La espera

TERCERA

El bello sonido de una abubilla despertó a Conrado, a su alrededor todo era confusión. Al levantar la vista solo pudo observar árboles y más árboles, todos y cada uno de ellos eran enormes. Algunos representaban la belleza misma, otros por su lado, eran una terrible abominación de la naturaleza. Comenzó a caminar, viendo y viendo, preguntándose que era ese lugar y porque estaba allí. Era un lugar extraño y un tanto perturbador, pero su alma se encontraba en un completo gozo, se sentía más allá del plano físico.

Todo el lugar se hallaba impregnado por un peculiar olor a rosas, por varios momentos no lo supo, pero aquel aroma era el mismo que sentía cuando luego de las disputas que tenía con su hermano en la infancia, y más tarde, en la adolescencia. Esto era consecuencia de las peleas, ya que, al terminarlas, se dirigía al jardín a celebrar su victoria. De los pocos momentos que recordaba de su vida pasada, el alardear de derrotar a su hermano, era de los mejores, pues al hacerlo, una felicidad se apoderaba de él y embriagaba su existencia de un gozo magnífico.

-Vaya lugar- se dijo a si mismo luego de varias horas caminando por el bosque, pero no fue hasta momentos después, cuando los árboles comenzaron a tomar forma, en que se desarrolló en él un pánico que nunca había tenido precedentes en su vida. Todos esos gigantes de madera y cabelleras verdes como la misma vida original, comenzaron a mutar. Sus copas se transformaron en rostros, sus troncos y ramas en cuerpos, brazos y piernas. Intentó huir, pero una raíz hizo que se tropezará, y fue allí cuando pudo ver realmente lo que estaba sucediendo. Esos cuerpos, antes árboles y ahora seres humanos gigantes, eran su hermano y su esposa. Desesperado, gritó por ayuda, pero sus gritos fueron un largo y muerto eco en la inmensidad de aquel inefable y extraño lugar.

Sin nada con que defenderse, aunque esos seres no le provocaron daño alguno, comenzó a golpearlos y hacerles daño. La euforia se apoderó de Conrado, y su tortuosa misión seguía en pie. Brazos caídos, copas destruidas, un inmenso negro acercándose, y todo quedó envuelto en un mar de duda, incertidumbre y miedo.




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