Elizabeth permaneció en silencio después de las últimas palabras de Henry, viéndolo alejarse por el pasillo. Sentía una mezcla de frustración y curiosidad, como si la respuesta de Henry hubiera levantado más preguntas de las que resolvió. Pero no era momento de quedarse inmóvil. Decidida, se volvió hacia Lady Margaret, quien, junto con la familia de Eleanor, aún estaba en el vestíbulo.
-Margaret, necesito saber todo lo que ocurrió. ¿Cómo los encontraron? ¿Por qué estaban en esas condiciones?
Margaret intercambió una mirada rápida con los familiares de Eleanor, sus labios apretándose en una fina línea. Por un momento, parecía vacilar, pero finalmente habló.
-Elizabeth, no sé cómo explicarlo del todo… pero fue el Rey Henry quien nos encontró. Lo que enfrentamos... no fue algo accidental. Había personas... gente peligrosa. Alguien nos entregó.
Elizabeth sintió cómo una oleada de indignación y preocupación recorría su cuerpo. Las palabras de Margaret eran vagas, pero el temor en su voz era evidente. Ella miró fijamente a la familia de Eleanor, que asentía en silencio, confirmando lo que Margaret había dicho. Algo no encajaba del todo.
Antes de que pudiera responder, un guardia entró apresuradamente al vestíbulo. Su armadura tintineó mientras se detenía y hacía una reverencia rápida ante Elizabeth.
-¿Que pasa?-Comento ella confundida,
-El Rey Henry, la busca mi señora-Comento sin decir mas.
-¿Estarás bien?-Se acerco con amabilidad Eliza dando unas pequeñas palmadas en su hombro, como si fuera una figura maternal para ella, cosa que lo era, Eliza había trabajado con la madre de ella, o mejor dicho aquella mujer que la había criado.
-Lo estere-Afirmo con seguridad ella-El no me hará daño.
-¿Estas segura de ello?-Contesto ella rápidamente.
Elizabeth no respondió como tal pero sus pensamientos empezaron a adueñarse de ella, sacudió con ligera su cabeza y les brindo una cálida sonrisa.
-Lo estaré- Repitió de nuevo.
Eliza la miró con una mezcla de preocupación y ternura, como si quisiera decirle algo más pero sabía que las palabras serían innecesarias. Su silencio, sin embargo, era suficiente para transmitir el vínculo maternal que compartían. Elizabeth, con la mirada fija hacia el pasillo, sintió cómo las dudas se filtraban en su mente, aunque trataba de reprimirlas.
Mientras caminaba hacia donde Henry la esperaba, cada paso parecía pesado, como si el aire alrededor del castillo se hubiera tornado más denso. Los recuerdos de las palabras de Eliza resonaban en su mente, cuestionando su fortaleza y seguridad. Pero Elizabeth estaba decidida; no podía mostrar debilidad ante Henry.
Al llegar a la sala, lo encontró de pie junto a la ventana, observando el horizonte con una expresión pensativa. El sol se filtraba por los cristales, proyectando sombras alargadas en el suelo. Sin girarse, Henry habló, su voz grave rompiendo el silencio.
-Elizabeth, espero que estés preparada para lo que viene. Este no es un juego, y quiero estar seguro de que entiendes lo que está en riesgo.
Elizabeth lo observó por un momento antes de responder, su voz firme pero con un toque de vulnerabilidad que no podía ocultar.
-Lo entiendo, Henry. Pero eso no significa que voy a seguirte ciegamente. He aprendido a confiar en mí misma, incluso si eso significa desafiarte.
Henry finalmente se giró, su mirada fija en ella. Había algo en sus ojos, una mezcla de desafío y respeto que sólo Elizabeth parecía poder despertar en él.
-¿A pesar de todo lo que he hecho por tu beneficio sigues con esa actitud desafiante?-Comento algo molesto.
-¿Beneficio?-Hizo una mueca-¿Que se supone que has hecho por mi beneficio?.
-Podía haberlo matado al fin-Saco de golpe.-Puede ver matado a tu precioso amigo, Harry.
El silencio que siguió a las palabras de Henry fue como un golpe seco en el aire. Elizabeth lo miró, sus ojos llenos de incredulidad y una mezcla de emociones que no podía controlar. La mención de Harry, su amigo más cercano, era un recordatorio de lo frágil que era la línea entre la protección y el control que Henry ejercía sobre ella.
-¿Matarlo? ¿Eso es lo que llamas un beneficio? ¿Crees que puedes decidir quién vive y quién muere en mi vida?
Henry, aunque molesto, mantuvo su postura firme. Su mirada era intensa, pero había algo más en ella, algo que parecía reflejar una lucha interna que no podía ignorar.
-No entiendes, Elizabeth. Harry representa un riesgo, no solo para ti, sino para todo lo que intento proteger. Si lo dejé vivir, fue porque pensé en ti, no en mí.
Elizabeth dio un paso hacia él, su furia creciendo con cada palabra que él pronunciaba.
-No tienes derecho a decidir por mí, Henry. Harry es mi amigo, y si crees que puedes usarlo como una herramienta para controlarme, estás muy equivocado.
Henry apretó los puños, su frustración evidente, pero no respondió de inmediato. En cambio, se giró hacia la ventana, mirando el horizonte como si buscara una respuesta en la distancia.
-No es control, Elizabeth. Es supervivencia. Y algún día lo entenderás, aunque ahora me odies por ello.
Elizabeth lo observó, su corazón dividido entre la ira y la confusión. Sabía que Henry no era un hombre fácil de entender, pero sus acciones y palabras seguían siendo un enigma que la atormentaba.
-Se lo que piensas, que a pesar de todo el es importante para mi-Hizo una pausa-Fue el primer hombre en brindarme ayuda cuando me estaba ahogando, estaba dispuesto a entregarme su reino a mi, una mujer solo para tener lo que quería.
-Yo también-Agrego sin voltear.-Yo también te ofrecí lo mismo que el.
Elizabeth cerró los ojos por un instante, dejando que sus palabras se asentaran en la pesada atmósfera de la habitación. Había una verdad amarga en lo que Henry acababa de decir, y, aunque no quería admitirlo, algo en su pecho se apretó con fuerza. Aún así, se negó a mostrarse débil frente a él.