Me muerdo el labio hasta que sangra un poco, como hago siempre que estoy nerviosa.
—Todo va a ir bien —Papá me regala una sonrisa tranquilizadora y me alcanza un pañuelito.
—Ojalá —Le sonrío de regreso y me limpió el labio. Él estaciona, lo saludo con un beso en la mejilla y agarro mi violín—. Nos vemos después.
—¡Voy a hacerte pizza casera para festejar! —Mi favorita. Lo despido otra vez con la mano y me pongo en la fila para entrar.
Está mucho más concurrido de lo que imaginaba. Muerdo mi labio de nuevo. A partir de las 10:00 empiezan a tomar, son las 9:27 y ya hay al menos diez personas delante de mí...
Tendría que haberle dicho a algún amigo o amiga que me acompañara, todos están acompañados menos yo.
Suspiro y echo un vistazo a mí alrededor, a ver si encuentro algún lugar en el que sentarme. No encuentro ninguno. Hay un auto gris mal estacionado en la esquina que me llama la atención, aunque no sé si hay alguien adentro porque tiene los vidrios oscuros. No sé por qué eso me pone más nerviosa. ¿Será de alguno de los de la fila?
¿Y si es Lucas? La última vez que lo vi me dijo que se quería comprar un auto...
Niego con la cabeza. Son imaginaciones mías, tengo que dejar un poco la paranoia y recuperar mi vida. El auto debe ser de algún boludo que no respeta las leyes de tránsito nomás. ¡Ahí se está moviendo! A lo mejor solo vino a traer a alguien que no vi y frenó un segundo.
Lo sigo con la vista y noto que se estaciona en la calle del frente. Está bajando el vidrio del conductor, aunque no alcanzo a ver bien.
—¿Todo bien? —Pregunta la chica que está detrás de mí en la fila. No la vi llegar, quizás es ella la que bajó del auto.
—Sí, solo estoy nerviosa. —Le sonrío. Hablar con ella un rato me puede ayudar a calmarme, y a dejar de hacerme la cabeza con boludeces—. Me llamo Sofía, ¿vos?