz burlona
El Rey Stefan la abrazó con fuerza, sus palabras llenas de veneno. Elizabeth, sintiendo la presión de su agarre, apenas pudo responder.
- Mientes.-Replico débilmente.
- Entonces tendré que demostrártelo de la manera más cruel.-Con voz cruel
El Rey Stefan se separó de ella y la tomó de los hombros. Antes de que pudiera acariciar su rostro, la arrojó con fuerza dentro de las tierras del Rey Henry.
La lluvia seguía cayendo, empapando a todos los presentes. Un soldado con arco, al lado del Rey Henry, soltó una flecha sin pensarlo, apuntando directamente a Elizabeth.
Elizabeth, aterrorizada, apenas tuvo tiempo de reaccionar. La flecha voló a través del aire, y el sonido de su silbido se mezcló con el estruendo de la tormenta. Los guardias de ambos reinos se tensaron, listos para atacar en cualquier momento.
- ¡Deténganse!-Gritando.
Henry, con una expresión de furia y desesperación, levantó una mano para detener a sus soldados pero ya era demasiado tarde para eso.
La flecha impactó en el costado de Elizabeth, provocando que cayera de rodillas y luego al suelo.
El dolor físico se mezclaba con la agonía emocional mientras las palabras del Rey Stefan resonaban en su mente, sugiriendo que el Rey Henry solo sentía odio hacia ella por los pecados de su madre.
El Rey Stefan, sorprendido por la violencia del ataque, intentó entrar en las tierras de Findara para levantar a Elizabeth, su rostro lleno de sorpresa. Ni siquiera él había pensado que el Rey Henry podría hacerle daño.
- ¡Elizabeth!
Pero antes de que pudiera alcanzarla, el Rey Henry salió corriendo hacia Elizabeth, su expresión de furia y desesperación.
-¡Stefan, no te atrevas a pisar mis tierras!-Gritando
Henry se arrodilló junto a Elizabeth, sus ojos llenos de preocupación y angustia. Tomó su mano, sintiendo la frialdad de su piel y la humedad de la sangre que brotaba de su herida.
- ¡Elizabeth, aguanta!-Grito desesperado.
Los guardias de ambos Reinos se tensaron, preparados para una confrontación mientras la tormenta continuaba arremetiendo con furia sobre ellos. La lluvia caía implacablemente, mezclándose con las lágrimas y la sangre, mientras la tensión alcanzaba su punto máximo.
-Henry, esto no ha terminado. No te escaparás de las consecuencias de tus acciones, tu lastimaste a la Reina de Tanalar y Terca y no saldrás ileso de eso a menos que me des a Elizabeth en este momento.-Comento Desafiantemente.
Henry, sin apartar la vista de Elizabeth.
-¿Que es lo que le has hecho para que salga corriendo en ese estado?-Replico con ira.
-De que demonios hablas- saco su espada a su dirección-Quien es la persona que siempre la ha lastimado.
-Ella no saldría corriendo en tal estado solo por un asunto tan irrelevante.
El Rey Henry tomó a Elizabeth en brazos, su mirada llena de determinación mientras se dirigía hacia su reino. La lluvia seguía cayendo implacablemente, cubriendo el dolor de Elizabeth y la furia de Henry.
- ¡Volveré con el Rey Harry si no me la entregas en un día! La Reina Elizabeth debe hacerse pecados de su madre , pero yo determinare como.-Con voz amenazante
El Rey Henry se detuvo y miró a Stefan, su expresión endureciéndose aún más.
-No me importa lo que tú o el Rey Harry piensen. La Reina Elizabeth se quedará conmigo. Ella pagará por los pecados de su madre, pero en mis términos.
Elizabeth, debilitada por la herida, miró a Henry con una mezcla de miedo.
Sentía el calor de sus brazos y la seguridad en su voz, pero las palabras del Rey Stefan seguían resonando en su mente.