Capítulo 13
Me perdí en sus brazos.
Hasta ese momento pude aparentar, fingir, controlarme…pero aquel beso lo devolví con la misma intensidad que lo recibí. Me sentí embriagada en su olor, percibiendo sensaciones nunca antes vividas, despertándose mis instintos de mujer por primera vez.
“Giancarlo”…susurré.
Mi querida Antonella…¡Cuánto deseaba este momento!...respondió sin deshacerse de mi abrazo, cubriéndome la espalda con sus manos. Era un momento de magia pura y esplendor. Solos en aquel lugar nos sentíamos el centro del universo, como si todo lo demás girara a nuestro alrededor.
Escuchamos alguien carraspear.
Nos volteamos a ver.
“Disculpe la interrupción, señor Morelli…pero lo llaman desde la tarima para que suba a recoger su premio.” — informaba un ujier con visible expresión de vergüenza por tener que irrumpir de esa forma.
Giancarlo sonrió y me susurró al oído: “Vuelvo pronto.”
No quise perderme el momento. Mientras él se dirigía a recibir su premio, yo lo seguí ubicándome a la distancia, bajo el marco de la puerta principal. Desde allí observé la entrega del galardón, había obtenido el premio de Empresario del Año. Su discurso de agradecimiento fue sencillo. Luego de un breve repaso sobre sus logros empresariales, marcó el momento donde supe que nuestras vidas estaban destinadas a estar juntas.
“Esta noche es realmente especial. Me ha sido otorgado este premio por ustedes, un gran honor que recibo con agradecimiento y humildad. Además, estoy acompañado de la mujer más maravillosa del mundo. Gracias Antonella por estar aquí conmigo.” Dijo dirigiéndome la mirada y haciendo estallar el público de vítores y aplausos.
Me sentí sonrojar. El me miraba a lo lejos, sonriéndome en aquella noche gloriosa y encantadora. La música volvió a llenar el lugar y la gente se puso de pie para ir a la pista a bailar. Giancarlo se bajó de la tarima en dirección hacia mí y la gente lo felicitaba en el camino, impidiéndole avanzar como quería.
Finalmente se acercó.
“Mi verdadero premio eres tú…” me dijo al oído en cuanto llegó y luego posando un cálido beso en mi mejilla.
Aquella noche había sido perfecta y no sentí el tiempo transcurrir pero justo en ese momento me percaté de la hora. Era tardísimo y le había prometido a Rose que llegaría temprano. Ni siquiera había reparado en mirar el móvil desde que llegué y mucho menos le avisé que todo estaba bien, como habíamos acordado. Tenía varios mensajes de su parte, preocupada y con toda la razón. Le envié un mensaje rápido avisándole que ya iba de regreso y acto seguido le pedí a Giancarlo que me llevara.
En el camino de regreso, Giancarlo tomaba mi mano con su mano libre del volante. Al llegar, me abrió la puerta e insistió acompañarme hasta la puerta pero rehusé. El silencio de la noche era sobrecogedor y hasta el más leve murmullo podría ser escuchado. Así que me despedí con voz muy baja y no permití sino un leve abrazo de despedida por temor a que alguien pudiera estar mirándonos por la ventana.
Al entrar me encontré con el rostro desencajado de Rose.
—Discúlpame, no me percaté de la hora. Te ruego me perdones, he sido desconsiderada contigo… —fue lo primero que pude decir.
Rose no tardó en responder.
—Bien lo has dicho…y no solamente eso es lo que me tiene molesta...Antonella —respondió con evidente disgusto.
—¿Ha pasado algo más? —pregunté ansiosa y temerosa de lo que me pudiera decir.
Rose lo pensó antes de hablar. Se volteó hacía la pared y al cabo de un rato expresó:
—Dijiste que un taxi vendría por ti pero cual sería mi sorpresa al encontrarme con el señor Morelli viniéndote a buscar —.
¿Qué podría responderle? Ella tenía razón pero no fue mi intención engañarla, simplemente no sabía que iba a ser así.
—Lo lamento en verdad, hermana. Desconocía que el señor Morelli tendría la amabilidad de pasar él mismo a buscarme…fue inesperado —suavicé mis palabras en aras de comprensión.
Rose suspiró hondo. Creo que le aliviaba saber que después de todo, yo había regresado con bien a la casa. Era tardísimo y se notaba cansada.
—Es que no solo me preocupaste a mí sino que Marcus estuvo todo el tiempo haciéndome preguntas. ¿Te diste cuenta que lo vimos a través de la ventana? —.
Asentí.
—¿Te ha dicho algo Marcus? —.
—Creo que se sintió engañado. Él pensaba que se trataba algo de trabajo pero luego de verlos, se dio cuenta que no era así…Pero no te preocupes, no le conté que ese señor es tu jefe, creo eso hubiera empeorado las cosas.
A este punto ya no tenía claro que sería lo que le causaba a Rose tanto disgusto. Si mi llegada tarde o la preocupación de Marcus. Su ser completo irradiaba malestar.
Me dio la impresión que me ocultaba algo pero no pude concluir que podría ser.
—¿Hay algo más? —indagué.
No respondió.
—¿No te parece suficiente? Es tarde y tengo sueño. Buenas noches —se despidió y cerró la puerta de su pequeña habitación.
No se cuan fácil se le hizo conciliar el sueño.
Yo estaba desvelada.
Pasé la noche pensando en él.