La espera

SEGUNDA

Era una tarde de otoño, las personas caminaban y hablaban, cumplían con su aburrida rutina. Conrado volvía de su trabajo, muy cansado, pero al mismo tiempo extremadamente feliz, ya que se iba camino a reunirse con su esposa. Ese mismo día cumplían 25 años de casados, a medida que se dirigía hacia el restaurante, comenzó a pensar de toda su vida de casado. Lamentaba el no haber podido tener hijos, su esterilidad se lo impedía, pero eso no había arruinado su felicidad. Su mujer era una gran artista, se ganaba la vida esculpiendo para las familias más acaudalas de la ciudad de Buenos Aires. Él era un simple contador en una empresa de aberturas, ganaban grandes cantidades de dinero, pero sentían que algo faltaba en sus vidas.

Dos cuadras antes de llegar al lugar de su cita, se tropezó con una mujer un tanto rara. Llevaba el pelo extremadamente largo, un vestido con un abrigo que no dejaba mucho a la imaginación, y unos lentes de sol, los cuales cayeron en el medio de la calle. Fue en ese preciso momento, luego del choque, en que pudo observar sus ojos. Unos hermosos ojos, de un color tan verde, que parecía que en ellos estaba contenida toda la belleza de la madre naturaleza. No lo sabía exactamente, pero aquel encuentro fue un cambio radical en su vida. Comenzó a sentir emociones que nunca antes había experimentado. Su mente se convirtió en un gran torbellino, donde comenzaron a circular los más insólitos pensamientos y deseos.

-Disculpe- Sin nada más que agregar Salió corriendo en dirección hacia un callejón cercano. La velocidad con la que esa mujer corría era una cosa tan sorprendente, tan sorprendente como sus grandes ojos. Conrado permaneció varios minutos en un estado de trance, solo cuando se percató de que llegaba tarde a la cita con la mujer con la cual estaba casado, fue cuando comenzó a correr hacía el restaurante.

Durante el trayecto, de unas diez cuadras aproximadamente, no dejaba de pensar en la mujer a la cual había chocado, fue solo un minuto, pero el sentía que la conocía desde hace años, que su conexión iba más allá de un plano físico, que estaban conectados a un nivel superior, ese nivel del cual muchos hablan, y tan pocas personas dicen haber alcanzado. Había dejado de lado lo terrenal, se introdujo permanentemente en un mundo del cual no tenía escapatoria. Sus almas se habían conectado en un plano, más allá del mundo físico, o por lo menos eso era lo que él había pensado. Cuando volvió en sí, se dirigió a paso lento al encuentro con su esposa, que ahora parecía una burda mezcla de viejos y extintos sentimientos.

-Ya estaba a punto de irme, parecía que no llegarías nunca- estas fueron las palabras con las que fue recibido por su esposa. La hora que duro el encuentro fueron las más horribles de su vida, años de amor, cariño y felicidad se había evaporado en un solo segundo y corporizados en una mujer con lentes de sol. La angustia lo invadía, ya no podía ver a esa persona con la que había compartido tantos años, talvez fue un sentimiento de rechazo, o simplemente logró abrir sus ojos y que su mente pudiera ver el cielo y comprender como fue engaño en una absurda y falsa felicidad. No pudo más, en medio del café de la cena, se precipito hacía la puerta y abandono el lugar, como un ave abandona su nido cuando puede volar.

Una vez en la calle, comenzó a correr sin parar. No fue sino hasta que diviso a lo lejos la silueta de una mujer con pelo largo, lentes y ropa muy sencilla, que su espíritu recobró la viveza que hasta hace pocos momentos parecía perdida. Su corazón latía a ritmos descomunales, sus ojos comenzaron a ver todo borroso, las imágenes que lo habían cautivado había desaparecido, y de un instante hacía otro, todo fue una inmensa oscuridad.




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