Habían pasado días desde el ataque a Elizabeth, y su salud seguía siendo incierta. La tensión en el aire era palpable, mientras y el Rey Henry consideraba sus opciones.
-Debemos tomar una decisión ahora. No puedo permitir que Stefan y Harry amenacen la estabilidad de mi Reino. Elizabeth está luchando por su vida.
Amanda que había llegado hace días observo con una mirada de preocupación, se acercó a el-
-Aquellas plantas que le eh puesto en el costado, están ayudando es solo cuestión de tiempo para que la Reina pueda levantarse. -Suspiro con preocupación mientras acomodaba el vendaje-¿Quien la ha herido?
-Fue mi guardia-Declaro el evitando la mirada.
-¿Su guardia?-Comento Amanda algo alterada-Supongo que usted no estaba enterado de esto.
-Yo fui quien dio la orden-Declaro algo molesto por decirlo en voz alta.
-¿¡Usted lo ha hecho!?-Resoplo ella enojada-¿Y es verdad esa faceta de querer ayudarla?
-No tienes derecho a cuestionarme, Amanda-Agarro su brazo con fuerza-Fue tu Reina la que vino por su cuenta, debió pensarlo mejor cuando le dije que no viniera mas a mi Reino, ahora dejaras de decir cosas sin sentido y la vas a curar es una orden.
-Lo hare-Saco su agarre-Pero lo hare por que ella es mi Reina no por que usted me lo ordene.
El General Damián asintió, reconociendo la valentía en las palabras de Amanda.
-Debemos estar preparados para cualquier eventualidad. Si decidimos enfrentar al Rey Stefan y al Rey Harry, debemos asegurarnos de que nuestras fuerzas estén listas. No podemos permitirnos cometer errores.
-No dejare que ellos traten de intimidarme tan fácilmente-Comento enojado.
Elizabeth abrió los ojos lentamente, sintiendo una punzada de dolor en su costado. La habitación estaba en penumbra, pero pudo distinguir las figuras del Rey Henry y Amanda junto a su cama. Confundida y débil, trató de entender por qué Henry estaba allí, recordando el caos y la traición que había sentido.
- ¿Por qué... por qué me salvaste? Hace un momento... diste la orden de atacar.-Comento débil.
Henry se inclinó hacia ella, su expresión llena de preocupación y remordimiento. Tomó suavemente la mano de Elizabeth, sintiendo el frío de su piel. Sin embargo, detrás de su mirada preocupada, también había una chispa de odio por lo que la madre de Elizabeth había hecho en el pasado.
-No tienes derecho a ir a ningún lado-Comento Serio-Debes recuperarte.
-¡Mi Reina!-Amanda tomo la mano de Elizabeth con preocupación- Pensé que lo que había aprendido de usted no serviría.
-Eres muy talentosa-Comento con una pequeña sonrisa.
De pronto, el sonido de cascos de caballos resonó a lo lejos, perturbando la calma momentánea.
El General Demian se asomó por la ventana y vio en la distancia cómo las tropas del Reino de Ledoux se acercaban con intención de atacar. La visión del ejército enemigo hizo que su corazón latiera más rápido.
- ¡Rey Henry, se acercan!-Con voz alarmada.
Henry, aún junto a Elizabeth, levantó la cabeza rápidamente, su mirada llena de preocupación y determinación. Amanda también se acercó a la ventana, observando la inminente amenaza.
- Tenemos que actuar rápido.
El Rey Henry asintió y se puso en pie, su expresión se endureció mientras se preparaba para enfrentar la situación. Sabía que no podía permitirse vacilar en un momento como este.
-¡Ese maldito de Harry!-Bramo con odio.-¡Preparen mi caballo y mi armadura.
-Majestad-Asintió el General Damián rápidamente saliendo de la habitación.
- No permitiré que el Reino de Ledoux amenace la seguridad de mi Reino.
Elizabeth, aún débil, miró a Henry con una mezcla de preocupación e intento pararse.
-¡Majestad!-Comento Amanda agarrándola del brazo.
-Henry por favor-Suplico preocupada-No combatas con el.
-Mira tu estado-Comento con una sonrisa irónica-Aun así te preocupas por el.
-No es solo por el -Admitió-Es por ti también.
-Se que vino solo por ti-Comento agarrando su cabello negro-No dejare que te vayas con el.
-No soy tu prisionera-Ataco ella alejando su mano-No me digas que tengo que hacer.
-¡Te quedaras aquí para siempre-Grito agarrándola de los hombros, Elizabeth saco un quejido de repente que hizo que sus piernas flaquearan.-¡Hare que te quedes para siempre conmigo, ese es el precio que pagaras por el pecado de tu madre!
Salió de la habitación, Se colocó su armadura plateada con destreza y subió a su caballo negro, que esperaba listo para la batalla.
La batalla rugió en los campos cercanos al castillo, con el sonido de espadas chocando y gritos de guerra llenando el aire.
El Rey Henry, montado en su caballo blanco y con su armadura plateada brillando bajo la lluvia, lideraba a sus tropas con valentía. A lo lejos, podía ver al ejército del Reino de Ledoux acercándose, encabezado por el Rey Harry y el Rey Stefan.
- ¡No permitan que atraviesen nuestras defensas! ¡Protejan el reino a toda costa!
Los soldados de Findara respondieron con un rugido de aprobación, sus armas alzadas mientras se lanzaban a la batalla. La lucha era feroz, con ambos bandos mostrando una determinación implacable. En medio del caos, Henry mantenía su enfoque, consciente de que la seguridad de su Reino y de Elizabeth dependía de su liderazgo.
Mientras tanto, en el castillo, Elizabeth se esforzaba por mantenerse consciente. Cada ruido de la batalla afuera le recordaba la gravedad de la situación. Amanda se quedó a su lado, cuidándola y ofreciéndole palabras de consuelo.
-Majestad, debes concentrarte en recuperarte. Henry y los soldados están luchando, no pasara nada.
Elizabeth asintió débilmente, tratando de encontrar fuerzas en las palabras de Amanda.
De vuelta en el campo de batalla, Henry se enfrentó cara a cara con el Rey Stefan. La mirada de odio en los ojos de Stefan era inconfundible.