Por un instante todo parecía perfecto, genial, pero la realidad cambio las cosas. De repente se vio inmerso en una gran oscuridad, todo a su alrededor era confuso y extraño. - ¿Qué sucedió? - no recibió respuesta alguna. Comenzó a correr, desesperado por la situación, pero no hubo salida alguna de aquel horrible lugar. No tuvo más opción que empezar a recordar las situaciones que lo llevaron allí, se vio inmerso en un gran mar de duda e intriga, aquel donde los mayores miedos del ser humano residen, donde pocas personas se han atrevido a entrar.
¿Por qué te hice eso? Esa pregunta lo había atormentado desde hacía mucho tiempo, recorría su interior, destruyendo lo poco que quedaba de su humanidad. La voz de esa mujer no paraba de sonar en su mente, durante todo el día le hablaba. Ella ya no se encontraba con él, pero la forma en que se hacía presente en sus pensamientos era sorprendente y aterradora.
Despertó, por un pequeño instante se detuvo, analizó su entorno, vio el escritorio, la silla, el sillón, pensó que todo era normal, que aquellos terribles momentos eran solo parte de un sueño, pero algo cambió su opinión. Tirado en medio de la habitación había un cuchillo lleno de sangre. Se sentó, encendió un cigarro, dio dos pitadas, y miró hacía el cuadro que se encontraba arriba de su cama. –eras tan hermosa- solo en ese momento comenzó a tomar conciencia de lo que había hecho.
Luego de varios momentos de reflexión, se vistió, desayuno y se dirigió a su trabajo. De camino había pasado por un enorme edificio de la calle 25 de mayo, era la sede de una funeraria. Tumultos de gente estaban reunidos, vestidos de negro, llorando y lamentándose. Cuando casi estaba por dejar la acera de aquel lugar, pudo ver en el cartel un nombre, escrito con las clásicas letras blancas que parecían que desde su fabricación habían sido lúgubres, el mismo rezaba “Olivia Sandemetrío” lo miro como quien mira un papel tirado el suelo y siguió con su recorrido
Una vez que llego a su trabajo, todo era tristeza, pero él estaba feliz, muy alegre, como un niño cuando abre su primer regalo de navidad. El día paso rápido, a la salida no fue hacía su casa, se dirigió hacia el puerto. Una vez que pudo encontrar una piedra que le hiciera las veces de asiento, fumo, uno tras otro, varios cigarros, luego decidió caminar, vio el mar, suspirando como quien ve a la persona con la cual desea pasar el resto de su vida. No pudo contener más la emoción, se arrodillo de golpe y grito hacía el mar ¡¡Olivia!! Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, y su cuerpo se tumbó sobre la blanca arena. Una pareja que por allí paseaba se acercó para brindarle ayuda, pero él se resistió. No quería que nadie lo tocará, nadie, salvo Olivia.