La Esposa Cruel

Capítulo 17

 

Capítulo 17

 

Corrí a decirle a Rose ¡Estaba tan feliz!

Ese día no pusimos una fecha en concreto pero sí queríamos que fuera lo antes posible. Estaba consiente que una boda toma mucho trabajo en preparar pero no deseaba nada pomposo sino una ceremonia íntima y bonita. Se lo comenté a Giancarlo y estuvo de acuerdo. Creo que estaba tan entusiasmado que respondía que sí a todo sin reparar mucho en lo dicho.

Rose quedó un poco descolocada cuando le conté.

— ¿Estas segura de lo que vas a hacer? A mí todavía me parece muy precipitado…—dudaba en su respuesta.

—Estoy segura de que nos amamos y queremos compartir juntos el resto de nuestras vidas. Fíjate, que le conté todo, incluyendo lo del juramento de venganza y ni siquiera eso lo hizo titubear. ¡Hasta se ofreció a ayudarme en la búsqueda! —.

Rose hizo un mohín que no pude descifrar el significado hasta que ella misma me aclaró.

—Te recuerdo que Marcus también se ofreció a ayudarte y lo rechazaste…

Imaginaba que el tema de Marcus saldría a flote en algún momento.

— ¿Vas a decirle que te casas o tendré que decírselo yo? —preguntó con vivo interés.

Suspiré profundo.  

—Sé que esto será un gran dolor para él. Pero, ¿qué puedo hacer? Nunca he alcanzado a verlo como algo más que un amigo…

Se quedó mirándome fijo, diciendo con su mirada lo que luego dijo con palabras.

—En cambio yo…—Rose no terminó la oración pero su rostro se ensombreció.

De golpe me asaltó una duda. ¿Qué esté pasando? ¿Será cierto lo que estoy pensando?  Pero… ¿cómo no lo había pensado antes?

— ¿En cambio tú qué, Rose? —temía su respuesta pero necesitaba confirmar mi sospecha.

Rose me miró, con aquella mirada que yo conocía muy bien. Es una mirada de tristeza, de derrota. La había visto varias veces. La vi cuando supimos lo irremediable de la enfermedad de mamá, cuando hablamos de nuestro padre y hasta cuando pensó que nunca lograría estudiar en la universidad.

— ¿Es que no te has dado cuenta, Antonella? ¿Es que tu felicidad no te ha dado tiempo de notar que estoy enamorada de Marcus? Que siempre lo he estado…—respondió con gran esfuerzo, como si cada palabra le doliera.

¡Rose! ¡Mi pequeña Rose!

— ¡Lo lamento tanto! ¡Cómo has debido de haber sufrido todo este tiempo! —le dije y no pude evitar sentir una punzada de dolor en el medio del pecho.

— ¿Él lo sabe? —cuestioné imaginando la respuesta.

—¡Por supuesto que no! ¡Cómo va a saberlo si solo te pone atención a ti! —respondió exaltada, a punto del llanto.

No supe que decir para consolarla. No tenía experiencia en amores no correspondidos como para imaginar lo que sentía pero supongo que ha de ser horrible, en especial cuando es una hermana quien está involucrada. Preferí no decir nada, me daba miedo que cualquier palabra dicha solo empeorara las cosas y tampoco quería que creyera que me daba lástima aunque así fuera. Expresar lástima puede ser el peor de los consuelos.

***

Al siguiente día, Giancarlo convocó una pequeña reunión con los empleados de su confianza y les anunció nuestro compromiso y próxima boda. Fue algo súbito y sin planificar, incluso yo misma me enteré de la improvisada reunión al llegar al trabajo. Pero me pareció bien. Hasta ese momento lo habíamos mantenido en secreto pero ya con una boda inminente lo correcto era anunciarlo. Esperaba que a pesar de eso, el ambiente en el trabajo se mantuviera igual. Quería seguir trabajando y aprendiendo puesto que en verdad era algo que disfrutaba.

Sus caras al enterarse mostraron una mezcla de asombro y alegría. Tal parece que supimos hacer un excelente trabajo manteniendo nuestro romance oculto siendo que todos lucieron sorprendidos con la noticia. Vincent, en especial, se acercó para felicitarme. Me dijo que el día que me aconsejó que no me enamorara del jefe si deseaba conservar el trabajo, lo hizo con la mejor de las intenciones y que nunca imaginó que terminaríamos en boda. Le dije que no se preocupara, que bien comprendía su buena intención.

—Como podrás imaginar, hay alguien que no está contenta…pero bueno…eso no debe preocuparte…¡felicidades! —me dijo una vez concluida la corta reunión.

Sé muy bien a quien se refería.

Sophia estaba allí. Escuchó incrédula la noticia de boca del propio Giancarlo y en su rostro se desdibujó la felicidad que tenía segundos antes. Perdió aquel brillo de alegría que mostraba cada vez que lo veía o lo tenía cerca. Estoy segura que ella era quien menos se esperaba este anuncio. Le dirigí una mirada fugaz, sin darle demasiada importancia. No voy a negar que estaba contenta de aplastar su orgullo. Ese tipo de personas no merecen otra cosa.

Cundo Giancarlo y yo estuvimos a solas aproveché para preguntarle por ella.

—Con relación a Sophia…—titubeé al hablar pues no encontraba como traer el tema. El parecía conocer mis razones de antemano.

—No tienes nada de qué preocuparte, cariño. La conozco hace muchísimo tiempo y jamás me he sentido atraído hacia ella. Si la conservo aquí es solo porque que es una trabajadora excelente —respondió mirándome a los ojos y pasando con dulzura el dorso de su mano por mi mejilla.

Escuchar aquello me dio un gran alivio y decidí echarlo al olvido moviéndome rápido a otro tema.

— ¿Ya le contaste a tu madre? ¿Qué te ha dicho? —pregunté.

—Se ha puesto muy contenta. Ya sabes…quiere ver a su hijo feliz y con un hogar formado. Y bueno…me dijo que está a punto de culminar todos sus negocios para al fin poder retirarse. No sé cuánto tiempo más le tome pero no te sorprendas si la vienes a conocer el mismo día de la boda. Esos asuntos se tardan. —aseguró.

Aquello sería un poco inusual pero, por supuesto, tampoco un inconveniente. Íbamos a ser familia y tendríamos todo el tiempo del mundo para conocernos y compartir y así se lo hice saber. Me preguntó entonces si deseaba ir a su casa a conocer a Mamá Abuela. Acordamos ir más adelante, ya me daba mucha curiosidad aquella mujer que se había ganado el cariño de mi futuro esposo y que además le había pronosticado mi llegada a su vida.




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